La sangre brota muy lentamente, se desliza manchando aquellas suaves telas blancas, él no puede detenerse, pues esa es su maldición, pero dentro de ella ha encontrado algo que no la hace tan mala.
✓ Adaptación Autorizada.
✓ Contenido homosexual.
✓...
Él estaba vestido muy de mañana luego fué llevado dónde había más personas eran hombres y mujeres jóvenes los cuáles lloraban él les vió las marcas de mordidas en los brazos y cuellos todos vestían elegantes.
— Debe de ser una jodida broma. — dijo el rizado.
El rizado entendió que todos ellos iban a ser un festín para los vampiros, pero la pregunta era ¿A él lo mataría Mauricio? Ó ¿Esa tal Karol? Mientras él estaba ahí 5 personas se estaban alistando para esa fiesta que con un poco de ayuda supieron que iba a ser de antifaces cómo también iban a haber humanos, los cuáles intentarían salvar, pues sería egoísta dejarlos morir ahí.
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— Recuerden tomen a un humano y bailen para sacarlo de ahí. — dijo el castaño.
— Entendido. — dijeron.
— ¿Diana tienes las armas?. — la vió.
— Cargadas y listas para usar. — habló.
— Bien, lo más probable es que Emilio esté listo para Joaquín. — los vió.
— ¿Estás seguro? — lo vieron.
— Sabe que en el estado de Joaquín lo matará. — habló. — y eso lo pondrá feliz.
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El rubio se miraba en el espejo aunque no hubiera reflejo sabía que se miraba bien se arregló su cabello y se puso joyería miró el anillo y se lo puso no sabía de quién era tal vez de una de sus víctimas, pero era bonito al terminar tomó el cuchillo y lo guardó bien además del antifaz que sólo dejaba ver sus labios rojos y gruesos cómo lo eran sus ojos rojos por toda la sangre humana que había estado consumiendo. Sonrió y salió del lugar caminó y vió el lugar entró y había muchas personas bailando con humanos los conocía por el aroma hasta que vió a uno de pié junto con un hombre él se acercó hasta quedar enfrente todo era al aire libre él sonrió mientras dejaba caer al suelo el antifaz el de cabellera negra con traje blanco miró al rubio, el cuál lo miraba cómo si fuera la única comida que hubiera en ese lugar.
— ¡Nuestro invitado de honor ha llegado! — gritó y todos los presentes comenzaron a aplaudir.
— Veo que me hicieron una fiesta. — sonrió. — ¿Y supongo que éste humano es mi regalo?
— Así es Joaquín. — empujó al rizado, el cuál cayó al suelo.
Joaquín bajó la mirada por un momento luego vió al hombre, el cuál sonreía con malicia y lujuria, pues el joven rubio siempre se mantenía hermoso.
— Me dá gusto volver a verte Mauricio. — habló el rubio mientras sonreía.
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