Capítulo 3

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El peso de algo indescifrable



Jimin contemplaba las estrellas desde la gran ventana abierta de su biblioteca personal. Siempre le habían fascinado las estrellas , tan la jamás y brillantes que alumbraban a través de años luz en el cielo nocturno del planeta tierra. En el infierno nonhanian estrellas y tampoco satélites como la luna terreste. Allí el cielo siempre era anaranjado como un eterno atardecer, con esferas de color de la obsidiana como única decoración.

El demonio apoyó los codos en el muro de piedra y se quedó observando el mar de estrellas mientras le inundaba el arrepentimiento. No era la primera vez que lo sentía, ni la última y eso lo sabia tremendamente bien. Aquella tarde había cambiado la estudiada ruta de sus paseos vespertinos y había acabado en los lindes  del bosque de las afuera de Hanok, inundado por el sonido de la musica de un bonito vals.

Ahí avía visto a un chico triste que lloraba y algo dentro de el vibró he izo que lo mirase en silencio, escondido tras un manzano.

Nunca había visto a un joven tan lleno de tristeza como aquel y más en la fiesta de una boda, la cuál, era la boda del siglo en el pueblo, ya que se casaba la joven mas hermosa con el joven mas rico. Todo un acontecimiento que había llegado a sus oídos y a los de sus siervos en el castillo.

Pero eso no fue lo que mas le sorprendió. Lo que mas le llamó la atención fue que el chico que lloraba desconsolado y lleno de soledad, fuese el hermano menor de la joven recién casada. Aquello no le cuadraba para nada.

Sabía que no debía hacerlo, no era su estilo, pero no pudo contener la curiosidad que sentía y utilizó sus poderes para leer el corazón de aquel joven y lo único que obtuvo fue soledad y resignación.

Aquel joven casadero, se había resignado a permanecer solo y abandonado toda su vida y aquel sentimiento lo estaba consumiendo.

Jimin se apartó del corazón del chico y decidió alegrarle la velada. En verdad, ni siquiera fue una decisión, fue un impulso que le salio del fondo de su alma demoniaca. Él, todo un demonio de los infiernos, sintiendo compasión por un débil mortal. Definitivamente la vida en la tierra lo estaba debilitando.

Le habló sin pensar, sin medir las consecuencias de sus actos, ni para él, ni para el chico. Lo sacó a bailar ya que eso deseaba su corazón en aquel momento y cuando comenzó a disfrutar de ello, el aire se llenó de calidez e inundó el pecho inerte de Jimin y tuvo la sensación de que a él también le latía el corazón aunque careciese de él.

Fue consciente del gran peso de sus actos, cuando aquel joven lo miro de aquel modo tan intenso, en su mirada castaña como el chocolate fundido. Entonces le invadieron los recuerdos del incidente de la pequeña EunBi y se despidió nada mas acabar el vals. Pero el corazón de JungKook volvió a tomarse frío y sus ojos mostraron dolor y resignación, eso le produjo un dolor indescifrable en el lugar donde no tenia corazón al igual que todos los demás demonios.

Un arrebato se apoderó de su cordura y lo arrastró bajo un pino para poder contemplarlo y acariciarle la mejilla de piel blanca. El deseo de besarlo fue mas fuerte que su entendimiento y antes de desaparecer le dijo quien era, para que le odiara y olvidase de él.

Había sido un idota. Había querido aliviar el dolor de aquel humano y lo único que habia hecho fue darle falsas ilusiones, lo mismo que había estando haciendo incontables veces a lo largo de los siglos para robarles el alma a chicos y chicas soñadores y llenos de vida.

Pero él ya no era así, había decidido cambiar porque aquella maldad sin sentido, no le llenaba, ni conseguían que pudiese obtener lo que deseaba: un corazón.

El Castillo de las Almas (Amante Demonio)JIKOOK👣 adptDonde viven las historias. Descúbrelo ahora