J O R G E
No pagamos a medias ni de coña, vamos. Yo la invité, ¿no? Y si están aquí es para ahorrar, ¿o no? Paso por delante de ella para llevar la comida a la isla de la cocina e ignoro el dinero que me tiende.Suspira y suelta un pequeño gruñido. Me río entre dientes.
—Mira, la pizza la pago yo, ¿vale? Tú solo asegúrate de que no haya ni un trozo de tu queridísima lechuga en mi mitad.
—Ja, ja. —Va hacia la nevera y saca dos refrescos.
Yo soy un tío simple, de los que le gusta la pizza con pepperoni. Puedo entender lo de las pizzas de tacos, pero eso de que también lleven tiras de lechuga hervida ya no. Se las doy todas; que se las coma ella solita.
Separamos los trozos en dos platos. No obstante, antes de ir hacia el salón, me sirve un poco de verde en el plato con unas pinzas.
—Eh, gracias.
—Si te comes primero la verdura, cuando llegues a la pizza ya no tendrás tanta hambre —señala—. Es un truco que vi en Pinterest.
¿Pinter qué?
—Así comerás menos pizza —continúa—, ingerirás menos calorías y no estarás tan lleno después de cenar.
Ah, muy bien. Bueno, si me importaran las calorías que como, supongo.
Vale. A la mierda. Da igual. Me acerco a la nevera y cojo el aderezo ranchero que guardo en la puerta.
—No —suelta para advertirme de que no lo necesito—. Ya está aliñado con vinagreta de frambuesa.
Me yergo y me la quedo mirando.
Ella solo sonríe y se da la vuelta.
Cojo dos tenedores, le paso uno, y llevo mi plato y mi bebida al salón. Silvia me sigue.
Cuando ya nos hemos sentado, cojo mi tenedor y suspiro antes de clavarlo en la ensalada. Recuerdo lo que me decía mi madre sobre la verdura cuando no era más que un niño: sabe mejor si tienes hambre cuando te la comes. Me la comeré antes que la pizza, tal y como ha sugerido Silvia, y así acabo cuanto antes.
Me llevo el tenedor a la boca. El amargo sabor de las hojas está ligeramente camuflado por ese aliño dulce.
—¿A que está rico?
—No. —Acompaño la negación con un gesto de cabeza—. Me estás matando.
Se ríe.
—Bueno, gracias por probarlo. No hace falta que te lo termines si no quieres.
A pesar de sus palabras, me termino la ensalada. Al fin y al cabo, no me vendrá mal.
Y tampoco es que odie la verdura. Me gustan las mazorcas de maíz y... las patatas y esas cosas.