Capitulo 6: Giro Inesperado

688 128 52
                                    

Seth

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Seth

Estaba a la defensiva, era de esperarse. La llama de su determinación había vuelto, una chispa que reconocí en sus ojos antes de que se escondiera en el baño. La chispa de alguien dispuesto a luchar, a resistir, sin importar lo que ocurra.

Salí de la habitación y me dejé caer en el sofá de la sala, mi mente una maraña de pensamientos caóticos. ¿Qué haría ahora? ¿Cómo arreglaría este desastre? La culpa se apoderaba de mí, un peso que me oprimía el pecho. No había planeado nada de esto. No quería hacerle daño, y sin embargo, aquí estaba, herida, destrozada, y era todo mi culpa.

Cerré los ojos, y como un torrente, los recuerdos de hace 18 años me invadieron. Mi madre, golpeada, humillada, su dignidad hecha trizas por un hombre al que ella debía respeto. Yo, solo un niño de ocho años, tratando de entender lo que había pasado, tratando de cuidar de ella como mejor podía. Curé sus heridas físicas, pero las del alma... esas nunca sanaron. El hombre que hizo esto era el mismo al que ahora buscaba destruir. No se trataba solo de venganza, sino de justicia, de hacer que ese maldito pague por lo que le hizo a mi madre.

El secuestro de Maia Reboredo solo debía ser una herramienta, una forma de presionar a su padre para que confesara su crimen, para que admitiera lo que le había hecho a mi madre, Rebecca Vatz. Nunca pretendí hacerle daño. Pero ahora, mirando lo que había sucedido, la forma en que todo se había desmoronado, me di cuenta de que las cosas habían salido muy mal.

Mi hermano es un imbécil. Bereth había complicado todo, poniendo en peligro no solo la vida de Maia, sino también la suya propia. Cuando descubra la verdad, cuando entienda lo que realmente ha hecho, nunca se lo perdonará. Nunca.

Tomé el celular que habíamos destinado para comunicarnos con Reboredo. Había un mensaje nuevo. Mis ojos recorrieron la pantalla rápidamente.

"El dinero no es problema."

Sonreí con amargura. Si tan solo fuera por dinero, todo sería más fácil. Pero el dinero no puede comprar justicia. El dinero no puede arreglar lo que él le hizo a mi madre.

"Quiero que recuerdes lo que hiciste hace 18 años. Rebecca Vatz."

Escribí, con los dedos temblando de rabia contenida. El nombre de mi madre era un recordatorio de lo que había comenzado todo esto.

Justo cuando estaba a punto de enviar el mensaje, escuché su voz.

—¿Quién es Rebecca Vatz? —La pregunta, directa y aguda, me hizo girar la cabeza rápidamente hacia ella. Por instinto, tapé la pantalla del celular, pero ya era demasiado tarde. Sus ojos azules me observaban con intensidad, desafiantes.

La Princesa de Papá (En edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora