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-Se trata de la niña del calabozo, ha escapado- ante esa noticia me levanto de inmediato casi de un salto y miro con seriedad al guardia

-Yo me encargo en encontrarla majestad, no os preocupéis- 

-Nunca lo he hecho- escucho que dice antes de yo irme junto al guardia

-¿Hacia dónde se fue?- le pregunto con mucha seriedad mientras tomo cosas que pillo por el camino mientras camino

-Por la zona norte, cerca de los aposentos de los sirvientes, es lo que me han dicho- 

-Encuentra al responsable de este delito y llévalo ante la reina, dile que yo me encargaré en cuanto llegue- asiente y aumento la velocidad al igual que el sigilo para no ser descubierta y me escondo tras las esquinas para que no se alarme y logre evitarme, llego hasta el patio donde se encuentra la tumba de la difunta antigua reina y su madre, comete el grave error de detenerse a llorarle, me acerco con gran cautela por la espalda hasta que cuando se da la vuelta ya es demasiado tarde ya la he pillado- de verdad niña, sois muy mala jugando a esto- bromeo con un poco de maldad y como veo que se remueve la cargo como un costal en mi hombro y recibo un par de patadas por su parte hasta que ya me tiene harta- vuelve a darme una patada y juro por lo que más quieras qu será el último movimiento que harás con la pierna, ¿entendido?- hablo con mucha frialdad y escucho que traga en seco antes de quedarse quieta- buena niña-

-Tengo nombre- se queja refunfuñando- y tú no deberías estar luchando, eso lo hacen los hombres- me detengo en seco

-Yo lucho por mi vida como siempre he hecho y lucho por las personas a las que le debo a vida, la vida no siempre es un cuento de hadas, princesita, a veces es una terrible pesadilla la peor de las verdades- digo esto sombríamente antes de continuar con el camino hasta llegar al salón del trono y bajarla sin ningún cuidado, allí ya está Ravenna y un soldado que dirige su mirada llena de temor entre la reina, la niña y yo

-Y ahora explica cómo es que una niña se pudo escapar de tus grandes y fuertes manos- le exige al guardia

-Estaba haciendo frío y le fui a dar una manta porque estaba temblando y fue cuando se movió rápido y no pude alcanzarla, lo siento mucho majestad, no volverá a ocurrir- le suplica piedad, miro al guardia que dio el aviso y le hago señas para que se acerque

-Asegúrate de que no se escape en lo que dejan en su zona mantas y leña para cuando haga frío al igual que ropa para cuando crezca, como se te escape te irá peor que a él- asiente con mucho temor antes de marcharse con la niña y rodeo al soldado tembloroso a pesar de su aspecto intimidante- ¿qué haremos con él, majestad?-

-Puedes hacer con él lo que desees- sonrío con satisfacción, sigo caminando a su alrededor

-Tanto músculo y tanta seriedad para tenerte aquí temblando como un niño que le tiene miedo a las tormentas- niego en desaprobación- me decepcionas, yo no he entrenado así a mis hombres, con razón no fuiste a la guerra conmigo- 

-Por favor mi señora, juro que no volverá a pasar- se pone de rodillas suplicando 

-Está bien, te tomo la palabra- le extiendo la mano para supuestamente ayudarle e inocentemente la toma antes de comenzar a absorber toda su fuerza y juventud, intenta soltarse pero no puede- claro que no volverá a pasar, porque tú no estarás para que suceda otra vez- sonrío con maldad mientras veo cómo se avejenta con mucha rapidez hasta quedar demasiado débil y poco tiempo después se convierte en el cuerpo inerte de un hombre demasiado mayor, lo suelto y me alejo de él sintiéndome satisfecha con mi cometido, la rubia se levanta y me da un beso en el cuello

-Bien hecho- no puedo evitar sonreír pero un estremecimiento se apodera de mí al seguir sintiendo su cálido aliento sobre mi piel- será mejor seguir esta conversación en otro lado, ¿no crees?- dice en mi oído antes de morderlo levemente haciendo que mi piel se erice de inmediato

-Sí, será lo mejor- contesto con una leve sonrisa antes de regresar a sus aposentos e ir diréctamente a su cama 

Pasamos horas demostrando pasión por la otra hasta que acabamos cansadas, me quedo dormida sobre su pecho mientras me abraza hasta el día siguiente que siento sus caricias por mi espalda y columna, abro los ojos y esbozo una sonrisa.

-Buenos días- dice con la voz un poco grave seguro que es porque se acaba de despertar, sale de mí un pequeño ronroneo antes de levantar la cabeza y darle un beso

-Buenos días- veo su cuello y clavícula y no tiene ni una sola marca de lo de anoche- qué suerte tienes de que no se te quedan marcas ni heridas- digo acariciando su cuello- a mí sí que se me notan bastante cuando te da el punto de arañarme como si fueras un gato-

-Pues tú no te quejaste anoche de nada, más bien pedías por más- ante ese comentario siento mi rostro enrojecer violentamente  y la escucho reír

-Ravenna- le digo escondiendo mi rostro en su cuello

-No te ocultes, te ves demasiado adorable así de sonrojada- se nota demasiado que se está divirtiendo molestándome- además, hoy es un día importante para ti- cierto, me había comentado hace poco que me va a ascender de categoría hoy

-Cierto, uff, tendré que ponerme la armadura- a veces el poneme la armadura me resulta demasiado pesado

-Pues a mí me gusta cómo te ves con ella, el herrero que la haya forjado la hizo muy bien- 

-Pues se siente alagada majestad- me ve con sorpresa- sí, la hice yo toda a mi medida ya que la de los hombres es realmente incómoda sin importar el tamaño que sea, así que decidí aprender y todas mis armas y armaduras las he hecho yo al saber mis medidas- sonrío con orgullo

-Cada día me sorprendes más- me río un poco antes de levantarme dejando descubierto todo mi cuerpo, recojo toda mi ropa y me pongo sólo la camisa

-Y eso que todavía no has visto nada, voy a prepararme, nos vemos en un rato- asiente y cierro la puerta de mi cuarto y me doy un baño tras pedirle a una sirvienta que me traiga el desayuno, cuando salgo del cuarto ya está sobre la mesa la comida que hago desaparecer de inmediato, después voy a la armería y voy a mi zona, sí, tengo mi propia zona y que nadie se ha atrevido a tocar por temor a lo que les pueda hacer, busco mis armaduras y escojo de entre todas la mejor hasta que me decido y comienzo a prepararme ya que las he hecho de manera que pueda ponérmelas sin ninguna ayuda de nadie, esta vez no me pongo el yelmo de la cabeza

-Y eso que todavía no has visto nada, voy a prepararme, nos vemos en un rato- asiente y cierro la puerta de mi cuarto y me doy un baño tras pedirle a una sirvienta que me traiga el desayuno, cuando salgo del cuarto ya está sobre la mesa la comida ...

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