En esta historia, Goku, o más bien Kakarotto, fue enviado a otro planeta al momento de la explosión del planeta Vegeta. El saiyajin crecería en un lugar muy violento y lleno de enemigos a los que vencer, pasando de ser un guerrero de clase baja a se...
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La luna reflejó la sombra de un gigantesco simio. Enorme, con los ojos totalmente rojos, el hocico de un lobo y los aullidos del infierno, Kakarotto se transformó lejos de la ciudad, pero la inmensidad de su tamaño, sus rugidos y su poder repercutieron en todo el planeta.
Los gritos de la ciudad más cercana, las alarmas y los constantes movimientos de gente en masa se volvieron un hecho cuando Kakarotto lanzó un ruidoso rugido mientras se lanzaba a atacar la base de tecnología.
A pesar de ser un simio gigante salvaje y violento, Kakarotto tenía conciencia dentro de sí. Voló en dirección a la base. No podía hablar, eso era complicado, pero sí podía pensar y razonar sus movimientos con la cautela de un saiyajin con la cabeza fría y puesta en combate.
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Kakarotto: *pensando* Jeje. La mayoría de los guerreros cayó en la trampa y están evacuando a civiles. La base tecnológica debe estar menos cuidada ahora, todo va perfecto.
El saiyajin siguió volando hacia la base más importante de aquel planeta con una confianza y deseos de sangre muy superiores a los habituales. El poder de Kakarotto era de 980, pero con su poder de Ozaru esa fuerza se elevaba hasta las 9.800 unidades, un poder casi suficiente como para destruir un planeta.
Kakarotto fue avanzando hacia las grandes plantas de energía y tecnología del planeta con una gran velocidad para ser tan gigante, pero algo se cruzó en su camino, varios guardias. Los guerreros de élite de ese planeta eran en su mayoría muy similares a los habitantes del planeta Kanassa.
Guardia 1: ¡Alto ahí! ¡Maldito monstruo!– gritó uno de los habitantes con su mano cargada de energía.
Guardia 2: ¡Detenganlo hasta que llegue el capitán!
