Capítulo 10

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El culto al gran Dios

El día despuntaba el alba y SunHee se estirazó en la gran cama vacía. Su marido hacia una hora que se había levantado para ocuparse de los quehaceres de la granja y ella debía hacer otro tanto. Se levantó y se vistió con un lindo vestido campestre de rayas blancas y azules dejando relucir mas el color de sus ojos. Se miró al espejo y se peinó su pelo que estaba levemente desaliñado, dejándolo liso.

Estaba esplendorosa y increíblemente bella. Su nueva vida de casada no había hecho mas que acentuar su belleza natural. Ahora podía vestir sendos de vestidos de buena tela y finos diseños que serian la envidia y la admiración de todos. Siempre supo que podría conseguir a un buen partido, que la amara y la consintiera como ella se merecia y JungSeok era todo lo que ella deseaba y lo amaba por ello.

Junto a él ya no tendría que trabajar desplomándose en la taberna del pueblo, sirviendo cerveza barata y vino corriente a los borrachos sobones que querían ponerle la mano encima. Ahora era la respetable esposa del granjero mas rico de Hanok y no tenia que ma tener a nadie.

La imagen de su hermano se dibujó en su mente y la desechó instantáneamente. JungKook era historia para ella. Aunque su hermano menor la había mimado y había trabajado el doble que ella -en el campo, la panadería y haciendo trajes por encargo- SunHee nunca podría perdonarle su mala fe y su traición en el día de su boda.

Pero no había conseguido el propósito que él se había impuesto. El gran Dios no se había sentido ofendido y su boda no había quedado manchada por la afrenta de la presencia de aquel demonio.

Desayunó en el gran comedor exquisitos bollos rellenos de crema mientras una de sus criadas se ocupaba de limpiar y de los quehaceres del hogar. Ella solo tenia que llevar la casa ordenando a su antojo y disfrutar de todo. Sonrió mientras se acababa su té.

Miró el reloj de cuco y se apresuró a acabarse el desayuno. No podía llegar tarde al sermón del padre KyungSoon en el templo. Llamando  a Jisoo a gritos, SunHee se levantó de la mesa y fue en busca de sus guantes y su bolsito. La joven sirvienta apareció frente a su señora con el moño mal peinado y la ropa arrugada. Aquella chica era un desastre.

-Vamos o llegaremos tarde al templo- apremió a la sirvienta. Jisoo cogió su chal y caminó tras su señora hasta la calle.

El sol brillaba con fuerza en el cielo despejado de nubes, llenándolo de esplendor. La recién casada sonrió dando gracias al gran Dios por aquel bonito día. En el fondo de su corazón, tenia miedo de salir a las calles del pueblo y que todos los vecinos cuchucheasen y acribillasen con preguntas personales. Pero con aquel día tan fantástico nada había de temer. Nadie le preguntaría si había consumido su matrimonio o si JungSeok pensaría en repudiarla. Todos y cada uno de sus vecinos darían por echo que los recién casados eran sumamente felices lo cual era cierto.

Pero había una mancha negra en todo aquello: su hermano. No lo había vuelto a ver desde el instante en que el sacerdote irrumpió en su casa para solucionarlo todo.

Espero que el padre KyungSoon se haya ocupado del problema y lo comunique hoy en el sermón- pensó la joven sin dejar de mostrar un semblante radiante.

El Castillo de las Almas (Amante Demonio)JIKOOK👣 adptDonde viven las historias. Descúbrelo ahora