Capítulo 1: La Fiesta

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⚠️ADVERTENCIA ⚠️

Este libro puede contener escenas sexuales explícitas, abusos, drogas, entre otras. No apto para menores de 18 años.

No estoy de acuerdo con la trama que aquí se llevará, solo es ficción.

Se estarán adentrando en una montaña rusa de emociones donde probablemente vayan a salir con el corazón roto.

Ataquen todo lo que quieran a los personajes, no a la autor@.

Sin más preámbulos disfruten ❤️

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Maia

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Maia

Me miré en el espejo, incapaz de contener una sonrisa. La imagen que me devolvía era la de una verdadera princesa. Mi vestido dorado brillaba bajo la luz suave del cuarto, ajustándose a mi figura de una manera que nunca había experimentado antes. Las mangas caían grácilmente por mis hombros, revelando un escote en forma de corazón decorado con delicadas piedras que parecían capturar y reflejar cada rayo de luz. La tela transparente en los costados y en la parte trasera dejaba ver sutilmente mi piel, añadiendo un toque etéreo al conjunto.

Mi cabello rojizo caía en suaves ondas sobre mi espalda, enredado en rizos que parecían tener vida propia. Apenas me había maquillado, solo un toque ligero para resaltar mis ojos azules, los cuales contrastaban aún más con el color vibrante de mi cabello. Giré sobre mis talones, dejando que el vestido se moviera con una elegancia natural. En ese momento, me sentía más como una princesa que nunca antes.

Un suave golpe en la puerta me sacó de mis pensamientos.

—Adelante —dije, ajustando un mechón rebelde de mi cabello.

La puerta se abrió lentamente, revelando la figura de mi padre. Al encontrar su mirada, noté un brillo de lágrimas contenidas en sus ojos. Eso me hizo detenerme por un segundo.

—Estás hermosa, hija —su voz estaba ligeramente quebrada, y no pude evitar que una cálida sensación invadiera mi pecho—. Eres la viva imagen de tu madre.

—No exageres, papá —respondí, sintiendo cómo un leve sonrojo subía a mis mejillas. Sabía que él me halagaba a menudo, pero aquella noche sus palabras tenían un peso diferente.

Papá sonrió con una ternura que pocas veces mostraba, acercándose para ofrecerme su brazo.

—Siempre serás la princesa de papá —murmuró mientras depositaba un tierno beso en mi frente—. ¿Estás lista?

Asentí, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza. La princesa de papá. Así me conocían todos, y aunque adoraba a mi padre, aquel título a veces pesaba más de lo que estaba dispuesta a admitir.

La Princesa de Papá (En edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora