Capítulo 38

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La resurrección del gran Dios




La celebración estaba en todo su apogeo.

La cerveza y el vino ya hacía efecto en casi todos los vecinos de Hanok y, al estar achispados, más gente bailaba en la plaza del pueblo. SunHee era una de las vecinas qué bailaba con elegancia provocando que muchos hombres suspirasen por ella. La joven recién casada bailaba muy pegada a su marido que estaba medio borracho. JungSeok no era de los que bebían mucho y al hacerlo, pronto se le subia a la cabeza y se ponía extremadamente risuello, torpe y más cariñoso que de costumbre.

El joven granjero, tomaba a su adorada esposa por la cintura y le susurraba al oído todo lo que su belleza despertaba en él y ella lo notaba perfectamente sin que él tuviese la necesidad de hablar.

SunHee sabía perfectamente que su extremada belleza provocaba el deseo y la pasión de todos los jóvenes de Hanok ya estuviesen casados o solteros. Y eso le gustaba. Le proporcionaba un gran placer de superioridad y se sentía poderosa y codiciada. Solo con pedirlo, todos se arrastraban a sus pies y se peleaban para cumplir sus deseos. Había tenido una suerte tremenda en fijarse en JungSeok. Porque ella lo amaba realmente.

Pero eso no quitaba que le gustara qué todos suspirasen por ella y le hiciesen proposiciones completamente indecentes.

No había ni un solo dia en que no se le acercasen sus antiguos pretendientes con alhajas o flores acampándolo con palabras pasionales, Y entonces ella se sentia tan poderosa y ellos se veían tan vulnerables y poca cosa, que SunHee los manejaba a su antojo. Les decía lo que ellos querían oír sin comprometerse y los encandilaba con algún casto beso en los labios para que ellos creyesen que ella seguía suspirando por ellos cuando era completamente falso.

SunHee solo suspiraba por JungSeok pero a él también lo tenía comiendo de su mano. Lo cierto es que ella era una persona manipuladora y calculadora y no se avergonzaba de ello. Jamás sintió ni una pizca de pena al utilizar a su hermano para que él cargase con toda la responsabilidad de llevar su antigua casa cuando tuvo ocho años, Jungkook era un niño fel y sumisl con unos deseos de ayudar tan estúpidos qué SunHee se limitó a que su perdedor hermano se ocupara de todo. Ella, con su belleza, conmovía a los vecinos mientras que su hermano los enfuruñaba con sus ideales justicieros.

A su hermano menor jamás le había gustado la caridad. Solía decir que mientras tuviese un solo aliento de vida jamás aceptaría la ayuda de nadie y menos de las personas que solian hacerlo buscando algo a cambio. Pero SunHee no era así y ella aceptaba todo lo que le daban, por eso ella había prosperado y Jungkook  había acabado quien sabe donde con un justo y merecido castigo. Tal vez su incorregible hermano menor estuviese muerto, ¿Y que menos que merecerse la muerte? SunHee nunca había aguantado a su hermano ¿pero qué remedio le había tocado que fingirlo para sobrevivir? Jungkook era demasiado bueno con ella y SunHee se aprovechaba de ello como siempre se había aprovechado de las buenas ocasiones.

La canción acabó y todos los bailarines aplaudieron antes de que los músicos tocasen la siguiente pieza. La música sonó con alegría de los toscos instrumentos y SunHee reconoció la canción con la cual había abierto el baile el día de su boda. No pudo evitar sonreír con algo de maldad.

Le vino a la memoria la gran mentira que le soltó a su hermano mientras este se probaba el sencillo traje verde que usaría el día del enlace de SunHee. Como buena hermana, lo agasajó diciéndole que aquel color favorecía sus bonitos ojos, "Estas tan precioso Jungkook. El verde resalta muchísimo el color de tus ojos. Siempre he tenido envidia de tus ojos, en ellos reflejas el ardor de tu corazón, Es como mirar directamente a tu alma".

El Castillo de las Almas (Amante Demonio)JIKOOK👣 adptDonde viven las historias. Descúbrelo ahora