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Helen Bryne.

Encontré a Hendrix después de una larga búsqueda por la cabaña y sus alrededores. Estaba cubriendo unos árboles incendiados, ¿Cuándo se habrían incendiado? ¿Quién los habría incendiado?

¿Quién más, idiota? Clark Wembley. Para que todos se fueran a ayudar a apagar el incendio y pudiera hablar conmigo a solas, que inteligente. Debo tener cuidado, él es peligroso y lo sabes, me había dicho el número desconocido y tenía razón.

– Helen, perdón por irme cuando estabas haciendo tu prueba, la hiciste muy bien, creo que es hora de que entres a los Devastadores. Bienvenida. – me explicó Hendrix, cuando llegué a su lado.

– ¿En serio? ¡Ay por dios, soy una Devastadora! – grité de felicidad y abracé a Hendrix, mientras él me sonreía. Todos aplaudían en el medio de la noche, y solo por mí, que felicidad.

– Mañana habrá una reunión y te nombraré devastadora, ven con tu mejor ropa, te pasaré los datos por mensaje, ahora tengo trabajo, puedes irte, Bryne, buenas noches. – pasó por mi lado, y desapareció por la puerta de la cabaña.

Volví a mi casa saltando de alegría mientras todos los vecinos me miraban raro, pero me importaba muy poco.

Mis padres me esperaban expectantes en el comedor de nuestra casa. Cuando entré y les conté lo sucedido se alegraron tanto que me abrazaron, como muy pocas veces lo hacían.

– Felicitaciones cariño, estamos muy felices por ti, llamaré a tu hermano para que venga a tu nombramiento mañana.

– No creo que pueda, está en época de exámenes. – dije decepcionada.

– Hablaré con su rector en Nottingham, nunca se le negará a su amiga y compañera de trabajo. – mamá y el rector trabajaban en conjunto en varios casos de su firma de abogados con mi padre.

– Genial, iré a dormir, mañana será un día largo. – digo, mientras me restriego uno de mis ojos, estaba cansada.

– Si cariño, ve. – dijo mi padre, sonriente, nunca lo había visto tan feliz, capaz desde que mi hermano había entrado a la universidad creo yo.

Dormí tan tranquilamente esa noche, como ninguna otra desde que era niña.

En la mañana tendría que tomar una decisión, ¿ir o no ir a la casa Wembley?

Mi corazón me decía ve, y mi cabeza decía ¿estás loca?, no, no, y no.

Hasta que al final estaba en la cima de la colina del pueblo donde había un castillo; viejo, de ladrillos, negro por el mal mantenimiento. Este castillo desde siempre me da miedo, parece una casa embrujada, pero hace unos pocos meses llegó una familia adinerada, y lo compró y lo renovó, la familia Wembley. Y para mi conciencia ya no parece una casa embrujada. Sigue siendo viejo, sí, pero ya no da miedo. Lo arreglaron tan bien que ya no tiene ni una rajadura en su frente.

Eran peligrosos, sí, según mis padres debía alejarme lo más que podía de ellos, pero aquí me ven, por tocar su timbre y comer un almuerzo con ellos.

Cuando toqué el timbre sentí un ruido sobre mi cabeza, una cámara estaba girando su lente para enfocar y ver quien era la loca que se le ocurría aparecer a esa hora del mediodía. Capaz si estaba loca, pero tenía que empezar a investigar a esa familia y ese almuerzo era lo mejor que tenía para entrar en esa fortaleza y, además, verlos en acción. Así que le sonreí a la cámara y saludé con una mano, en pocos minutos apareció una chica de pelo azabache y ojos grises que ya había visto antes, pero no recordaba dónde:

MarhallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora