Capitulo VII
Tras escuchar la inusual petición Breogan palidece de enfado, se pone en pie sin comentar nada. Meira sujeta la capa contra su cuerpo y con dificultad estira sus piernas cansadas y adoloridas. De pie tras él luce confundida apenas tiene memorias de la noche anterior, pero algo es seguro...vio su rostro o al menos uno que se parecía demasiado.
- ¿Por qué te atreves a pedirme tal cosa?
-Por favor Breogan, te he obedecido. Me he reducido a nada por ti.
- ¿Por mí? –pregunta mirándola directamente a los ojos, coloca su dedo índice en la helada barbilla de Meira y añade - ¿Lo habrías hecho si en mis cárceles no estuviera Cedric?
Ella calla y camina hacia el borde del balcón, contempla el bosque frente a ella y entonces ve sus manos cubiertas de sangre, el maldito sabor en su paladar y dice
-Los he matado –hace una pausa y continúa – Claro que lo he hecho por ti, porque pude dejarme morir, pude dejar que terminaras tu trabajo en Cedric pero sigo aquí, por ti. –balbucea esas palabras asqueada de sí misma, alguna vez le quiso, y mucho, a pesar que ahora le odie hay algo que permanece intacto en su mente, los momentos en los que su risa sonaba acompañada de la de él.
Breogan calla, se acerca a ella paseando a escasos centímetros su nariz de la cabellera negra.
-Siempre amé el aroma de tu cabello, aun puedo sentirlo. –dice en un susurro.
Meira se estremece y se aleja de él,
-Quiero ver a Cedric.
-Vamos, yo mismo te llevaré. –dice con arrogancia.
****
El salón real revienta en bailes, risas y cantos de algunos señores que ya se encuentran ebrios, Cedric no puede dejar de verla. Es como si sus ojos tuvieran voluntad propia y solo desean admirarla.
Nota como un hombre alto, de cabellera castaña y delgado vestido con ropas muy finas se le acerca haciéndola reír a carcajadas. El hombre se sienta muy cerca de ella al tiempo que le entrega algo, la princesa baja la mirada.
-Todos están tras ella por la corona. –dice un hombre en su oído.
Él se gira y se encuentra con su hermano, un hombre más alto.
-Hermano. –dice emocionado, se abrazan con entusiasmo.
- ¿Cuándo llegaste?
-Apenas hace un par de horas, y me encontré con la noticia que celebran el nacimiento del futuro rey.
-Así es, ha sido una gran noticia para el reino.
-No creo que los pretendientes se alegren con la noticia. –bromea Cedric.
-Ahora es que veremos quién se le ha acercado por ella misma. –responde con seriedad.
La música cesa y se escucha un estallido de gritos
- ¡Larga vida al Rey Whelan!
Los hermanos se giran y notan como el rey ingresa al salón, es un hombre en sus mediados cuarenta, de cabello gris y barba en el rostro. La princesa se pone en pie y hace una reverencia a su padre.
-Comenzaba a creer que no dejarías a madre cargar al pequeño. –bromea en el oído de su padre.
El rey besa con amor en la frente de su hija, ella comprende que ya puede retirarse, con un cordial saludo se despide del lord que le hacía compañía y sale del salón.
Cedric da una palmada en el hombro de su hermano, a lo que este corresponde con una sonrisa. Los hermanos se separan, mientras su hermano se dirige hacia el rey, Cedric opta por tratar de alcanzarla en los pasillos del castillo.
-Estoy tan cansada. –dice la princesa hacia una de las jóvenes.
-Prepararemos un baño tibio para que pueda relajarse y descansar. Mañana será un día muy festivo.
-Su alteza real la princesa Meira, primogénita del rey Whelan.
La joven detiene sus pasos al escuchar su voz, las damas de compañía lo ven sorprendidas y coquetas, es visiblemente atractivo. La princesa gira lentamente mientras delinea una sonrisa en sus labios.
- ¿Dígame encontró lo que buscaba en occidente? –sonríe mientras sus miradas se encuentran.
-Podría decir que sí –hace una pausa acercándose a ella dejando una distancia prudente entre ambos –Podría decir que no, es algo que solo el rey sabrá.
-Continúa dando sus respuestas sin decir nada en absoluto.
-Eso quiere decir que le quedan nueve preguntas. –responde mirándola fijamente.
Meira sonríe y sin pensar se lanza sobre él abrazándolo, Cedric se sorprende y corresponde al gesto con cautela y respeto.
-Mi señora. –dice una de las jóvenes intentando de hacerla entrar en razón.
-Lo siento. –dice apenada mientras se separa de Cedric.
-Discúlpeme a mí no debí abordarla cuando es evidente ya es hora de su descanso.
Ambos se miran por lo que parece una eternidad, sus sonrisas son de complicidad entonces Cedric añade
-Que descase su alteza. –hace una reverencia propia y se aleja sin darle la espalda entonces ella le dice
-El jardín está muy bonito en esta época del año, estoy segura que le gustará ver la variedad de flores que su majestad la reina ha cuidado estos largos años.
Cedric la mira fijamente y asiente sin decir nada para luego alejarse.
- ¿Pero que ha dicho? –interroga nerviosa una de sus damas de compañía.
Meira sonríe y colocando su dedo sobre sus labios le demanda callar.
****
De un sobresalto despierta, está apoyado contra una roca. Su pierna está vendada, duele terriblemente.
-Soñabas con ella. –comenta Mael, le alcanza un poco de agua.
Cedric deja su mirada fija en las llamas que devoran la leña en la improvisada fogata.
-Esa noche se miraba tan feliz y hermosa. El juego de las diez preguntas que tanto aborrecía fue mi primer intento para acercarme a ella.
-Esa noche fue sin duda una de las más felices del reino.
Cedric siente sus lágrimas humedeciendo sus mejillas, la ama, tanto o más que antes y lo único que tiene es la palabra de Mael, la palabra de un traidor que le dice que aún hay esperanza.
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La Reina Maldita
FantasyEn las enigmáticas tierras de un reino que goza de paz y prosperidad nacerá un amor inquebrantable entre dos jóvenes desafiando al mismo rey y volviendo vulnerables los muros del reino ante el odio y la magia. Aprovechando la fisura creada por los j...