❝𝒀 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝒍𝒂 𝒍𝒖𝒏𝒂, 𝒅𝒆𝒃𝒆𝒎𝒐𝒔 𝒑𝒂𝒔𝒂𝒓 𝒑𝒐𝒓 𝒇𝒂𝒔𝒆𝒔 𝒅𝒆 𝒗𝒂𝒄𝒊𝒐 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒔𝒆𝒏𝒕𝒊𝒓𝒏𝒐𝒔 𝒄𝒐𝒎𝒑𝒍𝒆𝒕𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒏𝒖𝒆𝒗𝒐❞
Cassandra Harper, rota desde hacía mucho tiempo, con heridas que no cicatrizan y una mirada gélid...
Llevábamos meses igual, caminando por carreteras y bosques, entrando a casas vacías y cogiendo todo lo que quedaba dentro.
Estábamos cansados, hambrientos y sedientos, pero seguíamos a Rick sin importar lo que pasase.
Daryl y yo habíamos avanzado considerablemente en la relación, si es que se le podía llamar así. Yo diría que sí, pero nunca le había preguntado, así que no me arriesgaba.
Respiré hondo, mientras Rick nos sentía una sola vez con la cabeza y yo alzaba el arco en respuesta afirmativa.
El líder abrió la puerta de la casa con fuerza y se cargó al primer caminante. El segundo fue matado por T-dog, mientras yo, con el arco por delante, entraba para revisar las habitaciones.
Pasé por el lado de T-dog, moviéndome con cuidado y sin dejar ningún punto ciego. Miré hacia atrás, encontrando a Daryl con la ballesta cargada.
Me señaló las escaleras en silencio y le asentí con la cabeza, mientras el y T-dog las subían con la vista fija en la parte superior.
Yo continué mi camino hasta la última habitación de la casa, entrando y revisando las esquinas para asegurarme de que no hubiera caminantes.
Al encontrarla limpia, bajé el arco y rebusqué entre la ropa de la cómoda, cogiendo una camiseta de manga corta no muy grande y una chaqueta algo vieja.
Me quité la camiseta sucia y horrible que llevaba encima, ya ni reconocía el dibujo que algún día había habido en la parte delantera. Me puse encima la nueva y la chaqueta, colocándose de nuevo el carcaj y el arco para juntarme al resto.
Se reunieron en la sala de estar, todos empezando a comer lo que habíamos encontrado. Era poco, y le dieron la mayor parte a Lori, debido a su ya avanzado embarazo.
Me senté junto a Daryl, apoyando la cabeza en la pared y soltando un resoplido cansado.
-¿Cuando te has cambiado? -cuestionó.
-Hace unos... ¿Cinco segundos? -Daryl negó con la cabeza divertido.
-Toma, come algo -me tendió una lata de judías y fruncí el ceño-. En la última casa no comiste nada, se lo diste todo a Lori.
Suspiré y acepté la lata, comiendo con lentitud, intentando controlarme a pesar del hambre que tenía. Estaba segura, de que si engullía la comida teniendo el estómago vacío, vomitaría todo lo que había conseguido comer.
