LXIV

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Qué más queda, que una vez desprendido del objetivo divino como sentido de mi vida, procedo a arrojarme a la consecución de metas sin otro propósito que ganarme el falaz adjetivo de 'eterno' para seres cuyo tiempo ya ha sido jugado por las cartas de la muerte. Analizo mi idea de convertirme en un ente abstracto, en una idea, un pensamiento, solo por el miedo que le tengo a ser olvidado. No sé si mi miedo es correcto o no. Pero entiendo que este miedo al olvido es el mayor motor de mi existencia. Un deseo individualista, completamente egocéntrico es el que impulsa a crear con la excusa de que lo hago "para la humanidad", cuando en el fondo solo es vanidad pura.

SoliloquiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora