Capítulo 8: Show

147 77 3
                                    

El mes de noviembre es de locura. Todo el instituto se vuelva en el evento en defensa de Fátima. Parece que las personas necesitan una injusticia cercana para salir del estado de embotamiento en el que viven, y de verdad que están saliendo. Mucha gente nos para por los pasillos, en la entrada del instituto, preguntándonos por Fátima. Se crea un comité organizador del que obvio decir quiénes son presidente y vicepresidente. Nico no está en el sarao; ha abandonado los estudios y ya no viene nunca. A nosotros nos dejan ser vocales del comité y así participamos en las reuniones. El evento coge tal altura que la directiva del instituto se implica. Así, en muchas de las reuniones hay una profesora con nosotros. Esto hace que el clima sea distinto, todo es, aparentemente, respetuoso, inclusivo e igualitario.

En el último encuentro una semana antes del evento, al cual se decide llamar Jornada en contra del Matrimonio Forzado. Todos y Todas con Fátima, se acaba de planificar el orden y el contenido. Estamos Sandra, Gonzalo, Paula, Natalia, Lucía, Mario, Jaime, Juan y yo. La subdirectora preside con mucho orgullo la reunión:

—En nombre del director y del claustro de profesores, queremos felicitaros por esta iniciativa tan solidaria. Estamos orgullosos de alumnos como vosotros y tenéis todo nuestro apoyo para la jornada de la próxima semana —asegura.

—Es un orgullo estudiar en un instituto como el nuestro, que ha ofrecido desde el inicio el respaldo a una compañera que está sufriendo una injusticia terrible —dice, muy solemne, Sandra.

—Hemos preparado la jornada con mucho esfuerzo y cariño. Pensamos que el primer paso en la promoción de los derechos es la sensibilización, y no queríamos dejar pasar esta oportunidad —aclaró Gonzalo.

Sandra vuelve a tomar la palabra, parece una ministra:

—Cada compañero te puede explicar su función. Hemos trabajado muy duro y queremos transmitirte que está todo muy controlado y saldrá muy bien. Sabemos que viene una concejala y que esto, de alguna manera, nos pone a prueba.

—No tengo ninguna duda de vuestra gran capacidad de trabajo, Sandra y Gonzalo, y tampoco tengo ninguna duda de vuestra humanidad —afirma la subdirectora.

—Si os parece bien, chicos, vamos explicando las funciones de cada uno y la situación actual. ¿Empiezas tú, Paula? —anima Gonzalo.

—Bueno, pues se han inscrito 344 alumnos. Si añadimos a la parte del claustro que vendrá y a la concejala, seremos un total de 351 personas, por lo que hemos reservado el salón de actos.

—La jornada empezará a las cuatro de la tarde, después de las clases, con una bienvenida por parte de Sandra y Gonzalo como organizadores e impulsores de esta iniciativa. Después habrá unas palabras suyas, si le parece bien, y, por último, de la concejala —sigue explicando Paula.

—Me parece fenomenal. No olvidéis que primero hablará la concejala y después yo misma.

—La bienvenida no debería durar más de treinta minutos —aclara Paula.

—Perfecto.

—A continuación, vamos a proyectar un vídeo sobre la realidad de los matrimonios forzados alrededor del mundo. Dura unos cuarenta minutos y ofrece una visión global de esta terrible lacra. Desgraciadamente, más de doce millones de niñas sufren cada año un matrimonio forzado. Son datos que todos deberíamos conocer y ante los cuales todos deberíamos luchar —añade Sandra con una cara de dolor exagerada.

—Es lamentable —expresa la subdirectora

—Mario, Juan y yo estamos a cargo de todos los temas técnicos: proyección, luces, sonido... —dice Jaime.

—Una vez acabada la proyección, haremos un pequeño descanso. Con el dinero que hemos recogido podemos cubrir el gasto de una merienda para todos. Hemos recaudado 577 euros —dice Lucía con mucho orgullo.

—Es impresionante, chicos. De verdad que estoy muy orgullosa de vosotros —vuelve a decir la subdirectora.

Juan y yo escuchamos todos como si fuera un teatro, y quizás en ese preciso momento me doy cuenta de que la vida muchas veces es así, un teatro. Juan y yo estamos en el público absortos por la excelente interpretación de la monarquía absoluta como alumnos modélicos, solidarios y, ante todo, humanos.

—Bueno, y al final vendrá el plato más fuerte, la intervención de Fátima —dice Sandra—. Nuestros compañeros ya han hablado con ella y ha grabado un vídeo en que agradece todo lo que estamos haciendo y pide que la ayudemos a volver. ¿No es así, Judith?

—Así es, Sandra. En principio pensamos que podría hacer una intervención en directo, pero como en su aldea la conexión a internet es inestable, hemos preferido grabar un vídeo.

—¿Lo podríamos ver antes? —pregunta la subdirectora.

—Bueno, es el meollo de todo el evento y nos gustaría sorprenderos a todos. Conocéis a Fátima y lo ha hecho con mucha sensibilidad. Es inspirador y moviliza, que es lo importante.

Impopulares - ¡A la venta en Amazon Kindle!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora