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A veces tengo la imperiosa necesidad de sentirme grande. Grande como los personajes que han cambiado la humanidad. Grande como Platón, Jesús, Mahoma, Einstein, Bach o Pessoa... No obstante, si ellos eran humanos —y nada más que eso— ¿entonces qué es ser grande?

Intuyo yo que la grandeza de un individuo reside en la capacidad de influencia que tiene su pensamiento u obra por sobre quienes la consumen. Hay libros que nos marcan para toda la vida, hay canciones que nos marcan para toda la vida, hay pinturas que se quedan grabadas en nuestra retina... Deseo firmemente algún día ser el creador de alguna de estas obras —aunque peque de ambicioso—. Quiero cosechar la capacidad de hacer algo que cambie el mundo de alguien. Y no por la necesidad de ser halagado por dicho logro, sino por el compromiso que siento, por la responsabilidad social que me fue otorgada al verme influenciado por las obras de los grandes artistas de la historia. Qué minúsculo me veo ante los ojos de la historia, pero espero que esta llama no se apague nunca.

SoliloquiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora