Cap. 38

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— Emilio. — dijo al ver la indiferencia del otro.

— Si no querías nada de ésto. — se soltó. — no me hubieras marcado.

— No sabes cómo me arrepiento. — lo vió.

— ¿Te arrepientes? — habló.

— Yo. — dijo.

— Enserio soy un idiota. — negó el rizado. — tú no me amas.

— Emilio. — dijo.

El rizado lo ignoró mientras se alejaba de ahí, estaba molesto y herido, los monstruos cómo lo eran Joaquín no amaban, él salió de la casa sin importarle que fuera de noche, él sólo quería dejar ese lugar cuánto antes. Él iba molesto; Joaquín regresó a la casa, pero no vió al rizado, él comenzó a llorar, salió de la habitación mientras gritaba alertando a los demás.

— ¿Joaquín qué ocurre? — habló el mayor.

— Emilio se fué. — habló. — y no puedo sentir su aroma.

— Bien saldremos a buscarlo. — dijo. — Diego tú quédate a cuidar a Mateo por si él vuelve.

El chico asintió mientras abrazaba al menor, el cuál no entendía nada, pero prefirió no preguntar. Al salir Joaquín no decía nada, él otro lo notó y suspiró, se acercó y lo vió.

— ¿Qué pasó? — habló.

— Discutimos. — dijo. — él se fué por mi culpa.

— ¿Qué pasó? — le dijeron.

— Le dije que me arrepentía de haberlo marcado. — habló. —él estaba muy dolido.

— Joaquín. — lo abrazó. — sabes que cuándo marcas a un humano él sufre más, no debiste de decirle eso.

— Lo sé. — dijo. — pero toda ésta situación me tiene mal.




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El rizado se encontraba en el parque escondido en unos juegos mientras intentaba quitarse la marca de su cuello mientras aún lloraba, se sentía usado por el vampiro de apariencia joven.

— Eres un idiota Joaquín. — habló.

— Lo sé. — escucho decir.

Él levantó la vista y vió al chico, el cuál lo miraba dolido ó ¿Sólo fingía? Él salió de ahí mientras se limpiaba el rostro, Joaquín vió el cuello del rizado, el cuál estaba rojo por estar pasándose fuertemente su mano con la manga de su camisa para desaparecer esa marca.

— Soy un idiota. — dijo. — tengo miedo todo el tiempo, tengo miedo de un día despertar y darme cuenta de que te destrocé la garganta y que sea yo él que te maté.

— Confío en tí. — lloró el rizado. — ¿Porqué no tú en mí?

— Confío en tí. — quiso tocarlo, pero se detuvo. — pero mi miedo me domina.

Emilio se acercó y lo besó, Joaquín cerró los ojos para seguirle el beso, se separaron para unir sus frentes y verse a los ojos.

— Sólo te pido confianza. — dijo.

— Lo sé. — lo abrazó. — perdón, perdón.

— Descuida. — sonrió. — no puedo enojarme contigo tienes miedo y yo reaccioné cómo un imbécil.

— Ambos lo somos. — lo tomó de ambas mejillas. — no me puse a pensar en tus sentimientos.

— No importa. — negó. — pero deberíamos volver.

Joaquín asintió y tomó la mano del rizado, ya se habían arreglado, al volver a la casa él se dirigió dónde estaba su hermano, el cuál estaba llorando.

— Me abandonaste. — le dijo.

— No lo hice. — lo abrazó. — eres mi hermanito nunca te dejaría.

— Bien ahora que ya todo está en orden. — hablo el mayor de todos. — es mejor que se vayan a dormir.

Todos asistieron Joaquín tomó la mano del rizado para ir a la habitación, pero se detuvo al sentir una extraña sensación el rizado lo miró preocupado.

— Joaquín. — dijo.

— Yo. — vió al chico. — no es nada.

El otro no dijo nada sólo entraron y se fueron a acostar, Joaquín se mantenía despierto, pues aún sentía esa sensación, pero no quería decir nada, pues tal vez era por la pelea que se acercaba y por eso era lo que sentía.





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Nos vemos AlbertXioW.

Inmortal // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora