La sangre brota muy lentamente, se desliza manchando aquellas suaves telas blancas, él no puede detenerse, pues esa es su maldición, pero dentro de ella ha encontrado algo que no la hace tan mala.
✓ Adaptación Autorizada.
✓ Contenido homosexual.
✓...
— ¿Qué ocurre? — preguntó mientras dejaba el libro y se acercaba al chico.
— La noche. — respondió en un susurro.
— ¿Qué pasa con la noche? — preguntó para abrazarlo.
— Está silenciosa. — lo miró.
— ¿Y? — habló.
— Si es así es muy peligrosa. — se dirigió a la cama.
— Que profundo. — habló el rizado para seguir al chico.
— Siempre hay que estar alertas. — dijo.
— ¿Cuánto falta para tu cumpleaños? — preguntó.
— 3 meses. — lo vió. — y estoy nervioso.
— Tranquilo. — le besó la mejilla. — estoy contigo.
— Lo sé. — lo volvió a besar.
Joaquín se subió encima del rizado para seguir besándolo, éste se recostó en la cama con el chico encima de él, el cuál sonrió mientras lo miraba.
— ¿En qué piensas? — preguntó mientras lo tomaba de la cintura.
— En lo mucho que lo amo. — respondió. — y lo mucho que deseo que esté conmigo siempre.
— Y lo será. — le sonrió mientras le robaba otro beso.
Joaquín sonrió mientras se sentaba aún encima del rizado, comenzó a quitarse su camisa para dejarla caer al suelo, Emilio por su parte se levantó y lo recostó para besarlo.
— Te amo Joaquín. — susurró.
— Yo también te amo Emilio. — susurró.
Él comenzó a quitarse la camisa con ayuda de su novio, ambos volvieron a besarse sintiendo lo frío y lo caliente de ambos labios, una pequeña línea de saliva los unía, sonrieron para ellos mismos.
— Me siento feliz de haberte encontrado. — lo volvió a besar. — y lo haría siempre.
— Igual yo. — lo vió. — si existe la otra viva no me cansaré hasta volver a encontrarte.
— Igual yo. — lo besó para que éste se recostara.
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El menor de los hermanos abrió los ojos y se sentó de golpe asustando al castaño a su lado, el cual lo abrazó.
— Mateo. — dijo.
— Debo llamar a mi hermano. — lo vió.
— Eleazar habló con Joaquín. — dijo. — ambos están bien.
— Pero debo de hacerlo. — lo vió. — aunque sea un mensaje.
— Está bien. — le pasó su celular.
El menor lo tomó y lo desbloqueó, buscó el nombre de su hermano y comenzó a escribir un mensaje muy rápido, cuándo terminó lo envió y luego miró al castaño, el cuál lo miraba.
— Tranquilo. — le dió un corto beso. — están seguros.
— Lo sé, pero sabes que soy muy miedoso. — lo abrazó.
— Tata cuidará a Matty. — le acarició su cabeza. — se lo prometió a tu hermano.
— ¿Y a tí quién? — preguntó.
— Tú si quieres. — sonrió.
— Eres muy cursi. — sonrió para darle un corto beso.
— Es tu culpa Matty. — hizo un puchero.
— A veces me pregunto si de verdad vas a tener 19 años y no 5. — rió.
— Que malo. — lo volvió a besar.
Ambos seguían en su burbuja de amor mientras el de ojos rojos miraba a su hermana, la cuál no decía nada, pues ambos hablaban mentalmente, ella suspiró.
— Bien le llamaré. — dijo.
— Gracias. — habló.
— Lo que no entiendo es. — lo vió. — si eres tú su creador él debe de servirte no hacer lo que se le plazca.
— Le dí la oportunidad de ser libre. — habló. — nunca pensé que fuera malo y egoísta.
— Es una consecuencia de nuestra maldición. — lo vió.
— Lo sé. — dijo. — pero Joaquín es mi hijo no de sangre, pero lo es y no dudaré en dar mi vida por él.
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