Hendrix Malister
Eran las tres de la mañana cuando mi teléfono sonó. Creo que fue la llamada más significativa de toda mi vida, alguien había muerto en el pueblo, pero no era solo un "alguien", era Ed.
Aunque no lo hubiera conocido completamente, era una buena persona y su familia también, nunca creí que fueran desertores de los enemigos hasta que Kaomi me llamó llorando y me contó todo aquello.
- Kaomi, tranquila, respira, ya voy para ahí, ¿dónde estas?
- Estoy...estoy en la casa de Mark. – dijo después de tomar una gran bocanada de aire que se sintió desde el otro lado del teléfono.
- Bueno, ya estoy levantándome, espérenme ahí, y no desesperen. – me despedí, y comencé a colocarme los zapatos cuando mi hijo mayor Taylor, apareció en mi cuarto.
- ¿Qué haces despierto, pa?
- Problemas con los Devastadores, es urgente, alguien murió. – le contestó, mientras voy bajando las escaleras y comienzo a buscar las llaves y un abrigo, ya comenzaba ha haber noches más frías, el invierno estaba cerca.
- ¿Cuándo dejaras esas cosas? Es peligroso, ya no eres un niño.
- Lo hago por el bien de la familia y del pueblo, Taylor. – siempre era la misma discusión con ellos, nunca entendían que mi manera de seguir viviendo era saber que podía ayudar a mi pueblo. Desde que murió mi esposa no había conectar con mis hijos como antes, todo era un problema para ellos, supongo que en el fondo ellos me querían, pero igualmente me dolía ver como no me dejaban hacer lo que en verdad me gustaba, cuidar Marhall, y sus habitantes, aunque eso me podría costar la vida.
- Ya lo sé, papá, aunque deberías derivar algo de tu trabajo a alguien más, tu no puedes hacer todo solo, ya se que eres el líder, pero deberías tener a alguien que te ayude, para descansar. No puedes salir a esta hora, ya no eres un niño. – escuchar a Taylor me hacía dar cuenta que ya no era el de antes, ya no tengo la misma energía que antes, pero eso no me impediría ir a ayudar a mi segunda familia, los Devastadores.
- Me tengo que ir, en serio, ven conmigo si quieres, vas a ver porque amo tanto mi trabajo. – le propuse, aunque su cara ya me decía que no iría.
- Gracias, pero no, suerte. – se despidió Taylor, y comenzó a subir las escaleras.
Salí de mi casa, y subí a mi auto para ir a la casa de Mark. Después de varios minutos de conducir al final del pueblo encontré a Kaomi afuera esperándome, dando vueltas de un lado a otro por el porche de la casa, mientras se agarraba la cabeza. Mis sospechas se habían confirmado, le había dado un ataque de ansiedad, cuando llegué al lado de ella, estaba con sus ojos rojos de tanto llorar y respiraba agitadamente. No sabía que hacer así que hice lo que haría si mis hijos estuvieran en su lugar, la abracé. Kaomi comenzó a llorar desconsoladamente de nuevo, así que comencé a acariciar su espalda y decirle que inhalara y exhalara lentamente. Cuando estuvo mejor le pregunté donde estaban los demás.
- Están adentro. – respondió en un susurro.
- Okey, llevate a Helen a su casa y ve a descansar necesitas dormir. – le ordené.
- Pero ¿no quieres que me quede a ayudarte?
- No, ve a descansar, ya hiciste suficiente, Kaomi, ve a descansar y llevate a Helen, también debe dormir. Mañana hablaremos. – le contesté, sabía que si se quedaba iba a terminar peor de lo que la encontré.
Cuando entré encontré un escenario peor: Helen acostada en el sofá de la sala, completamente dormida, y Mark con un moretón en el ojo completamente violeta, y el labio cortado.
- ¡¿Que ha pasado aquí?! – le pregunto exasperado a Mark que miraba a la nada misma. Helen ni se inmutó, estaba frita.
- Anduve en una pelea, y estoy hecho mierda por lo de Ed. Helen lloro hasta el cansancio y se quedó dormida, yo me quedé a cuidarla.
- Bueno, ¿con quién te peleaste, para dejarte la cara así? - ¿Cómo le había dado para pelearse con alguien después de lo que pasó?, no lo entendía.
- Clark Wembley tiene una buena derecha. – contestó completamente normal.
- ¿Cómo que Clark Wembley?, ¿te peleaste con el enemigo?, ¿Qué hacía aquí él? ¿QUIERES EMPEZAR UNA GUERRA? – este chico se había vuelto loco.
- Sí, estaba aquí, hace una hora despareció. En total tranquilidad expresó que Ed lo había matado su organización y que Ed era un desertor de los Liberalties.
- Hablaremos seriamente de esto mañana. Vete a poner un hielo y a dormir. ¿Dónde están tus padres? Ah, y antes ayuda a Kaomi a llevar a Helen a su casa. – ordené, mientras me iba de la casa para el bosque a buscar a Ed y llamar a los detectives del pueblo, debíamos comenzar a investigar quien fue el causante de todo esto.
- Mis padres se fueron a Nottingham, y sí, señor, ya hago lo que me pidió. – contestó, mientras me acompañaba a la puerta de la casa a buscar a Kaomi para cumplir lo que les ordené.
- Me voy, mañana hablaremos de esto, los cuatro. – señalé a todos, hasta a Helen que seguía desvanecida en el sofá. Pobre chica, vio morir a su novio, ya lo va a superar, todo se puede olvidar, aunque yo todavía no lo hubiera hecho con mi querida esposa, mi Elizabeth.
Comencé mi trayecto hacia el bosque, dejaría mi auto en la casa de Mark, ya que no podíamos entrar los autos al frondoso bosque, solo podíamos dejarlo en la entrada de la última casa del pueblo, o sea la de la familia de Mark Peters. Cuando llegué a la mitad del bosque sentí la presencia de la muerte allí mismo. Siendo curador, podía sentir cuando alguien llegaba a su muerte o cuando alguien ya había muerto. En este caso, era la segunda.
Comencé a guiarme por mi instinto, tantos años controlando el poder ya sabía cómo usarlo a su máximo esplendor, pero igualmente siempre se puede seguir aprendiendo, en este momento no sabía de donde venía, algo estaba mal, alguien estaba impidiendo mis poderes, pero eso es imposible. Nadie podía hacer eso.
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Marhall
FantasyMarhall, es un pueblo en Inglaterra, donde todo no es muy normal como parece. Dicho pueblo oculta secretos, entre su gente y su naturaleza, entonces, ¿que pasaría cuando una familia adinerada, los Wembley, comprara la castillo de la colina más alta...