Helen Bryne
Escapé de la cabaña todavía con lágrimas en los ojos, pensé que ya no me quedaban más lágrimas, pero no estaba en lo cierto. Corrían por mi cara como si fueran autos de fórmula uno; rápidamente bajaban por mi barbilla y yo seguía corriendo por el bosque para ver si aquello paraba mi rabia, mi tristeza, mi decepción, todo eso junto, cada sentimiento pasando por mi mente. Dije que no iba a llorar por Ed, pero aquí estaba corriendo por un bosque al atardecer, sin percatarme de los lindos colores del crepúsculo. El sol se ocultaba y oscurecía el lugar dejándome sola con los ruidos de allí, estos eran parecidos a los susurros de seres que no quería imaginarme que aparecieran en mi peor momento.
Luego de un rato de trotar en el camino de vuelta a el pueblo me encontré con el final del bosque, ya no más árboles, ahora se veían casa, me quedaban varias cuadras para llegar a mi casa. Comencé a bajar la velocidad, pasé por varias casas de conocidos, pero no pensaba llegar a tocar la puerta de ninguna, este era un momento sola con mi yo interior, no necesitaba a nadie más. Todos alguna vez necesitamos reflexionar sobre cómo nos sentimos, este era mi momento. Percibí el olor del pasto recién cortado, el viento azotaba en mi cara, hacía frío pero no lo sentía, estaba protegida por mis poderes, podía protegerme del gran frío de la noche.
Pensé en todo lo que había ocurrido en estas pocas semanas, si mi yo del pasado se diera cuenta de todo lo que ocurrió en tan poco tiempo se largaría de este maldito pueblo, rompería la promesa que debía cumplir, iría contra todos sus propósitos en la vida. Pero yo no soy del pasado, soy la Helen del presente, y no me rendiría por solo una cosa que me haya salido mal, debía continuar. Nadie le ganaba a Helen Bryne, y eso tenía que cumplirlo, no era una cobarde.
Llegué a mi casa, estaba todo a oscuras, seguramente mis padres no se encontraran en casa como siempre, debería estar mi hermano en alguna parte a no ser que estuviera de compras para la cena.
Cuando abrí la puerta, Jacob se encontraba acostado en el sillón de la sala, mirando algo en su celular, cuando me vio entrar, me sonrió y me preguntó cómo me había ido en mi primer entrenamiento, dije un bien seco, me fue más que bien, pero no estaba de humor, tomé los restos del almuerzo de hoy de la heladera, me fui hacia mi cuarto y comencé a comer, era un rico estofado de algo con carne, no sabía bien qué era pero estaba bien, seguramente lo había preparado mi hermano, se le daba bien la cocina.
Pensé en mi primer entrenamiento, las palabras que me había dicho Gabriel no se me iban de mi cabeza, necesitaba averiguar qué me sucedía con él, pero con todo lo que estaba sucediendo no se si era bueno resolverlo ahora mismo, debía centrarme en otras cosas mucho más importantes que un simple chico. Debía entrenar, ser más poderosa que todos los demás Liberalties y terminar con lo que empezaron todos mis ancestros, esta guerra interminable con el gobierno. No sería fácil, pero era posible.
Lo único malo en toda esta ecuación era una persona que se llamaba Clark Wembley. Tenía información sobre mí y sobre Mark, que podría ser perjudicial para ambos, y él nos había prometido un trato por mantener la boca cerrada, del cual no nos había dicho nada. Odiaba esperar, no tenía paciencia, según Agatha era porque era Aries, y queremos acción en vez de estar pensando, y en sí, algo de razón tenía. Igualmente la astrología no iba a salvar a nuestro pueblo. Debía encontrar alguna forma de que Clark confiara en mí y se le escape el plan que su líder tiene contra nuestra organización. La pregunta es ¿cómo me gano su confianza? Algo que me había dicho Gabriel me respondía de la nada en mi cabeza: "enseñándote que puedo desviar la conversación hacia otro lado y hacerte salir de tu zona de confort, solo con acercarme a ti, si alguien tiene ese poder sobre ti, te vuelves muy manipulable." Eso debía hacer, debía hacerlo sentir atraído hacia mí, debía enamorarlo o por lo menos que sintiera algo de atracción hacía mí, y así podría entrar a su cabeza, solo necesitaba tiempo y algo de coqueteo. No creo que sea tan fácil conquistar a un espía, dice Gabriel, apareciendo de la nada en mi cabeza.
