XLVI

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Siento a la naturaleza del instinto como una toxina que fluye por mis venas. Me carcome que en la inútil búsqueda por el control de todas mis acciones, se alce mi versión mundana e irracional desde lo escondido de mi hipotálamo. Una porción del tamaño de una nuez a veces puede controlarnos más que toneladas de pensamiento. Al final del día no somos más que animales.

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