El libro prohibido [PARTE 2]

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Después de que Snape le informara a Harry que el hechizo que había encontrado era extremadamente peligroso y oscuro, Harry se sintió decepcionado consigo mismo por haber considerado siquiera intentarlo. Prometió a sí mismo que nunca volvería a arriesgar la seguridad de nadie con su imprudencia.

Pero esa promesa fue más fácil de hacer que de cumplir. Cada vez que Harry pasaba por la biblioteca, se sentía atraído hacia el libro prohibido. La idea de poder dominar un hechizo tan poderoso seguía tentándolo, a pesar de los riesgos.

Finalmente, Harry cedió a la tentación y sacó el libro de la biblioteca, escondiéndolo debajo de su cama. Con la ayuda de su varita y su conocimiento en hechizos, intentó lanzar el hechizo en su dormitorio vacío. Sin embargo, algo salió terriblemente mal.

Una onda expansiva de energía oscura llenó la habitación, amenazando con destruir todo a su paso. Harry intentó controlar el hechizo, pero se dio cuenta de que había subestimado completamente su poder. Comenzó a entrar en pánico cuando se dio cuenta de que no podía detenerlo.

Afortunadamente, Dumbledore apareció en el último segundo, desviando el hechizo y salvando a Harry y al castillo de un desastre total. Dumbledore, visiblemente decepcionado en Harry, le explicó la importancia de la responsabilidad y la seguridad al usar la magia. Le recordó que la magia no era un juego y que debía ser tratada con el respeto y la seriedad que merecía.

A partir de ese momento, Harry aprendió la importancia de la responsabilidad en el uso de la magia y nunca más volvió a intentar lanzar un hechizo oscuro sin la debida supervisión y precaución. La lección que aprendió ese día con Dumbledore se mantuvo con él durante el resto de su vida, y se aseguró de que la próxima generación de magos y brujas aprendieran la misma lección.


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