Capítulo 17: Sebastián

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POV Alex

Ver a Marie me hizo recordar nuestro tiempo juntas, no de una forma romántica pero es especial. Es como una hermana menor aunque no lo parezca, tiene siglos pero se comporta muy relajada, aunque no lo demuestre la mayor parte del tiempo ya que parece inofensiva, cuando tiene hambre puede desgarrarte el cuello en segundos.

-Empieza a hablar Marie, ¿Qué sucedió y como es que capturaron en primer lugar?- estaba preocupada y ella se dio  cuenta de que hablaba enserio.

-Relájate Cariño.- solté un gruñido que la hizo ponerse en alerta. -No me gruñas, me pones la piel de gallina.- la exagerada le dicen. -Estaba dando un ligero paseo hace unos dos meses, ya sabes, buscaba diversión y esconderme de mi familia.- puso los ojos en blanco junto conmigo. -Di a parar en un bar a las afueras de una ciudad en Alemania, estaba muy bien acompañada y cunado quise salir con mis nuevos amigos mi cuerpo se sentía paralizado. -Hizo una mueca.- no entendía nada hasta que de las sombras aparecieron cuatro brujas susurrando cosas, después llegaron cazadores por el pasillo. Me ataron y me llevaron consigo a unas especies de ruinas. -Nos miramos a los ojos por unos segundos, sabía que lo que diría no me gustaría. -Me mantuvieron drogada y con hambre la mayor parte del tiempo, las brujas tallaban runas en mi cuerpo que me hacía imposible usar cualquier otra habilidad. Parecía un simple humano.- Hizo una cara de incredulidad aunque después miró a Elizabeth. -Sin ofender. -la rubia solo puso los ojos en blanco.

-¿Qué hicieron contigo?- volví a llamar su atención.

-Experimentos, creo. Me sacaban sangre y a veces aplicaban cosas en mi cuello que dolía demasiado pero nunca les funcionaba creo.- hizo una mueca.

-¿Como saliste?-  la vi ponerse algo nerviosa.

-Fue cuando me trajeron aquí, a Londres.- solté un suspiro.- En medio del transporte logré escapar cuando se relajaron demasiado conmigo, le corté la yugular a dos de ellos para alimentarme y corrí lo más que pude, me escondí por días de ellos intentando encontrarte. Sabía que estabas aquí pero no exactamente donde así que busque a Sam.- le dio una sonrisa a la aludida.

-Los cazadores están aquí y Ricardo también.- todo su comportamiento cambió al escuchar ese nombre. -No es una coincidencia.- me rasque la nuca por ansiedad hasta que sentí una mano en mi espalda, me tranquilicé al tacto. -Por ahora no podemos hacer más, necesitas descansar.- instintivamente me acerqué un poco más a Elizabeth lo que hizo que Marie nos mirará con curiosidad.

-Si, lo necesito.- me empezó a mirar con ojos soñadores. -¿Me puedo quedar contigo? Sería como en los viejos tiempos. -me guiñó un ojo intentando ser seductora y yo solté una risa.

-No, las habitaciones están ocupadas.- la vi sonreírme con más coquetería lo que solo aumentaba mi risa.

-¿Quién dijo que necesito una habitación? Puedo dormir contigo.- lo siguiente que pasó fue que Sam le soltó un golpe en la nuca a Marie y después se hizo la digna sin querer mirarla, me quería reír hasta que sentí una molestia en mi pecho, pero no era mía. Voltee a ver a Elizabeth y ella estaba fulminado con la mirada a Marie que se sobaba la nuca.

-Puedes quedarte con Sam, su departamento es espacioso.- a Marie le brillaron los ojos de alegría pero a Sam le brillaron de furia.

-Ni loca ella se queda conmigo.- escuché a Marie bufar y empezar a hacerle ojos de cachorro.

-A menos de que puedas decirle que no a esos ojos, te sugiero ir acomodando la habitación de tu cuarto.- me acerqué a Marie y le di un beso en la frente. -No seas un fastidio con Sam.- la miré seriamente. -En unos días te presentaré a alguien, compórtate porque no quiero tener que buscarte colgada de un árbol.- la vi asentir varias veces y esquive un bisturí que me lanzó Sam.

-Ustedes dos son insoportables.- Marie y yo soltamos una risa.

Tomé la mano de Elizabeth que estaba entre divertida y molesta, salimos de ahí antes de que Sam decidiera lanzarme algo más. Después de unos segundos de silencio caminando me metí al primer cuarto vacío con una Elizabeth confundida.

-No tienes que estar celosa.- la acorralé contra la puerta, tenía mi rostro muy cerca del suyo, nos mirábamos. Años ojos y yo tenía una sonrisa juguetona.

-No estaba celosa.- puso los ojos en blanco para después darme una mirada molesta.

-Pude sentir y oler tus celos.- me miró incrédula hasta que su rostro pasó a la realización.

-Eso explica porque sentía tus emociones.- me dio un golpe en el hombro mientras yo había grande los ojos. -Pensé que me estaba volviendo loca.- soltó un suspiro.

-Espera, ¿Puedes sentirlo?- ella asintió. -Curioso, no deberías poder sentirlo, no ahora.- me acerqué a oler su cuello. -Igualmente no deberías estar celosa.- le di un beso en el cuello y la sentí estremecerse.

-Cállate, te estaba coqueteando en mi cara. - solté una risa y me gané un bufido. -Prácticamente insinuó que tuvieran sexo. - su tono era bastante molesto y yo solo quería reírme, era adorable.  -No te rías. - me dio un golpe en el hombro y yo solo la tomé entre mis brazos.

-Marie es mi amiga, aparte de que está enamorada de Sam.- le di besos en las mejillas lo que la hizo reírse.

-Como sea, tenemos que irnos. - nos separamos un poco y ella puso sus manos en mi rostro, me acarició para después besarme, sus labios eran muy suaves y aunque me encantaría seguir besándola teníamos que ir a mi casa.

Salimos de ahí con las manos entrelazadas, ama la sensación de tranquilidad que ella le da a mi corazón. Caminamos a la salida del hospital hablando sobre cosas cotidianas hasta que vimos cómo se nos acercaba Megan y la hermana de Elizabeth.

-Hola chicas, que casualidad de verlas aquí. - Megan nos miraba curiosa y divertida, Lara se aguantaba la risa.

-Hola chicas, que lindo verlas de nuevo. - las saludé apropiadamente a ambas, aunque para ello tuve que soltar la mano de la rubia, no me gustó hacerlo, pero podía sentir su nerviosismo.

- Veníamos a buscar a nuestra rubia favorita que extrañamente estos días anda muy desaparecida. - Megan me dio una mirada divertida que hizo sonrojar a Elizabeth, lo que ocasionó que su hermana empezara a reír.

- Oh no, cállense. Esto es vergonzoso. - sus mejillas estaban sonrojadas y yo no paraba de verla divertida pero también muy embobada, es preciosa.

- Si no te molesta Alex, nos llevaremos a mi hermana. Esa fue Lara acercándose a su hermana sonriendo.

- No se preocupen. - les di una sonrisa y después me acerqué a Elizabeth. - Llámame si me necesitas. - ella entendió el significado más profundo de mis palabras y asintió.  Me acerqué a darle un beso en la mejilla como despedida.

Al salir del hospital sentí que me observaban, miré alrededor pero no pude encontrar a nadie. Fruncí el ceño ante la confusión, dejé que mis sentidos se agudizarán para poder encontrar algo inusual. Después de lo sucedido ayer, el haber bebido sangre hacía que todo mi cuerpo estuviera en éxtasis, me sentía más fuerte, era algo completamente inexplicable. Logre captar un olor familiar, no recordaba exactamente de quien era, pero sabía que era un lobo. Fijé mi vista en la dirección donde creía venia el olor y pude verlo, un par de ojos mirándome a la distancia, conocía ese par de ojos. Nos miramos por unos segundos hasta que me hizo una seña para seguirlo, no estaba completamente segura de que hacer lo en estos momentos, pero él podría darme unas respuestas. Cerré los ojos unos segundos captando el aroma de Elizabeth que se acercaba, así que me moví rápidamente siguiendo a mi acechador.

Estábamos a plena luz del día, no se atrevería a hacer lago tan estúpido como exponernos así que me relajé un poco, no demasiado porque no le daría mi cabeza en bandeja de plata. Lo seguí hasta que vi como entró en un café, ordenó algo y fue a buscar un lugar disponible. Simplemente me senté frente a él. Se veía mucho mayor, con una barba de unos días, el cabello era más largo y oscuro de lo que recordaba, sus ojos eran un azul opaco que me recordaba mi niñez.

-Sebastián. -solo me observaba, no decía nada y eso me ponía inquieta. -¿Ricardo ya te puso una correa? -solté un gruñido bajo que lo hizo sonreírme de lado.

-No haz cambiado nada.- tenía un brillo en los ojos.

-¿Qué haces aquí?- estaba empezando a ponerme ansiosa y no me gustaba.

-Tenía que verte con mis propios ojos.- me veía con añoranza lo cual me incomodó. -Me recuerdas a ella.- solté un suspiro ante la mención Rebeca.

-No tienes derecho a nombrarla. -Podía sentir la irá creciendo dentro de mi, intenté relajarme o algo malo pasaría.

-Lo sé, no estuve para defenderla. -Vi como su sonrisa se volvió una mueca de tristeza.

-¿Qué haces aquí?- intenté sonar relajada pero creo que salió bastante molesta.

-En un inicio venía a buscar a una niña.- me puse alerta ante eso. -Después nos avisaron que estabas aquí, así que vine a protegerte.- solté una risa ante lo dicho por él.

-No lo creo, ustedes llevan buscando me desde hace años.- solté un bufido. -A Ricardo no le es suficiente haber arruinado mi vida.- apreté la mano en un puño intentando manejar mis emociones.

-Si, pero cada vez que nos acercábamos escondía tu rastro y daba pistas falsas para irnos a otro lugar. -lo miré escéptica. -Puedes no creerme, pero le prometí a tu hermana cuidarte, eso es lo que haré.- me lo dijo seguro de si mismo.

-Eso no responde el hecho de porqué estás aquí. – mis muros estaban relatados y no bajarían tan fácil.

- Estoy aquí porque Ricardo busca algo aparte de ti, pasaste a ser un segundo plano para él. – eso me dejó confundida.

-¿Qué busca?- solo tenía en mi mente a Alice.

-No lo sé con exactitud, dejamos de buscarte hace meses y nos centramos en buscar a una niña. ¿Por qué? No lo sé, solo sé que la quiere con él.- apreté las manos en un puño. -El que estés aquí también es una coincidencia gratificante para él. – solté  un bufido, mi suerte es un asco.

-Tengo que irme. – no tenía ganas de seguir hablando con él, no ahora cuando necesito ver dónde está Alice.

-Déjame cuidarte, estar a tu lado. – su mirada era sincera y me trajo recuerdos que creía olvidados.

-No confío en ti, te doy el beneficio de la duda por nuestra historia, pero no confío en ti.- "por ahora" dije en mi mente, el soltó un suspiro pero asintió.

-Te lo demostraré, honraré mi promesa con tu hermana.- lo vi inclinar la cabeza, lo que me puso incómoda pero no lo demostré. -Que nos volvamos a encontrar.- lo dijo mientras caminaba a la salida lo que me hizo casi voltear a verlo pero no lo hice y seguí mi camino.

SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora