LXXII

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Ven, acaríciame musa. Deposita mis incertidumbres entu hombro, tócame una canción que altere la rigidez de mis palmas, pulveriza elsilencio con tu estancia dulce y perecedera. ¡Cuánto quisiera poder llegar ati! Que tengamos más de una historia, porque somos más que una historia. Somoslágrimas, como peces que nadan en el arroyo de sus sentimientos e intentanliberar lo inefable: esa cuerda de la lira de nuestra alma, el hilo que nosune, y que como marionetas trastoca nuestros sentires haciendo que comosiempre, al final de la noche, cuando ya todo me sabe a gris, aparezcas paraenternecer mi recuerdo.

SoliloquiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora