Capítulo 22: Lo siento

9 3 1
                                    

POV ELIZABETH

Casi un mes desde que vi esos ojos chocolates por última vez, honestamente no se qué esperaba. Hizo lo que le pedí aunque en este momento me hubiera arrepentido o quisiera haber encontrado otra manera. Las cosas con Megan están algo tensas por mi parte, me dejé influenciar por lo que ella decía y quería, que olvidé lo que yo sentía. No la culpo completamente porque ella conoce más de este mundo que yo pero una parte de mi está enojada con ella, esa parte que extraña de sobre manera a Alex y a la pequeña Alice.

Al principio intenté evitar a Sam pero después de una semana fue imposible, es la única con la que tengo cercanía y a veces me dice como está Alice, pero ella no habla nunca sobre Alex y no sé si es algo que agradezco. Intenté seguir mi vida de la forma más normal posible pero Alex continúa inundando mi mente, la extraño de sobre manera pero no tengo el valor de disculparme adecuadamente. Aparte de que lo que dijo Megan sigue rondando mi mente, me preocupa Lara y que esté envuelta en todo este lío.

Mi trabajo seguía de forma normal, nada extraño ha sucedido estos últimos días aparte de visitar más frecuentemente el ala especial del hospital. Tengo mucha curiosidad de saber si mi madre sabe sobre esto, ella maneja todo el hospital. Se supone que ella debe saber que se hace aquí, pero es una pregunta que jamás le haría, pero sé quién puede resolverla. Al cruzar la barrera pude percatarme de las diferentes personas, la mayoría eran niños con sus padres o tutores que poco o nada sabían de este mundo. El rumor de este hospital se movió rápidamente por todas partes, el que hubiera un lugar como este para ellos era algo único. Sam estaba orgullosa de todo esto y le encantaba hablar, yo ayudaba de vez en cuando con cosas sencillas por algunos niños. Recibía instrucciones por parte de Sam sobre que es bueno para ellos y que no, he conocido más licántropos solitarios con sus hijos, magos en descontrol y uno que otro vampiro que tiene problemas con cazadores.

-Elizabeth- la voz de Sam me sacó de mis pensamientos, volteé a verla y se veía preocupada. – Todos tienen que evacuar ahora mismo. – la madre de la niña pequeña asintió y tomó a su hija en brazos. Sam les señaló la salida pertinente.

- ¿Qué sucede? – era algo tarde y no entendía todo este afán de que saliéramos.

- Tú también tienes salir aquí. – me tomó del brazo y me llevó con los otros. El hospital se sentía demasiado tranquilo que causaba escalofríos. – Mierda. – íbamos a cruzar una esquina que me llevaría a la parte de atrás del hospital pero nos detuvimos de golpe. Había un tipo con un arma revisando el lugar. Corrimos en otra dirección y entramos a su consultorio. – Vas a quedarte aquí, pondré un hechizo en el lugar, nadie podrá entrar pero tampoco salir. – la veía muy asustada aunque intentara mantener el control.

- No puedes dejarme aquí y sin saber qué sucede. – quise cruzar la puerta pero no pude. - ¡Samanta! – golpeé la barrera con mis manos pero nada pasaba.

- Lo siento, intentaré llamar a Alex. – sus manos desprendían una luz verde oscura,  vi como lanzaba una especies de dagas y escuché el gritó de alguien. -  Vendremos por ti, estarás bien, lo prometo.- cerró la puerta mientras seguía golpeando la barrera.

Mierda, todo se escuchaba demasiado calmado para mí gusto, tomé mi teléfono para llamar a Megan pero no había señal alguna. Estaba frustrada y asustada a parte iguales, tenía mucho miedo por ellos  y por mi, esto es una locura. Pasó media hora y seguía sin saber de nadie, el silencio era ensordecedor hasta que escuché pasos acercándose, no sabía de quién era así que me escondí detrás del escritorio de Sam. Escuché como intentaban abrir la puerta con fuerza, nada ocurría y todo volvió a quedar en silencio hasta que un estruendo me hizo brincar del susto.

-Ustedes son una partida de idiotas. – mierda, esa voz la reconozco. – Al parecer encontramos lo que buscábamos muchachos. – el escritorio donde me escondía salió volando y al frente mío estaba Ricardo junto con cuatro hombres más. – Es hora de irnos, tómenla y salgamos de aquí. – intenté resistirme pero los hombres me tenían muy bien agarrada. Me arrastraron por todo el lugar hasta la puerta de atrás, cuando íbamos a salir uno de los hombres salió volando y detrás nuestro estaba Sam llena de sangre, tenía varios moratones y sangre salía de su nariz.

- No vas a llevártela. – Ricardo soltó una risa.

- No tengo tiempo para estas tonterías. – chasqueó sus dedos. – Maten la. – uno de los hombres que me tenía agarrada me tenía agarrada me soltó para luego transformarse parcialmente junto con otro hombre. Ambos salieron al ataque contra Sam mientras yo era sacada a rastras del lugar. Lágrimas caían por mi rostro, la frustración y el miedo eran inmensos hasta que pude sentirla.

Fue un destello, tan rápido como la sentí se fue. Busqué por todos lados, la necesitaba conmigo pero no lograba verla. ¿Dónde estás Alex? Cuando me iban a meter a un auto negro sentí como me apartaban rápidamente, el mismo hombre que me sostenía ahora me tenía detrás de él enfrente de un Ricardo que nos miraba confundido y molesto, varios hombres salieron de entre las sombras, cuatro de ellos traían armas y nos apuntaban.

-¿Qué crees que haces Sebastián? – el mencionado gruñó en su dirección.

- No te dejaré llevártela. – Ricardo puso los ojos en blanco.

- ¿Crees que podrás detenernos? – levantó sus brazos con una sonrisa.

- Yo solo jamás. – soltó una risita.  - Pero tal es con ellos si. – mi corazón empezó a retumbar en mi pecho cuando sentí una presencia en mi espalda. Me giré rápidamente y me encontré con la loba de Alex, me sentí muy aliviada en ese momento. Su loba estaba completa y era impresionante.

Ella no me veía, tenía la vista puesta en Ricardo pero se acercó a mi lo más que podía y yo me recargué en ella. A su lado vi llegar a Nicolás, vestido completamente con un traje negro, después las puertas traseras del hospital se abrieron dando paso a Marie que tenía en sus brazos a una Sam mal herida.

-Sam está herida, asesiné a los que quedaban. – le dio un vistazo a todos los que quedaban, jamás había visto esa mirada tan asesina. -  Me encantaría quedarme y desmembrar los con mis manos pero llevaré a Sam a un lugar seguro. – Vi a la loba de Alex asentir y como un borrón Marie desapareció.

- Te encanta arruinar mis planes querida nieta. – Alex soltó un rugido que solo hizo reír a Ricardo. – Necesitamos a la humana, no te metas en esto. – Vi a Alex dar un paso adelante a la defensiva.

- Lamentablemente para ti eso no será posible. – La voz de Nicolás salió burlona. – Así que acabemos con esto y muere de una vez por todas. – la irritación en la voz de Nicolás era palpable.

- Tendré a la humana, tal vez no hoy, pero será mía. Una muy buena de mi colección. – su mirada hizo que todo mi cuerpo temblara, me acerqué más a Alex porque podía sentir que se lanzaría en cualquier momento y no pensaba que fuera lo más sensato. – Mantenlos. – la orden fue clara, uno a uno se iba transformaba o lo hacía parcialmente y empezaron a atacarnos mientras Ricardo retrocedía y se iba por el bosque perdiéndose de nuestra vista.

Alex salió al ataque luchando con varios a la vez mientras que el hombre que me tenía agarrada también se transformaba y ayudaba a Alex lo más que podía. Yo me quedé junto a Nicolás que no permitía que nadie se me acercara. Había mucha sangre por todos lados, brazos y cabezas desmembrados por las garras de Alex y el otro lobo, en un punto cerré mis ojos y me recargué en el hombro de Nicolás. Quería vomitar y estaba a punto de sufrir una crisis nerviosa con todo lo que veía. Volví a abrir los ojos porque sentí como Alex sufría, quedaban tres lobos más, pero Alex se notaba cansada, sus movimientos eran lentos y el lobo que estaba con ella ahora yacía en el suelo.

-Tienes que ayudarla. – se escuchaba como una súplica para Nicolás pero él solo me dio una pequeña sonrisa.

- Se está adaptando, estará bien. – no podía creerle, estaba muy nerviosa.

La vi detenerse un negundo y pude sentir sus sentimientos, estaba tranquila. De un momento a otro volvió a sus forma humana, los lobos que la veían estaba confundidos pero se lanzaron a atacarla, pero solo se encontraron con un borrón, uno a uno fue cayendo al suelo en pocos segundos, se escucharon sus huesos crujir y después a una Alex en medio del desastre limpiando su boca.

-Bastardos, se los advertí. – se dio la vuelta para caminar en dirección al último lobo que estaba en pie, lentamente volvió a su forma humana enfrente de Alex, se veía muy mal herido. – Creo que te estás volviendo viejo. – el hombre soltó una risa.

- ¿De que hablas? Me encargué de la mitad. – Alex puso los ojos en blanco y le tendió la mano.

- Gracias. – Alex estaba de espaldas pero el hombro me dio un vistazo con una sonrisa.

- No hay de que. – le dio una palmada a Alex en el hombro.

- Si, como sea, necesitan vestirse. Nadie quiere ver sus traseros desnudos por la calle. – Nicolás hizo aparecer dos pantalones y camisas. – Excepto a Alex, tal vez alguien si quiera verla de esa manera. – me sonrojé profundamente y aparte la mirada después de darle un golpe. Maldito Nicolás.

-¿Estás bien? – Alex ya se encontraba vestida, estaba acerca de mí pero no como yo quisiera.

- Si, eso creo. – me acaricié los brazos porque el susto había pasado y podía sentir el frío de la noche. Alex me acercó a ella con un brazo, recosté mi cabeza en su pecho y empecé a llorar, todas las emociones que estaba conteniendo salieron desbordadas. Sentía sus caricias en mi cabello hasta que logré calmarme. – Gracias. – ella seguía bastante sería pero sus ojos eran bastante expresivos, vi comprensión y después se alejó de mi.

