LXXI

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Recuerdo haber nacido en un mundo ajeno a los sufrimientos y tragedias que nos componen. El dulzor propio del dolor sazona el aprendizaje de la experiencia. Te marca la memoria. Usualmente solemos pensar en una vida sin dolor, una vida sin pesadumbres, una vida sin abismos, cuando estas son las únicas pruebas que tenemos de sentir todo lo bueno y bello que nos pasa en esta vida. No podemos saber qué es satisfactorio sin tener de referencia la agonía que sirva como punto de comparación. No adoro sufrir, pero si estar consciente de la importancia del sufrimiento para ser el ingrediente básico de mi fortaleza y plenitud mental.

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