Capítulo 41

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Demasiado poco


Jiho, con los brazos cruzados y la ira carcomiéndolo por dentro, esperaba a que el maldito de Naburus tuviese la decencia de salir de los escombros. Había llegado al castillo justo a tiempo de salvar la vida de Yoongi. El demonio miró de reojo a sus otros dos congéneres qué se abrazaban con una desesperación tan palpable que algo en su interior dolía profundamente.

-¿Se puede saber que pretendías burro? ¿No ves que podrías haber muerto si no
hubiese llegado Jiho? - le decía Hoseok  con desesperación sin dejar de besarle las mejillas.

- No me importaba morir con tal de salvarte Hobi - respondió él -. No podría vivir sin ti, te quiero.

Algo dentro de Jiho se rompió y miró con la respiración agitada el agujero de la pared donde había estampado al demonio traidor. Así que al final Yoongi se había arrojado a los brazos de aquel desdichado cocinero. ¿Bueno y a él qué ¿Qué le importaba que el  estúpido de Yoongi se hubiese enamorado de otro? Apretó los puños.

Si le importaba.

Le importaba porque él lo quería. Ahora, viendo su inminente muerte, había sido lo bastante sincero consigo mismo y lo había podido admitir. Él lo había amado durante todos aquellos años en silencio, renegando de ese amor sin querer aceptarlo, Por eso lo había abandonado por una de sus hermanas, para sacarse aquel extraño sentimiento que lo dejaba debilitado y dolorido. Aquel extraño sentimiento que se apoderaba de él cada vez que él le sonreía, cada vez que él lo tocaba. Cada vez que hacían el amor.

Había sido amor.

Un amor tan grande que ni con todas las mujeres y hombres que había estado ñ jamás lo había podido borrar de su alma.

Y aquel era el motivo por el cual odiaba a
JungKook.

Él exudaba amor. Cada poro de su cuerpo expulsaba aquel dulce efluvio que se transformaba en ponzoña cuando tocaba
su piel. Lo odiaba porque lo envidiaba. Él  qué quería poder llegar a ser como Jungkook. Ser capaz de abrir su corazón de tal modo que otro corazón lo aceptase. Jiho miró hacia el sauce llorón. El cuerpo de Jungkook reposaba allí con los ojos cerrados y el rostro en paz. Parecía dormir envuelto en una extremada belleza. El demonio apartó la mirada incapaz de seguir contemplando aquel hermoso cadáver lleno de una extraña pureza. Se sentía sucio.

¿Qué había hecho?

- Vosotros dos - les dijo a Yoongi y a Hoseok - fuera de aquí. Yo me ocuparé de Naburus.

- Pero... - dijo Yoongi dubitativo.

- Es mejor hacer lo que dice Yoon, JiMin
nos necesita - intervino el cocinero.

JiMin.

Jiho no quiso ni mirar a su mejor amigo pero se obligó a hacerlo. Estaba tremendamente malherido y él no había querido aceptar su ayuda. Antes de intervenir en el último ataque de Naburus, había acudido junto a su amigo para curarle.

- JiMin - le dijo aterrizando a su lado y agachándose con las manos extendidas a pos de curarle. Pero JiMin le había aferrado la muñeca con una gran fuerza y le había mirado con los ojos llenos de esperanza.

- Sálvales Jiho porque yo no puedo. No quiero que me cures, no te debilites pos mí, solo quiero que los salves a todos.

Sus ojos estaban llenos de lágrimas y eso le turbó. ¿Un demonio llorando? Los demonios no lloraban, no poseían corazón para poder hacerlo. Pero JiMin ahora tenía uno y estaba completamente desgarrado por su culpa. Había cometido un error. Había condenado a su mejor amigo, a su único amigo a la muerte y todo por un odio irracional a un hombre  humano. Al único hombre que podía salvar a JiMin.

El Castillo de las Almas (Amante Demonio)JIKOOK👣 adptDonde viven las historias. Descúbrelo ahora