La sangre brota muy lentamente, se desliza manchando aquellas suaves telas blancas, él no puede detenerse, pues esa es su maldición, pero dentro de ella ha encontrado algo que no la hace tan mala.
✓ Adaptación Autorizada.
✓ Contenido homosexual.
✓...
— ¿Pensaste en hacer el lazo con Mateo? — preguntó mientras se terminaba de arreglar.
— Sí, pero no sé cómo decirle. — habló.
— Emilio lo descubrió al encerrarme con él en un vestidor. —dijo.
— Yo le seré directo. — habló. — se lo diré hoy aquí.
— ¿Quieres que esté aquí? —preguntó.
— Si. — habló.
— Bien. — dijo. — te veré en el descanso.
Ambos salieron Joaquín se dirigía al salón cuándo fué tomado del cuello y llevado a los baños, él se soltó y vió al chico, sonrió mientras ponía su mochila en el lavado.
— Adrián. — sonrió. — qué agradable sorpresa.
— Sólo vine a darte un recado. — se paseó.
— Dime. — se apoyó en el lavado.
— Mauricio te dá 2 opciones. — dijo. — la primera, vienes conmigo y así ningún humano de aquí morirá ó 2 todos mueren junto con tu banco de sangre.
Joaquín asintió mientras se acercaba al chico, al llegar dónde él le clavó una daga en la garganta, los ojos del rubio comenzaron a volverse rojos.
— Y tú dile a él que lo estoy esperando. — dijo, pero se lo decía a la castaña oculta. — no le tengo miedo.
Soltó al chico, el cuál se volvió cenizas, guardó la daga y se arregló el cabello para dirigirse a su salón de clases, él la paso todo el tiempo pensando, él sabía que muy pronto podían venir y debía estar alerta ante todo.
—Joaquín. — lo llamaron.
Él levantó la vista encontrándose al rizado, el cuál lo miraba confundido, miró a su alrededor ¿Cuánto tiempo estuvo en su mente? Él se levantó y guardó sus cosas, miró al chico y sonrió.
— Perdón. — dijo. — estaba algo distraído.
— Lo noté. — lo abrazó. — ¿Estás bien?
— Yo sólo recordé algo. — se alejó un poco. — no es nada malo.
— ¿Seguro? — lo tomó de una mejilla. — sabes que puedes confiar en mí.
— Lo sé. — sonrió mientras le daba un corto beso. — vamos, los chicos nos esperan.
El rizado no dijo nada, tomó la mochila del castaño y salieron rumbo a la cafetería. Al llegar los demás estaban ya ahí, Joaquín miró al rubio, el cuál también lo hizo y asintió.
— Joaquín. — le dijeron. — ¿Porqué no nos cuentas algo sobre tí?
— Mateo. — dijo el rizado.
— ¿Qué? Me interesa saber qué clase de persona sale con mi hermano. — vió al castaño.
— Mis padres me vendieron a un burdel. — los vió. — logré escapar al cumplir mis 18 años.
— Eso quiere decir que eres una puta. — dijo el otro.
— Yo no escogí eso. — lo vió. — yo no tuve cariño ni el amor y protección de un padre ó de una madre.
— Entonces estás con mi hermano por su dinero. — lo vió. —era de esperarse.
— Mateo. — dijo el rizado.
— Déjalo. — lo vió Joaquín. — veo que soy mal tercio aquí.
— Joaquín. — dijo, pero éste lo ignoró.
El rizado vió a su hermano, el cuál tenía el ceño fruncido, éste lo vió, quería ir tras Joaquín, pero debía de resolver primero lo del chico.
— ¿Cuál es el problema? — preguntó serio.
— Emilio lo escuchaste. — habló. — él puede pasarte cualquier enfermedad.
— Él no pidió eso. — se levantó. — además soy mayor que tú.
— Me agradaba más Camila. — dijo. — ella era mejor.
— Eres mi hermano y te quiero, pero en lo que respecta a mi vida amorosa no te metas. — habló. — además no se me olvida que dormiste con Diego sin ser nada, además Diego sabe todo lo que Joaquín sufrió.
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