Espectros, Amores y Fantasmas (LGBT)

17.

"Acabemos con la farsa de las dos mitades, nadie es media naranja de nadie"

— nos acercamos al objetivo- dijo Lorenzo al pequeño intercomunicador que tenía en la oreja.

— lo sé- respondió Aurelio desde casa. Sonaba raro decirle casa a la base pero ya se sentía como una. Había encontrado el calor de un hogar, como cuando vivía con papá- te estoy siguiendo por el satélite.

Dos horas atrás habíamos interceptado a un grupo de cazadores que formaban parte del grupo que buscaban a Bek. El Brujo había sido la carnada perfecta para atraerlos y María con Ank les habían caído encima.

Ahora nos encontrábamos en su camioneta, una Toyota Amarok roja toda sucia. Bek miraba por la ventana con impaciencia y yo solo me acomodaba el maldito abrigo que tenía puesto. El sur es muy frío y nosotros estábamos atravesando la comarca andina. Confieso que jamás había visto los Andes de cerca y verlos ahora es...majestuoso, una majestuocidad  fría.

— Bruno- aparté la vista de las mangas del pesado abrigo y miré a María- tu bajarás primero.

— lo sé.

— comportate como si conocieras hombres lobo de toda la vida.

Asentí con la cabeza, en la camioneta éramos cuatro, Lorenzo al volante, yo al copiloto y Bek y María detrás. Marina y Ank venían en otro vehículo detrás de nosotros, ellas son nuestro plan B. Las chicas se infiltrarian por la la cascada, como había planeado Aurelio.

Abandonamos una carretera llena de baches  y entramos a una calle privada en medio de un frondoso bosque, estaba todo cubierto de nieve. Era un lugar muy hermoso.

— ya saben que estamos aquí- dijo Bek.

Miré hacía afuera y vi una sombra Zigzaguear por los árboles. Respiré hondo y recordé todo lo que me había dicho Bek acerca de los lobos: podían oler sentimientos, oir los latidos del corazón para descubrir si mientes y destrozar tu cuerpo con sus dientes si los ofendes.

Lorenzo estacionó frente a una verja de hierro, un muro de piedra se extendía de lado a lado de la entrada y se perdía en el verde del bosque.

De pie en la entrada habían tres hombres y una mujer rubia. Lorenzo soltó un suspiro y puse los ojos en blanco.

— ¡puedo oír tus pensamientos!- gruñí- y son de los más asquerosos.

María pensó en "Bruno la misión" y me sonroje. ¡Es que oir lo que pensaba hacerle Lorenzo a esa rubia me ponía los pelos de punta!.

Me bajé algo torpe y me pare al frente de una mole de músculos de cabellos negros.

— Alfa Keller- saludé con pomposa educación.

— veo que has conseguido lo que estaba buscando- respondió la mole de músculos que solo tenía ojos para mirar dentro de la camioneta.

— el brujo está sano y salvo como lo pidió.

— imagino que dió problemas.

— bajen al brujo- ordené,  María y Lorenzo sacaron a Bek esposado del asiento trasero.

— tengo un equipo eficiente alfa- dije sin saber que más decir.

— al parecer sí- habló la rubia- pero no son brujos.

¡Ops! olvidamos ese detalle, los lobos pueden oler la magia y nosotros no somos magos.

— mis asistentes son humanos, son menos sentimentales que los brujos- mentí.

— Soy Bruja- dijo la mujer. Parecía una Barbie pero era intimidante.

— otra vez al infierno- interrumpió la conversación Bek para felicidad de todos- Kevin... Estás igual que siempre.

— Bek- saludó el lobo- de vuelta en casa.

— mí casa está a miles de kilómetros de aquí- miró a la rubia de arriba abajo- no me digas... Tu compañera oficial.

— Charlotte es la sucesora de La Mua, nuestra antigua sanadora- respondió el alfa.

— de seguro te sanó la herida que dejé en tú corazón- y acto seguido mí amigo le sacó la lengua a Charlotte.

— le dí lo que tú no le dabas... Un alfa debe estar siempre bien atendido- respondío la mujer con una sonrisa malévola. Los ojos de Bek se inyectaron de sangre.

— creo que deberíamos hablar sobre nuestro acuerdo- dije- en lo posible en un lugar no tan frío.

— claro- respondío el alfa- siganme- dio ordenes a los dos lobos que estaban junto a él. La verja se abrió y entramos hacia la aldea. Era idéntica a la de mí visión. Busqué con la mirada la casa donde estaba en el anillo pero todas eran iguales. Hasta que vi una cabaña inmensa en el centro del complejo. La reconocí de inmediato y sonreí para mis adentros íbamos justo para allí.

El alfa guió hacía su hogar y pidió que le entreguemos a Bek a dos lobos que aparecieron de la nada. Obedecí y lo seguí al fondo de un pasillo dónde había una única puerta, era su despacho.

El alfa se sentó en el escritorio y la Charlotte en sus piernas. Si Bek se encontraba presente de seguro los hervía a los dos en aceite.

— ¿cuándo habíamos acordado?- preguntó el alfa y yo me quedé mudo. ¿Debería decir dólares? ¿Los brujos acuñan moneda propia? ¿Y los lobos?.

— el monto inicial- evadí. María se dió cuenta y salió a mí rescate.

— lo que el jefe quiere decir que no cobrará nada más que la recompensa que usted ofreció por el brujo. Los cien mil pesos.

— mmm... Mor- habló Charlotte, su tono denotaba que nos había descubierto- la pechugona me resulta sospechosa... Todo este grupito- nos señaló con el dedo- me resulta sospechoso. No sé porque todo esto se me hace falso como las tetas de ésta- María la miró ofendida.

— la que puede puede y la que no crítica- respondió María.

— duerman- susurré y ambos cayeron dormidos.

— ¿lolas falsas?- se preguntó María tocándose el pecho- ¡son naturales!.

—¡Bruno! ¡Los lobos!- me recordó Lorenzo. Me acerqué al alfa Keller y coloqué mis dos manos en cada costado de su cabeza. Cerré los ojos y me dejé llevar. Mí mente se conectó a la del alfa, unos leves murmullos se oyeron en mí mente. Era como tocar cuerdas, cada una sonaba diferente. Las toque a todas juntas y las obligué a dormirse.

Al principio no sucedió nada. Lorenzo esperaba atento en la puerta, María miraba disimuladamente por la ventana.

La puerta se abrió de repente y todos nos asustamos. Lorenzo se adelantó para atacar.

— ¡tranquilo!- dijo Bek- ¡soy yo! Los lobos duermen.

— ¡funcionó!- festeje.

— sí, ahora solo  nos queda buscar el anillo- nos recordó María.