Ace se quedó inmóvil, mirando al hombre canoso y su mano amputada.
"¿Qué hace aquí una cosita tan bonita como tú?", balbuceó, pero Ace permaneció en silencio. Estaba pálido, sucio y deliraba por la pérdida de sangre que se acumulaba a su alrededor.
Ace saltó de la plataforma de cemento en la que se encontraba y, saltando los escalones, se dirigió lentamente hacia aquel hombre, con el cuchillo aún empuñado en la palma de la mano. Tras ignorar sus comentarios anteriores, ambos se miraron fijamente. A ella le costaba asimilar algo más que el hecho de que él estaba sentado junto a su propia mano, con la sangre hirviendo sobre el pavimento caliente. Ella se tomó un momento para mirar a su alrededor con la sorpresa pintada en sus rasgos. Era una azotea vacía, sin un alma a la vista, lo que la dejó con un millón de preguntas.
El hombre mayor, apenas consciente, la observaba, asimilándola. Llevaba el pelo recogido en una pequeña cola de caballo, sin incluir el flequillo corto y peinado hacia un lado delante del pañuelo rojo que llevaba atado a la cabeza. Estaba cubierta de suciedad y su ropa era una franela demasiado grande metida dentro de unos vaqueros desgastados.
"Bueno, realmente eres una cosa bonita, ¿no?", sonrió con satisfacción, la adrenalina que tenía era lo único que le mantenía despierto.
Ace se apresuró a acercarse a él, se agachó hasta quedar a su altura e inmediatamente llevó su mano al brazo mutilado. La sangre brotaba a borbotones, goteando sobre su palma. Sus ojos se abrieron de par en par ante la herida reciente, de la que sobresalían trozos de hueso blanco pálido. "Te estás desangrando".
Resopló: "¿Ah, sí? Gracias por señalarlo, cariño".
Ace apretó la mandíbula. "¿Qué ha pasado?", preguntó apresuradamente, con los ojos recorriendo las esposas, la sierra y la sangre. Intentaba evaluar la situación para saber qué hacer con él. Cualquier cosa que le demostrara que este hombre no había sido mordido.
El hombre sonrió satisfecho, echando un poco la cabeza hacia atrás. "Morí y fui al cielo. Debe haber un ángel como tú aquí para cuidar de mí".
Ella lo miró, frunciendo las cejas. Sus ojos recorrieron ahora su rostro, ya no observaban su muñón. Tenía la cara ampollada por el sol, envenenada. Tenía los dientes de color amarillo oscuro y los ojos casi salidos de la cabeza. Ya había visto eso antes.
Ace se mordió el labio mientras consideraba su situación. Miró hacia atrás por encima del hombro. "Hay una cocina dentro. Podría haber algo para cauterizar tu brazo, detener la hemorragia".
"Ves, sabía que eras un ángel", balbuceó, su cuerpo rodando mientras trataba de levantarse.
Ace había aprendido rápido al crecer a ser escéptica con la gente nueva, sobre todo en los últimos 42 días, pero no pensó en preocuparse por ese hombre. Era débil y alto, lo cual no era algo que le pareciera una amenaza. Y fuera lo que fuera lo que le había traído hasta ahí, necesitaba su ayuda. Esas situaciones eran para lo que ella estaba entrenada, y a menudo no se tomaba tiempo para pensar si debía ayudar. Todo el mundo merecía ayuda, no importaba quién. Ese era un problema para más adelante.
Ace se acercó más a su lado, echándose el brazo bueno alrededor del hombro y ayudándole a levantarse, lo que acabó con ambos soltando gruñidos de lucha. Él no era el más ligero y aún sentía mucho dolor y delirio. Cuando lograron levantarse, Ace se aferró a él, esperando que no llegara muy lejos.
"No necesito tu maldita ayuda para caminar, piérdete", refunfuñó, balanceando el cuerpo.
Ace mantuvo la calma, acostumbrada a ser serena en esas situaciones. Ella no se movió y empezó a acompañarlo por el tejado.
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The Sharpest Lives | ESPAÑOL
FanfictionDaryl Dixon/OC. Romance lento. Ambientada en el inicio de la temporada 1 de TWD. Tras pasar de un hogar adoptivo a otro durante la mayor parte de su vida, Ace nunca tuvo mucho. Estaba acostumbrada a estar sola. Pero cuando el mundo se vino abajo y s...