Capítulo 34: Fuego

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POV ELIZABETH

Al finalizar mi turno fui a cambiarme de ropa en la sala de descanso, en todo momento sentí que alguien me observaba y al darme la vuelta me di cuenta de que era Marc, me miraba intensamente y de una muy mala manera. Después de que Alex prácticamente lo alejara de mi la última vez que me pidió una cita se ha vuelto más molesto, es prácticamente insoportable, así que trato en lo posible de ignorarle.

Después de un incómodo momento con Marc voy a la salida y al notar lo que me encuentro no dudo en soltar una risa. El interno nuevo de Sam está prácticamente sonriendo de forma dulce y prácticamente sus ojos brillan al hablar demasiado, pero al parecer Sam está desesperada. Me encuentro a unos metros de ellos, me detengo para reírme un poco más de la situación, aunque me gustaría saber de qué están hablando para tener a Sam de esa forma tan incomoda.

-Lo siento, pero no puedo. – La voz de Sam retumba en mis oídos, lo cual me hace abrir los ojos por la sorpresa.

- Pero seria genial reunirnos con todos los compañeros libres en un bar, solo falta nuestra jefa. – La voz un poco grave pero dulce del chico también la puedo escuchar. Después de eso noto que siguen hablando, pero ya no puedo escuchar nada.

Rápidamente me acerco a rescatar a mi amiga, intento actuar con normalidad, pero quiero salir de aquí y hablar con Sam de lo que acaba de pasar.

-Ya estoy aquí. – Me pongo al lado de Sam que me ve con alegría.

- Te lo dije, estoy ocupada. – El chico parece un poco decepcionado y molesto, pero lo entiende y se retira. – Gracias, casi no puedo deshacerme de él. – salimos del hospital y nos dirigimos a mi auto.

- Sam, pude escucharlos hablar. – ella me mira sin entender mientras entramos al auto. – Antes de llegar con ustedes me pare a unos metros porque me pareció gracioso ver a tu admirador insistir. – ella puso los ojos en blanco. – Él problema es que logré escucharlos por unos segundos, él quería ir a un bar contigo y el resto de sus compañeros. – me mordí el labio por nerviosismo.

- Wow, eso si que es nuevo. – ella al menos no estaba tan nerviosa como yo. – Tienes que relajarte, sabemos que eres uno de nosotros, pero no sabemos que eres por ahora, pero es bueno saber que habilidades tienes. – ella me puso una mano en el hombro mientras yo encendía el auto y empezaba a conducir a casa de mis padres.

- Lo sé, pero sigo sin acostumbrarme a ese hecho. – Hice una mueca y Sam soltó una risita.

- Pues mas te vale acostumbrarte, ya tienes de familia a un montón de seres sobrenaturales. – ese hecho me hizo reír, mi vida cambió por completo.

Legamos a casa de mis padres, aparqué en frente de la propiedad y usé mi llave antigua para entrar, de pura suerte seguía funcionando, esperaba que mi madre hubiera cambiado las cerraduras.

-Hace mucho que no estaba aquí. – lo dije tan bajo que dudo que Sam me haya escuchado.

Los recuerdos de esta casa me estaban aturdiendo un poco, podía ver a mi padre sentado en ese sofá intentando consolarme a los 10 años cuando me caí de mi bicicleta, podía verlo sostener a mi hermana en sus brazos unos años después enseñándome como poder cargarla y a mi madre junto a él con una sonrisa. Podía ver su sonrisa de orgullo cuando sacaba buenas calificaciones en la escuela, podía escuchar la risa de mi madre en la cocina cuando hacia un desastre por intentar ayudarla. Podía sentir los brazos de ambos cuando pasaba un mal día en la escuela. Podía ver a Lara reír porque mi padre la tenia sobre los hombros en el jardín.

-¿Estas bien? – La voz de Sam me sacó de mis recuerdos, hasta ese momento me di cuenta de que estaba llorando.

- Si, estoy bien. – Respiré profundo. – Demasiados recuerdos me trae esta casa. No sé como terminamos así. – Sam me dio una sonrisa y un corto abrazo.

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