- Ricardo ha escapado, tenemos que hablar Sebastián.- el aludido asintió. – Tenemos que limpiar el desastre. – vi como cada uno recogía cuerpos y los llevaban al bosque, Nicolás hacia su magia y hacia desaparecer los charcos de sangre en el suelo. Al final parecía que nada había sucedido.

- Al parecer fui degradado a limpiar tu desastre. – Nicolás le dio  un golpe en el hombro y cuando iba a seguir hablando Alex le dio un empujón cuando escuchamos una bala pasar por el medio de ambos. Los ojos de Alex se volvieron amenazantes hacia la figura que aparecía de entre las sombras.

- Te dije que te alejaras de ella. – Megan se puso enfrente de mi mientras les apuntaba con una pistola.

- Deberías bajar el arma. – Alex estaba enfurecida con la presencia de Megan. – No lo voy a repetir Megan. – los ojos de Alex eran aterradores y Megan la hizo molestarse más al soltar el seguro del arma lista para disparar.

- Megan, detente. – me puse enfrente de ella, su arma me apuntaba a mi ahora y seguía sin bajarla.

- Elizabeth, quítate de mi camino. – nuestros ojos estaban fijos en la otra, ninguna quería ceder.

- No lo haré, esto es absurdo. – Megan iba a replicar pero no la dejé. – Ellos volvieron a salvar mi vida y tú estás aquí amenazándolos. – tenía el seño fruncido y por fin había dejado de pelear y solo me escuchaba. – Así que baja tu estúpida arma porque ellos no son el problema aquí. – me volteé a ver a Alex también. – Y tu deja de gruñir, que todos se relajen. – a regañadientes cada uno hizo lo que le pedí.

- Solo estoy cuidando de ti. – ahora Megan tenía los brazos cruzados. – Eres como una hermana para mi. – puse los ojos en blanco.

- Agradezco que te preocupes pero ya es demasiado, te hice caso una vez y fue un fiasco. – Megan me miraba ofendida.

- Es hora de irnos. – la voz de Alex me sacó de mi discusión con Megan. – Es mejor que ustedes se vayan a su casa, nosotros veremos a los heridos del hospital. – Megan asintió mientras seguía enojada. – Mañana las espero en mi casa, necesitamos hablar. – ella no me dirigía la mirada y eso me frustraba.

- Espera. – tomé la mano de Alex antes de que se fuera, ella le hizo una señal a Nicolás y Sebastián de seguir y yo lo hice con Megan que muy a regañadientes siguió. – Lo siento. – ella me veía confundida.

- ¿Por qué? – ella seguía esquivando mi mirada cada cierto tiempo.

- Por haberte alejado de mi vida. – vi como su mandíbula se apretaba. – No debí hacerlo, no debí haber escuchado los temores de Megan y dejar que se metiera en mi cabeza. – ella seguía sin decir nada por unos segundos.

- Pero lo hiciste. – soltó un suspiro para después fijar su vista en la mía por fin. – No te culpo por ello, entiendo tu miedo hacia mi, hacia lo que soy. – su mirada era triste y dio un paso atrás.

- No, no lo entiendes. – volví a acercarme a ella, esta vez la tomé del cuello de su camisa. – No te tengo miedo, jamás te tuve miedo. Ni a ti, ni a nadie de ellos. – estaba siendo lo más sincera posible ahora mismo, necesitaba que entienda esto que siento. – Fui una idiota por no seguir lo que sentía contigo, no debí escuchar a Megan. Lo lamento tanto y sé que un lo siento no arreglará las cosas, pero quiero intentarlo de nuevo. – puse mis manos en su cuello, necesitaba algo que me mantuviera a flote  porque el silencio me está matando.

- Está bien, podríamos intentarlo. – sus manos se pusieron en mi cintura y la vi sonreír levemente.

- ¿Estamos bien? – me sostuvo más cerca juntando nuestras frentes.

- Estaremos bien. – me dio un beso en la frente y yo le sonreí muy grande, estaba muy feliz ahora mismo. – Ahora tienes que irte, nos vemos mañana. – me dio un último beso en la mejilla y una sonrisa para después soltarme para irse.

La vi caminar unos pasos más y cuando estaba a punto de voltear para irme ella se detuvo, se dio la vuelta y vino corriendo. Tomó mi rostro en sus manos y me besó, eso me tomó por sorpresa y casi no le correspondo pero antes de que separara tomé su nunca para que no se alejara y está vez empezar un beso como se debe. Me sentía en las nubes, había extrañado de sobre manera sus labios sobre los míos, la calidez de su cuerpo junto a mí y lo suave de su piel, la forma en la que me sostiene me tiene delirando. Nos separamos y ahora sí, cada una se fue por su camino aunque sabíamos que no estaríamos tanto tiempo separadas. En la conexión podía sentir su felicidad y ella la mía. Todo poco a poco empezaba a tener sentido y me encantaba.

SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora