11.

2 1 0
                                    

Helen Bryne.

Estaba sola y triste, en el bosque a altas horas de la noche, ¿Quién en su sano juicio hace eso? ¿Acaso Ed quería asesinarme trayéndome aquí? No tenía ni idea, pero la verdad cada vez estaba más confundida.

No debo contarlo, sino me matarán. No te voy a meter en problemas, me había dicho eso como con miedo en su voz, ¿quién lo estaba metiendo en problemas? ¿Por qué no me lo contaba? No lo entendía.

Justo en ese momento escuche un disparo, ¿venía de donde estaba Ed? Debía salir de allí lo antes posible, ¿Ed estaría bien? Ya no era mi problema, si el se había metido en problemas era su culpa.

- No te mientas, Helen, ¿o es que nunca lo quisiste?

Esa voz de nuevo, el rastreador.

- ¿Qué quieres y por qué apareces siempre que estoy en peligro? – le pregunté, ya con miedo de la respuesta.

- Estoy salvándote, deberías agradecerme. Sal de ahí antes de que aparezcan y sea peor.

- ¿Quién aparece? ¿Por qué me ayudas? – ya me comenzaba a doler la cabeza.

- Liberalties. Te ayudo porque soy un devastador tanto como tú, y mi misión es ayudarte. Hendrix me lo ha ordenado, ahora corre.

- ¿Cómo que Hendrix? ¿Por qué soy tan importante? – cada vez entendía menos lo que me decía. Comencé a correr por el bosque hacía la cabaña.

- No lo sé, yo solo sigo ordenes, si quieres saber tendrás que preguntarle tu misma, ¡ahora vete!, antes de que te atrapen. – la voz sonó cada vez más tenue en mi cabeza, seguramente la persona de la voz ya no tenía mucha más energía.

Corrí con toda la velocidad que los poderes podían darme. Era muy divertido hacer competencias con otros devastadores, pero en este momento era de vida o muerte. Llegué a la cabaña de los devastadores, era media medieval en la noche. Cuando era pequeña creía que cambiaba de forma y que todos vivíamos en algún capitulo de un cuento de hadas viejo de alguna película fantasiosa. Ahora es solo una casa emblemática donde he crecido y esta en todos mis recuerdos.

Entrar no fue difícil, solo debía mostrar mi cara en la entrada y me abrirían. Pase por los pasillos de aquella casa hogareña, ya no había muchas personas a esa hora de la noche, la mayoría estaban hasta que llegaba el crepúsculo, y todos volvían a sus casas en el pueblo. Andar en el bosque por la noche podía ser una muerte segura hasta para los devastadores, había criaturas buenas, pero otras que no. Estas eran creadas por los Liberalties, para asesinarnos indirectamente, aunque nosotros sabíamos sus puntos débiles, por eso y para eso entrenábamos, también para la guerra inminente que se lleva alargando hace siglos, sin embargo, esa historia siempre se les cuenta a los niños devastadores para que generen un compromiso con su pueblo. Eso me sucedió a mí, y a todas las generaciones de niños nacidos de los orígenes de este conflicto.

Desconocía si Hendrix estuviera en la cabaña así que fui directo a su estudio, donde atendía todo el papeleo que conllevaba ser el líder de una organización. Él siempre se quedaba hasta más tarde, era algo que sus hijos siempre se quejaban de su padre, él nunca estaba cuando lo necesitaban. Desde que su esposa murió, por culpa de un espía Liberalties. Él se entrometió más en la organización, nunca se perdonó la muerte de su esposa. Vivía para y por la organización, sus hijos quedaron en un segundo plano, haciendo que ellos dejaran su puesto en los Devastadores y se fueran del pueblo a vivir con sus abuelos.

Llegué a el estudio de Hendrix y toqué la puerta de madera dos veces, esperando que alguien me contestara del otro lado. Nada. En vez de eso escuche una voz detrás de mí:

- Se fue luego de que uno de sus hijos llamó a su padre diciéndole que estaba en el pueblo, creo que fue Taylor. – Taylor era el hijo mayor que era medico en Londres, se fue lo más lejos que pudo, pero se ve que había vuelto, algo raro. Luego estaba su segundo hijo, Dante, que era de la edad de mi hermano, Jacob, ambos iban a la universidad de Nottingham y estudiaban abogacía. Y el ultimo hijo de Hendrix era una chica de mi edad, Gema, que seguía en el pueblo, pero era muy callada y se llevaba con muy poca gente.

- Oh, gracias, Kaomi. ¿Estás de guardia? – Estaba sentada en un sillón en un estudio continuo al lado del de Hendrix.

- No, ya me estaba por ir, ¿quieres ir conmigo? Es mejor ir en duplas, en vez de solo, así nos cuidamos mutuamente, cada vez se ven más criaturas.

- Claro, me encantaría ir contigo. No me querría ir sola, es una noche muy oscura. – así que nos fuimos después de dar una vuelta por las instalaciones y ver que estaba todo en orden.

La noche estaba muy tranquila para ser real, algo andaba mal. Cuando no anda nada por allí es que algo a pasado para que todas las criaturas de la naturaleza han huido, y eso no era común. Esto solo pasaba cuando había, muertes. Ed, dime que no...Por favor. Díganme que no. Toque uno de los arboles para ver si sabían algo, y me contestó con una visión: La noche era oscura y estaba Ed hablando por su teléfono, alguien con una capucha aparece por atrás con un arma y apunta a la cabeza de él. Termina la visión con el ruido de el gatillo del arma lanzado la bala. Mierda, lo han asesinado como pensé. No, no, no. No puede ser. Las lagrimas comienzan a precipitarse por mis ojos y comienzo a respirar agitadamente. Justo en ese momento llega Kaomi a mi campo de visión borroso.

- ¿Qué pasa? ¿Por qué lloras, corazón? – trata de limpiarme las lágrimas, pero me aparto, y comienzo a negar con la cabeza.

- Ed..., Ed..., lo he dejado, y ahora se fue...No, no, no, no puede irse así, encontraré a quien le ha hecho esto... – susurro entre dientes y Kaomi me mira confundida, no entiende lo que digo.

- ¿Helen, que dices? ¿A dónde se ha ido Ed? – se me acerca y me abraza, esta vez la dejo, y sigo llorando en su hombro.

- Lo han asesinado, lo he visto en una visión, miralo con tus propios ojos. – le coloco su mano en el árbol que había tocado, pero ella no entra en ningún trance como yo hice.

- No, veo nada Helen, ¿Cómo hiciste para tener visiones si tu no eres rastreadora? – lo mismo me estaba preguntando, pero la verdad no sabía, siempre lo había hecho, podía hacerlo con cualquier cosa, hasta con las criaturas.

- No lo sé, yo siempre lo he podido hacer, pensé que era un poder en común que teníamos todos. – dije confundida mientras seguía respirando agitadamente, pero había dejado de llorar y miraba a Kaomi a los ojos.

- Eso solo lo pueden hacer los rastreadores, pero eso no importa ahora mismo, ¿dónde estará, Ed? ¿Tu estabas con él y después lo dejaste para irte por el bosque sola? Cuéntame, Bryne, sino no entiendo. – me expresó Kaomi, mientras me acariciaba y me miraba confundida.

- Lo que paso fue que nosotros venimos al bosque a hablar, porque estábamos mal hace semanas, desde que los Wembley llegaron, y discutimos porque él me dijo que no podía meterme en sus problemas y luego le dije que terminábamos, y me fui caminando por el bosque, dejándolo solo...Seguramente esas personas que lo metieron en problemas fueron quienes lo mandaron a asesinar, ¿hacerle daño? No lo sé...

- Okey, nos iremos a algún lugar seguro y llamaremos a los Devastadores para que sepan lo que ha ocurrido.

Comenzamos a caminar por el bosque, hasta que llegamos a la casa más cercana al bosque, la de Mark. Tocamos a su puerta y me derrumbé en sus brazos mientras Kaomi comenzó a contarle lo que había pasado.

- Cállense, no estamos solos. – dijo Mark mientras cerraba la puerta.

- Hola, queridos amigos.

Clark estaba aquí.

MarhallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora