Prólogo

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(Sonido de alarma)

Yo: (apagando el alarma) eh? Ah bueno, aún tengo 2 horas para ir a esa escuela.

Pensé con cansancio y algo de pesimismo oculto.

No les diré mi nombre ni tampoco la edad, solo digamos que en estos momentos soy un joven cualquiera, con la diferencia de que soy cristiano y tengo una muy buena condición física, casi el de un atleta.

Entrene mucho porque quería defenderme por mi cuenta y poder levantar mi cabeza con orgullo como escanor.

Solo sé un par de artes marciales: karate (un poco) y muay thai (no tan poco).

Nota: dado a que no asistí al muay thai o entrar a uno más bien, tuve que investigarlo, practicar y aprender algunas de sus técnicas para familiarizarme y saber mucho más de este arte marcial, me atrevo a decir que es un poco más efectivo que el karate y por supuesto, más peligroso y doloroso. Se centra más en el uso de codos y rodillas, dando ataques mientras al mismo tiempo defiende partes importantes del cuerpo. Eso si, no tiene técnicas de defensa como el karate, al menos no en el nivel básico o avanzado.

Solía ser muy pesimista y miserable, ya que creía que entrenar no servía de nada por la idea de las balas de pistola y porque era un flojo en todo el sentido de la palabra, además de que deshonraba a Dios muchas veces.

Ahora soy diferente, al menos en entrenamiento físico no soy flojo y ya es algo dificil que deshonre a Dios, ya no soy el tonto chico miserable malagradecido que cree que lo tendrá todo regalado.

Sin embargo, mis padres me metieron a una escuela de alto nivel que yo no quería ir, aunque más que nada, es por flojera mental.

En esa escuela no solo enseñan de la forma tradicional (maldigo a los japoneses, sus costumbres y a sus tradiciones machistas!!!!)

Lo peor de todo fue el (insulto) viaje desde México hasta Japón, Dios!!! Porque me has enviado ahí?!!! Ni siquiera tienen comida variada!!!! Ni que fuese un profeta que vaya a profetizar contra naciones enteras por sus pecados!!!!

El viaje duró más de 12 (insulto) horas, me moría de aburrimiento y dado a que soy altura fóbico y avión fóbico, no me permitía dormir ni por un segundo.

Además de que la carga de mi celular y tablet en caso de emergencias se acabó al llegar a las 7 horas de viaje, y eso que ambas tenían 100% de pila.

(Suspiro) de todos modos no había internet.

Aunque para mi ego fue bastante aumentable el hecho de que mis padres confiaran en que me podría cuidar solo, para mi ladronfobia y criminalfobia fue algo muy aterrador.

Por suerte, el índice de criminalidad de Japón es mucho más bajo que el de México, lo cual implica más seguridad, pero aún tengo que estar alerta.

Los japoneses son unos cobardes suicidas que al no conseguir sus objetivos o no trabajar lo suficientemente, por cobardía de ser incapaces de aceptar que no pueden con cualquier objetivo que se propongan y de mejorar y superar ese enfermizo orgullo.

Nota: en Japón se conoce como uno de los países, si no es el más, con mayor tasa de casos de suicidios por el simple hecho de ser muy orgullosos como para aceptar la derrota.

Así que, tengo que mirar arriba en todo momento listo para evitar que un tonto cobarde japonés se suicidie contra el piso, no todos son así, pero la gran mayoría de los japoneses tienen serios problemas de ego y depresión.

Literal, si un extranjero se casa con una japonesa, lo toman como un matrimonio impuro, son muy racistas, machistas y nacionalistas esos tipos.

Pero... (suspiro) tendré que adaptarme a sus creencias y culturas ridículas, creo que seré amado entre las japonesas por no ser machista.

Un humano en un mundo de porquería Donde viven las historias. Descúbrelo ahora