POV Elizabeth
Su cuerpo estaba tenso, se negaba a mirarme y deje de percibir alguna de sus emociones, no eran fuertes pero estaban ahí. Me había de cierta forma acostumbrado a sentirlas ligeramente y que no estén me hace sentir un poco frustrada y confundida.
Cuando la escuché hablar podía sentir su miedo y arrepentimiento, no creo que lo que haya hecho fuera algo bueno, por eso me tensé, fue un poco abrumador escuchar algo como eso aunque puedo llegar a comprender lo sucedido. Este es un mundo completamente diferente, al que intentó adaptarme y entender en qué situación nos encontramos ahora porque al final del día nos buscan personas que no son relativamente buenas personas, lo que sea que buscan no es algo bueno, eso está claro.
-Mírame.- lo dije un poco suave pero no me hizo caso, me senté más cerca de ella tomando sus manos para separarlas de sus piernas y que se sentara normal, lo que aproveche para sentarme encima de ella tomando su rostro con mis manos. -Mírame Alex.- está vez fue más fuerte lo que la hizo hacerme caso, sus ojos me veían con miedo. Tomé sus manos de nuevo y la hice rodear mi cintura con ellas. -Estoy aquí, no me he ido.- acaricié su mejilla.
-Deberías.- volvió a girar su rostro lo cual me hizo fruncir el ceño.
-No lo haré y quiero que me mires.- tomé su mentón con una mano para hacer que me mirara de nuevo.
-Estuve apunto de hacerte daño.- su rostro se veía serio pero sus ojos brillaban con lágrimas que ella no solitaria con facilidad. -Soy un monstruo.- sus sentimientos volvieron y me estremecí por el dolor que sentía.
-No lo eres.- limpié la lágrima que se escapó. -Eres Alex, la chica maravillosamente nerviosa que conocí en un hospital, la chica que cuida de una niña asombrosa.- le di un beso en la mejilla. -Te preocupas por esa niña más que por ti misma y la cuidas aunque no era tu deber, ella te necesita como tú la necesitas a ella.- le di un pequeño beso en su nariz, nos miramos intensamente a los ojos. Sus ojos brillaban de diferente emociones, sentía que podían ver mi alma y más oscuros secretos. -Yo también te necesito, no te tengo miedo.- con mis manos en su rostro la sostuve para besarla, un beso que la tomó por sorpresa pero que rápidamente correspondió y sentí sus manos en mi cintura como si tuviera miedo que me fuera.
Parecía que había pasado horas en ese beso aunque solo fueran unos pocos minutos en los que tuve que separarme muy a mi pesar para poder respirar. Alex sin pensarlo demasiado volvió a juntar nuestro labios y a darnos la vuelta, ahora ella estaba encima de mi entre mis piernas. En cualquier otra circunstancia esto sería excitante pero no creo que ahora sea el mejor momento para tener a una sexy Alex besándome como si su vida dependiera de ello entre mis piernas, no le hace bien a mi cordura y mucho menos ahora que sus besos se dirigieron a mi cuello.
-Lexa...- su nombre salió con un gemido al sentir sus labios en mi pulso chupando y después con su legua pasando por la parte sensible. Debía detenernos. -Alexandra.- la aparté un poco por los hombros. Me reí un poco de su cara, me veía con un puchero que solo me daban ganas de volver a besarlo, parecía que le hubiera quitado lo más preciado para ella.
-¿Qué?- la vi bufar aún con el puchero.
-Tenemos que detenernos.- seguía mirándome de esa forma, se veía adorable.
-¿Porqué?- juro que la escuché gemir en desaprobación, se recostó encima de mí escondiendo su cara en mi cuello. -Hueles tan bien.- la sentí olfatear más profundo.
-¿A que te refieres? Huelo a sudor idiota.- ella volvió a levantase un poco solo para mirarme, tenía una mirada depredadora que me hizo tragar en seco.
-Hueles muy bien.- volvió a recostarse y pasó su nariz por mi cuello mientras lo decía, siguió bajando por mis pechos hasta mi abdomen. Volvió a mirarme con una ceja levantada. -Hueles delicioso.- sus ojos se volvieron rojos, ya no era el rojo al que estaba acostumbrada. Ahora sus tres colores estaban juntos en armonía pero eso no impidió que me sonrojara profundamente ante el comentario.
-Eres una idiota.- soltó una risa cuando le golpeé el hombro, miré hacia otro lado todavía sonrojada y aguantándome las ganas de reírme también, es demasiado vergonzoso.
-No miento.- se recostó a mi lado y me atrajo a sus brazos. -Eres adorable.- me dio besos en mis mejillas, me relajé entre sus brazos enterrando mi cara su pecho.
-Idiota.- fue casi inaudible pero sé que me escuchó porque volvió a reírse.
Horas después me levanté sobresaltada, estaba sudando y cuando me quise mover noté un brazo en mi abdomen manteniéndome en mi lugar. Alex me tenia fuertemente abrazada de espaldas, se respiración podía sentirla en mi nuca lo que me erizaba la piel, acaricié sus brazos para calmarme y por instinto la sentí moverse y atraerme más cerca de ella.
-¿Estás bien? Tu corazón va muy rápido.- sentí un beso en mi nuca.
-Tuve una pesadilla.- me di la vuelta en mis brazos, ella seguía con los ojos cerrados.
-¿Sobre que?- subió su mano a mi mejilla dando leves caricias que me relajaron.
-Sobre Ashley.- susurré su nombre que me causaba escalofríos mientras recordaba la pesadilla.
-Estás bien, estás aquí conmigo.- hundí mi cara en su cuello y sentí un beso en mi cabeza. -Jamás permitiré que vuelva a hacerte daño.- me sentí segura entre sus brazos y un poco idiota por haberlo dudado ayer, Alex no me haría daño.
-Lo siento.- murmuré en su cuello.
-¿Porqué?- acariciaba mi cabello lentamente.
-Sé que no me harías daño.- la sentí detenerse así que levanté mi rostro para verla. -Confío en ti y tu tienes que confiar en ti.- puse mi mano en su pecho para sentir su corazón. -Sé que no nos harías daño.- le di un sonrisa y ella suspiró profundamente tomando mi mano que estaba en su corazón y dándole un beso.
-Alice viene.- cambió de tema pero la dejé hacerlo y escuché la puerta abrirse. Alice venía con su conejito de peluche frotándose los ojos.
-Lexa.- bostezo al último momento pero sus ojos se abrieron con sorpresa al verme también. -¡Eli!- vino corriendo a mis brazos.
-¡Hey! ¿Yo no recibo abrazos o que?- se estaba aguantando la risa mientras pretendía estar sería.
-No, claro que para ti también hay.- Alice hizo un puchero y saltó de mis brazos a los de Alex, ambas volvieron a recostarse con Alice en el medio de ambas.
El teléfono de Alex empezó a sonar así que lo tomó distraídamente mientras acariciaba el cabello de Alice que se había acomodado contra mi pecho.
-¿Sam?- Alex parecía confundida. -Habla más despacio que no entiendo que estás diciendo.- pasaron unos segundos en donde la cara de Alex fue de sorpresa y la vi darse un golpe en la frente. -Voy para allá.- la vi saltar rápidamente de la cama para buscar ropa.
-¿Qué sucede?- me empecé a preocupar porque la emociones de Alex eran alteradas.
-Tengo que irme al hospital.- se fue al baño a cambiarse rápidamente, solo pasaron como dos minutos cuando ya estaba lista.
-Iré contigo.- me levanté con una Alice que también estaba confundida.
-No, necesito que alguien se quede con Alice.- fruncí el ceño y la aludida también.
-Puedo quedarme con el tío Nick.- Alice se encogió de hombros y yo sonreí con engreída a una Alex exasperada.
-Ya la escuchaste, voy contigo.- no la dejé terminar y fui a darme una ducha rápida no sin antes chocar los cinco con mi pequeña Alice.
Minutos después íbamos en el auto camino al hospital, Alex se veía nerviosa y sentía nerviosa así que moví mi mano a su pierna dando una caricia inocente.
-Debes relajarte y respirar.- la vi suspirar profundamente.
-Lo lamento.- hizo una mueca y puso su mano libre sobre la mía.
-No te preocupes.- sonreí ligeramente. -¿Me dirás qué sucede?- lo dije despacio para medir su reacción.
-Es la chica que ellos buscaban anoche.- lo dijo sería mineras se mordía el labio y recordé lo sucedido ayer.
-Mierda.- nos quedamos en silencio sin saber que más decir, ahora ambas estábamos preocupadas.
-Es amiga nuestra y al parecer alcanzó a llegar en la madrugada al hospital justo cuando Sam tenía guardia.- podía sentir su enojo así que tomé su mano y la llevé a mi labios para darle un beso suave que la hizo relajarse. -No sé nada más.- justo acabamos de llegar al hospital.
Ambas bajamos del auto y nos fuimos a la parte trasera del hospital, ahí encontramos a Sam que nos tenía la puerta abierta.
-Casi que no llegan, síganme.- Sam se veía irritada. -Ahora será tu problema.- Alex soltó una pequeña risa.
-Ya veremos.- escuché que Sam dio un bufido y después entramos a una habitación.
Las cortinas estaban cerradas pero las luces encendidas, se veía que había una mujer en la camilla con un brazo tapando sus ojos. Era pelirroja, bastante blanca y con varias heridas que se podía notar por sus brazos y piernas ya que usaba un camisón de hospital.
-Hasta que por fin llegas.- se sentó de golpe con una sonrisa gigante, abrí los ojos con sorpresa al ver que sus ojos eran rojos con destellos negros que se asemejaban a los de Alex, pero los de Alex también tienen dorado. -Ven aquí.- se lo decía a una Alex que también le sonreía, ambas se fundieron en un abrazo que hizo bufar a Sam y a mi hacer una mueca por no entender porqué el abrazo estaba siendo tan largo.
-¿Qué sucedió?- Alex le dio un pequeño golpe con su dedo en la frente a la extraña. -Debiste haberme llamado Marie.- la veía entre molesta y preocupada, pero a la otra chica le importaba muy poco.
-Sabes como soy.- se encogió de hombros. -Hierva mala nunca muere cariño.- ¿Cariño? No entiendo tanta familiaridad.
-Pues esta vez casi no la cuentas idiota.- le dio un ligero golpe en el hombro y una mirada mortal que haría retirarse a cualquiera, pero al parecer Marie no es cualquiera.
-En eso Alex tiene razón.- ambas dejaron de versen para prestar completa atención a Sam, pero Marie me miró curiosa.
-¿A quién tenemos aquí?- intentó ponerse de pie pero casi se cae y Alex la sostuvo.
-Ella es Elizabeth, sabe de nosotros así que no te preocupes.- Marie seguía viéndome con curiosidad pero se detuvo por qué Sam le dio un golpe en la nuca.
-Lo que decía, tienes múltiples heridas en el cuerpo, uno que otro hueso roto y ...- Sam no pudo terminar la frase y se quedó viendo a Marie quien le dio una sonrisa de lado.
-Solo pasó una vez, se detuvieron cuando le arranqué la cabeza a cinco de ellos.- Sam hizo una mueca pero asintió.
-Tu curación es lenta dado que no has bebido sangre.- ¿Sangre?
-¿Sangre?- lo dije en voz alta sin querer.
-Marie es un vampiro.- esa fue Sam.
-A tus servicios.- me hizo una pequeña reverencia y me sonrió mostrando sus colmillos y las venas negras debajo de sus ojos.
-Wow.- miré a Alex con una ceja levantada porque no sé si ella puede hacer eso también y creo que me entendió porque asintió ligeramente.
-Deja de mirar a Elizabeth así.- Alex le dio un golpe en la nuca.
-Sin celos cariño, tú siempre serás mi favorita.- le guiñó un ojo que hizo a Alex reír pero a mí y a Sam nos hizo poner los ojos en blanco. Está será una mañana interesante.
ESTÁS LEYENDO
Sangre
FantasyVivir no es algo que nosotros escogemos, simplemente sucede. Depende de nosotros el que haremos, el como lo afrontaremos pero no es algo sencillo. Los humanos no son fáciles, cada persona es un mundo por explorar, emociones diferentes que están en...