- Tú. - digo en voz alta hacia la nada misma de mi cuarto, si alguien me escuchaba diría que estoy loca.
Sí soy yo, estaba pasando por aquí para ver como estas luego del entrenamiento de hoy, debía asegurarme que no cayeras en depresión, bromeó en mis pensamientos.
- Pues ya me ves vivita y coleando, puedes irte de mi cabeza, necesito privacidad a veces. - el sarcasmo corría por mis venas cada vez que hablaba con él.
Me alegro, ya me largo, te dejo pensar tranquila como vas a seducir a Clark. Te doy un tip, si usas ese top que tenías puesto, lo conquistas. Habla por lo bajo, con una voz ronca que nunca le había escuchado, que me da escalofríos.
- Eres un bastardo, ya te tengo un nuevo apodo: bastardo. - digo casi completamente ruborizada, suerte que según mis estudios, solo podía escucharme y no verme con claridad cuando estaba en mi cabeza.
- ¿A quién le dices bastardo, Helen? - dice mi hermano del otro lado de la puerta, mientras la abre, ojala haya escuchado solo eso. Ahora mi cabeza estaba sin intrusos, nuevamente libre.
- Al que creó esta hermosa receta de estofado, es muy rico. - digo fingiendo una sonrisa y haciendo que saboreo la última cuchara que me quedaba de comida.
- Ahhh, pues, lo hice yo, pensé que ya la habías probado antes.- dice Jacob, mirándome con una cara extraña como si no me creyera lo que le digo, ni yo me lo creo. - Limpia tu cuarto, es un asco. - dice mientras se va, y cierra la puerta de mi cuarto con una cara de asco.
- ¡Lo haré! - gritó para que me escuche desde el otro lado del pasillo.
Vuelvo a estar sola en mi cuarto, me arrecuesto en mi cama y dejó el plato sucio en la mesa de luz, mientras veo mi techo y pienso nuevamente sobre todo lo que había sucedido. Odiaba estar sola, hace mucho tiempo no pensaba tanto como en estas pocas semanas que habían pasado. Era todo una nueva etapa: ser parte de los Devastadores, los Wembley destrozando todo lo que veían estable, los entrenamientos, muertes, aunque estas siempre estuvieron en mi vida, nunca tuve muertes tan cerca de mi entorno. Aunque Ed me haya decepcionado y herido, muy en el fondo, lo seguía queriendo, y eso no se va de un día para el otro. Ojalá pudiera borrarlo de mi vida, pero no puedo, fue una parte importante este último año. Las personas con las que tienes conexiones tan fuertes es difícil soltarlas, porque te tienen atado al pasado, a los momentos felices, y con él había pasado mis mejores momentos, aunque a mis amigos no les cayera tan bien.
Esta noche pensaba soltarlo, ya había llorado mucho, sería un proceso doloroso entonces hice lo que mejor sabía hacer: escribir. Cuando estaba en un mal momento, escribía, y para soltar a Ed, iba a escribir todo lo que me pasaba y lo iba a quemar lentamente, dejaría que el viento se llevara todas mis penas y comenzaría a vivir nuevamente, sin él.
Escribí una larga carta de despedida hacía él, como si supiera que se encontraba en algún lugar, donde supongo que está bien, en paz. Prendí una vela que tenía al lado de mi cama, y prendí fuego la carta lentamente, mientras la tenía en mis manos.
- Adiós, Ed. - susurro hacía el papel que se me quemaba en las manos.
La carta desaparecía con la ayuda de mis poderes, convertí en cenizas a los pequeños pedazos de papel que todavía estaban prendidos por fuego, sin apenas quemarme un dedo. Me levanté de mi cama, me dirigí hacia mi ventana la abrí y arrojé las cenizas al frío viento de la noche.
Ya no volvería a pensar en él, era el pasado, y al pasado no se vuelve.
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Marhall
FantasyMarhall, es un pueblo en Inglaterra, donde todo no es muy normal como parece. Dicho pueblo oculta secretos, entre su gente y su naturaleza, entonces, ¿que pasaría cuando una familia adinerada, los Wembley, comprara la castillo de la colina más alta...