POV ALEX
-Mamá. - Diosa, todavía no me acostumbro a escucharla decirme de esa manera y mi corazón salta de alegría cada vez.
- Dime lobita. - me agaché a su altura arreglando su uniforme.
- Estoy nerviosa. - sus mejillas se pusieron rojas y era la cosa más adorable de ver.
- Lo entiendo, es tu primer día de clases. - le di un beso en la mejilla y la tomé en mis brazos para sentarnos a desayunar. - Pero estarás bien, recuerda lo que hablamos, lo que entrenamos y si algo sucede estoy a una llamada de distancia. - mi pequeña iría a la escuela, me costó horrores conseguir que la aceptarán estando a mitad de año pero lo pude conseguir con ayuda de Nicolás y algo de dinero extra.
- ¿Y si no le agrado a nadie? - me hizo un puchero.
- Es imposible, eres preciosa tanto por fuera. - toqué su cabello y después de mejilla. - como por dentro. - señalé su corazón. - pero igualmente si a alguien no le agradas está bien, ellos se lo pierden. - le guiño un ojo y escuché su risita.
- ¿Eli vendrá? - sus ojitos de colores me veían con esperanza y yo solo pude hacer una mueca.
- No lo creo, tuvo que trabajar hasta tarde en el hospital con un caso que se alargó, debe estar cansada. - vi su carita de tristeza y mi loba se angustió. - Pero prometo que ambas iremos a recogerte. - la luz volvió a sus ojos y siguió comiendo sus panqueques.
Había pasado una semana desde que me rompieron el cuello por casi intentar matar a Megan, no estoy orgullosa pero tampoco me arrepiento, mi loba estaban furiosa con lo sucedido y no tuvo de otra que desquitarse con alguien. Teníamos ahora una rutina con Elizabeth, algunos días ella los pasaba aquí en casa junto con su hermana, era como protección por si algo sucedía y era mejor que estén cerca, los días restantes Nicolás, Sebastián y yo nos turnábamos para hacer rondas por su área.
Alice empezaba la escuela a mitad de año escolar y eso la tenía nerviosa, mi olor lograba calmarla un poco pero necesitaba a nuestra rubia favorita para completar su tranquilidad. Éramos casi como una familia y mi loba no podía estar mas que feliz por tener a su Luna cerca, yo también estaba rebotando de la felicidad por sentir el lazo cada vez más fuerte y justo como ahora pude sentir su cercanía. Una rubia entraba apurada a la casa y apenas nos vió sentí su alivio.
-Siguen aquí. - dejó las cosas en la mesa y salió corriendo al encuentro de Alice. - Es tu primer día cariño. - la vi dejar un beso en su mejilla.
- Estoy nerviosa. - Alice se acurrucó en sus brazos mientras me acercaba a mis chicas.
- Sé que es algo nuevo para ti pero estarás bien porque eres asombrosa. - le di un beso en el cabello a Alice que salió de su escondite.
- ¿En serio? - la miramos con todo el amor que teníamos por ella, era nuestra pequeña.
- Eres increíble pequeña lobita, estamos muy orgullosas de ti. - Elizabeth y yo le dimos un beso en cada mejilla haciéndola reír. Nos abrazamos las tres juntas para terminar de calmarla y funcionó, partimos rumbo a la escuela y la dejamos en la entrada del colegio, le dimos un par de besos más y la vimos entrar felizmente.
- Es preciosa. - Elizabeth se recostó en mi cuerpo. - Estoy exhausta. - la abracé contra mi mientras ella ponía su rostro en mi cuello. - Amo tu olor. - sentía su nariz pasar por mi cuello y después un beso que me puso la piel de gallina.
- Vamos, te llevaré a casa para que duermas un poco mientras voy a revisar algunas pinturas que estarán en exhibición dentro de poco. - me separé un poco pero la hice mirarme mientras sostenía su rostro entre mis manos, acerqué sus labios a los míos que no había tenido tiempo de probar. - No tuve la oportunidad de saludarte correctamente. - le di un último beso mientras veía sus ojos brillar y regalarme una sonrisa preciosa.
- Vamos. - nos tomamos de la mano y nos fuimos de nuevo a mi auto.
Horas después me hallaba en mi estudio revisando que las pinturas estuvieran en orden y haciendo algo de papeleo que detesto hacer.
- ¿Tienes lo que te pedí? - la voz de Megan interrumpió mi línea de pensamiento sacándome una mueca.
- Hola a ti también. - puso los ojos en blando y me acerqué a la pila de papeles y le di las hojas. - Las especificaciones de las pinturas están ahí. - las tomó rápidamente con una mueca y suspiro, se dio la vuelta pero cuando pensé que saldría se detuvo.
- ¿Cómo están? - solté un suspiro porque sé a quién se refería.
- Podrías preguntárselo. - frunció el ceño con una mueca de enfado y antes de que se fuera hablé. - Son como hermanas y tu lejanía es una gran idiotez. - me miró más que molesta.
- Cállate, no tienes derecho a hablarme de esa forma. - su semblante intimidante no me afectaba en absoluto y eso la cabreaba más.
- No sé si intentas que te maten buscando respuestas tú sola.- me acerqué a ella relajada.
- Solo quiero buscar una respuesta, una solución a lo que ella es. - la miré intrigada.
- ¿Y que se supone que es Elizabeth? - por su expresión me di cuenta que no lo sabía. - Hacerlo sola solo hará que te maten, en estos momentos no eres de mis personas favoritas pero éramos amigas. - aparté la vista porque empezaba a incomodarme, miré a los alrededores inspeccionando mis pinturas. - Nos odies o no, estamos juntos en esto. Todos queremos tenerlas a salvo y sabes muy bien que daría mi vida por ella. - le di un último vistazo con mis ojos rojos.
- Lo sé. - la vi soltar un suspiro y sentarse, lo cual imité en mi escritorio. - No he descubierto nada, intenté hablar con la madre de Elizabeth, pero no tengo ni idea de dónde está, es como si se la hubiera tragado la tierra. - fruncí el ceño y tomé mi teléfono haciendo una llamada.
- Quiero que vengas, necesito que hagas algo. - escuché a Sebastián decir que si así que colgué para ver una confundida Megan. - Sebastián vendrá, tiene experiencia rastreando, llévalo contigo y averigüen algo, dos personas son mejores que una. - me encogí de hombros.
- Está bien, dile que vaya a mi oficina y de ahí nos iremos. - asentí y salió ahora sí por la puerta.
Que la madre de Elizabeth haya desaparecido de la nada siendo ella la jefa del hospital me intriga así que ahora tengo que hablar con Nicolás.
-Hola. - fue lo primero que escuché después de tres tonos.
- Hola, tengo unas preguntas que hacerte. - escuchaba cosas moviéndose junto con personas.
- ¿Tiene que ser ahora? - se escuchaba apurado e hice una mueca de pena.
- Relativamente si, ¿Estás muy ocupado? - escuché una puerta cerrarse y el silencio inundó el lugar. - ¿Nick? - sabía que estaba ahí por el latir de su corazón y su respiración.
- Tuve que poner un hechizo de silencio en mi oficina, sabes que no soy el único brujo o sobrenatural en esta empresa. - me puse al frente de una de mis pinturas para empezar a hablar.
- Recuerdo que me comentaste que hace 2 años que pusieron con la empresa ese sector del hospital pero jamás te puse real atención en como lograste que eso pasara. - lo escuché murmurar cosas pero no entendía realmente.
- La directora del hospital estaba asociada al clan de la empresa, conocía a la familia y todo nuestro mundo sin ser un sobrenatural. - fruncí el ceño tratando de entender lo que decía. - Al pasarme el cargo hace un par de años hablé con los socios del clan sobre ella, cada uno dio buenas referencias y ahí tuve la idea de ese sector del hospital. - me puse de pie caminando por la sala.
- Pero nadie sabe porqué ella sabe de nosotros. - no tenía mucho sentido todo esto, son respuestas vagas.
- Honestamente jamás lo investigué, le puedo preguntar a mi padre si sabe algo. La conoce de más tiempo que nadie aquí creo. - tomé mis cosas del escritorio para poder volver a casa, le mandaría a Sebastián las indicaciones para ir con Megan de camino.
- Hazlo, porque ahora la madre de Elizabeth está desaparecida y necesitamos respuestas. - escuché un "oh mierda" de su parte y cortamos la llamada cuando estuvimos de acuerdo. ¿Qué intenta esconder la madre de Elizabeth?
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Sangre
FantasíaVivir no es algo que nosotros escogemos, simplemente sucede. Depende de nosotros el que haremos, el como lo afrontaremos pero no es algo sencillo. Los humanos no son fáciles, cada persona es un mundo por explorar, emociones diferentes que están en...