C a p í t u l o 1

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S I L V I A

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S I L V I A


No responde. Es la segunda vez que le llamo en los últimos quince minutos; también le he escrito,
pero con la misma suerte. ¿Es que pensaba acordarse de estar aquí a las dos?

Cuelgo y echo un vistazo al reloj que hay encima de la barra. Ya casi es medianoche. Aún faltan dos horas para que mi novio suponga que he salido de trabajar y venga a recogerme.

Y yo que creía que hoy había tenido la suerte de salir de trabajar antes.

«Joder.»

Tengo que arreglar el coche. No puedo seguir dependiendo de él para ir a todas partes.

La música satura el aire a mi alrededor. A mi derecha, los clientes ríen; a mi izquierda, las demás camareras rellenan de hielo el arcón.

Esto ya está empezando a molestarme. Si no responde es porque está durmiendo o ha salido. En cualquier caso, cuando se acuerde de mí ya será demasiado tarde. No siempre es así, pero tampoco sería la primera vez que me deja tirada.

Supongo que ese es el problema de que tu amigo se convierta en tu novio, que continúa pensando que, aunque la líe, podrá salirse de rositas.
Saco la camisa y la cartera de la uni del armario que hay debajo de los grifos y me guardo el móvil en el bolsillo. Me pongo la camisa de franela por encima de la camiseta de tirantes, la abrocho y meto la parte delantera por dentro de los vaqueros. Elijo ropa un poco sexi para que me den más propinas, pero ni de broma voy a andar por ahí con esas pintas.

—¿Dónde vas? —pregunta Shel mirándome de reojo mientras tira una caña.

Miro a mi jefa, con su pelo negro con mechones rubios recogido en una coleta alta y el tatuaje de una hilera de corazones diminutos que rodea la parte superior de su brazo.

—Ponen Posesión infernal en el Grand Theater a medianoche —le cuento a la vez que cierro el armario y me paso la correa de cuero de la cartera por la cabeza—. Iré allí a matar el rato y a esperar a Cole.

Shel termina de servir la cerveza y me mira como si quisiera decirme un montón de cosas, pero no supiera ni por dónde empezar.

«Sí, sí, ya lo sé.»

Ojalá dejara de mirarme así. Teniendo en cuenta que Cole no responde al teléfono, es muy probable que no venga a recogerme a las dos. Eso lo tengo claro. Igual está superborracho en casa de algún colega.

O quizá está durmiendo en casa, ha puesto una alarma para venir a buscarme y ha dejado el móvil en otra habitación. Es poco probable, pero no imposible. Aún tiene dos horas. Le doy dos horas.

Mi hermana está currando y en el trabajo no hay nadie que pueda salir para llevarme a casa. Está siendo una noche tranquila y yo soy la única que puede irse antes porque no tengo hijos a los que mantener.

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