xix.

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Tsu’tey no podía dejar de pensar, había dejado el avatar de Mireya a su suerte en medio del incendio. Con un poco de suerte no se habría calcinado, pero no podía quitarse el mal sabor de boca.

Nadie le había dicho nada sobre que él impidiera, la primera vez que había caído, que se chocara contra el suelo, pero desde que la dejó a su suerte la segunda vez había notado la mirada de Mo’at sobre él.

No se había atrevido a preguntarle el porqué lo había estado observando, tal vez ya lo sabía y no se atrevía a dejar pasar ese pensamiento.

Tragó saliva no muy sonoramente, ahora anhelaba el contacto de Mireya. Quería un abrazo de ella, solo de ella, pero si no estaba muerta, probablemente lo odiaría.

«El pueblo primero» se recordó. Había ayudado a los suyos, la mayor parte había llegado con algunas heridas, pero ilesos, al ábol de las almas. Sabía que el árbol de las voces había quedado destruído por culpa de los humanos, pero no se permitió pensar mucho en eso.

Mireya le había dicho que lo amaba antes de caer al suelo, desconectada otra vez, y él no había tenido tiempo de decirle que también la amaba. Apretó la mandíbula, todavía la amaba, y tal vez lo seguiría haciendo durante toda su vida.

Se escucharon unos gritos de algunos nativos que estaban cerca del anillo externo de roca. El guerrero giró su cabeza con rapidez, listo para defender a su gente con su vida si era necesario. Pero lo que vio hizo que se encogiera un poco sobre sí mismo.

Toruk Makto —susurró la Tsahìk.

Tsu’tey la miró una vez y devolvió su vista al Toruk que se acercaba a ellos. Se fijó en que había dos jinetes, pero solo uno conectado al gran reptil.

Última Sombra rugió cuando tocó el suelo, pero el jinete que había estado conectado a él consiguió que se calmara. Jake bajó del lomo y puso una mano sobre la gran cabeza del animal, luego ayudó a bajar a su hermana, que sorprendentemente tocó el suelo con una gracia felina, la gracia que Tsu’tey había afilado.

El Sully comenzó a caminar en dirección a los tres que más cerca estaban del árbol de las almas. El guerrero se habría puesto en pose de defensa de no haberse quedado clavado en su sitio por culpa de la mujer Sully.

Ella estaba acariciando al gran reptil sin miedo de que le hiciera nada, este incluso había medio cerrado sus ojos, disfrutando del contacto. Tsu’tey apretó los puños con fuerza, mirando ceñudo a Toruk.

Él oía partes de la conversación que estaban manteniendo Neytiri y el hermano de su amada, pero no se quedó con las palabras, no hasta que mencionaron a Grace.

—Mi amiga está muriendo —estaba diciendo Jake—, necesito vuestra ayuda para mantenerla aquí.

La Tsahìk miró al que tal vez ahora consideraba como un forastero, pero en vez de rechazarlo, dijo:

—Tráela aquí.

—Myr —llamó Jake.

Ella dejó de acariciar a Toruk y asintió con la cabeza una vez. Su hermano repitió su gesto y ella profirió los mismos sonidos que Tsu'tey había hecho una vez, luego, una ikran violeta apareció ante ella.

La Sully se subió con gracia y rapidez y alzó el vuelo, Jake seguía mirando en su dirección incluso cuando ella desapareció de su campo de visión.

Ni siquiera le había dedicado una mirada, solo se había centrado en Toruk, en su hermano, en la doctora. Tsu’tey se quedó estático en su sitio de nuevo.

—No te odia —le susurró Jake—, cree que eres tú quién la odia a ella.

—No la odio.

—Ya le hablarás, ahora mismo Grace es su prioridad. —El Sully le dedicó una mirada comprensiva al guerrero.

I See You || Tsu'teyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora