Me di una ducha y me eché after sun para intentar calmar un poco mi espalda dolorida. Con el pijama (esta vez uno más recatado) salí al patio a sentarme a ver las estrellas. Una cosa era estar en mi sitio del patio y otra que Ethan saliera de repente. Y cuando intenté apoyarme en el respaldo de la silla un gemido de dolor escapó de mi boca. Me mordí los labios y maldije porque tenía que haber tomado menos el sol.
La puerta corredera del piso de al lado se abrió y yo hice como si no le hubiera visto.
–Vaya, sigues aquí –soltó con voz pesada, como si le molestara que saliera al patio en mi horario.
–Sí, sigo aquí –respondí sin dejar de mirar el cielo.
–Y supongo que teniendo en cuenta que supuestamente hoy te toca a ti el patio... no me vas a dejar estar aquí, ¿verdad?
–Pero qué listo eres, parecías tonto y todo –le ataqué con retintín. –Para eso hemos firmado una hoja, ¿no te acuerdas? –se aguantó la risa y volvió a la carga.
–Solo iba a tender mi ropa –¿iba a ser tan cabrona como para no dejarle tender su ropa e irse?
–Pues espera a mañana o tiéndela dentro.
–Si me espero a mañana o si la tiendo dentro huele mal la ropa.
–Vaya... mira el experto en lavadoras. Y yo que pensaba que solo eras experto en cagarla y en hacer abdominales. Pues abre la puerta y que te entre aire en el salón para que se airee la ropa, así no huele mal.
–Si dejo la ventana abierta, aparte de que entran bichos, entrará calor, que con la ropa mojada creará humedad –replicó cansado.
–¿Ahora también eres experto en el tiempo y humedad? Pues sí que sabes tú cosas, macho.
–Ni te haces una idea de cuantas –esa frase ¿iba con doble sentido o fue mi percepción?
–Sí, menos en puntería, al parecer, que vaya hostia me habéis dado tus amiguitos y tú. Ahora parezco un robot sin poder ni sentarme a gusto –ataqué.
–Ya te pedí disculpas.
–Primero, fueron unas disculpas bastante pésimas, a mi parecer. Y segundo, con disculpas no se me cura la espalda.
–Bueno, pues lo siento de nuevo. Ahora, ¿me dejas "saltarme" el papel y tender la ropa?
–Que no, pesado, no haber firmado nada, que pareces nuevo. Hay que leer las cosas antes de firmarlas.
–Vale –y se metió sin rechistar.
Volví a mirar las estrellas, las cuales se veían con intensidad ya que las luces de las pocas casas que había apenas eclipsaban el cielo. Lo cual era de agradecer.
Minutos después salió con el tendedero y el cesto de la ropa y se puso a tenderla en su lado. Le dediqué una mirada asesina y esté hizo como que miraba la hora y me hizo un gesto con la cabeza en dirección a mi casa. Yo, sin entender nada, respiré marcando los orificios de mi nariz.
–Vaya, creo que me debes algo a cambio –replicó con voz cantarina tendiendo ropa.
–¿Yo? En todo caso tú a mí.
–Son las doce y un minuto, técnicamente ya es mañana, así que lamento decirte que tu turno ha terminado.
–Ah... con que esas tenemos, ¿eh?
–Es que hay que respetar el papel, ¿no?
Me metí a punto de tirarle un zapato a la cabeza y cerré la puerta de golpe. Cogí el teléfono y llamé a Cayetana.
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Patio compartido
Humor¿Quién me iba a decir que en cuanto me independizase conviviría con el mismísmo diablo? Abril no es exactamente el prototipo de triunfadora que tenemos en la cabeza, pero oye, hace lo que puede. Y sí, Abril soy yo, una graduada en lenguas muertas q...