Capítulo 29

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Me escaqueé del entrenamiento. Sí, ese que yo mismo había querido empezar, durante el viernes, para que llegara el fin de semana porque habíamos acordado que no entrenaríamos. Necesitaba unos días para pensar en todo eso, sin distracciones. Y pensarás, ¿cómo lo has hecho para que el insistente de Ethan no te obligue a entrenar? Pues mintiendo, claramente.


Vecino tocapelotas:

¿Te sigues encontrando mal?


Preguntó el sábado por la mañana, a una hora más que razonable para despertarse en fin de semana. Yo ya había desayunado y estaba recogiendo un poco la casa para despejarme la mente. Ya ves, hay gente que tiene su lugar seguro cocinando, otra dando un paseo, y yo era recogiendo y colocando todo lo que pillaba a mi paso. Y a veces me venía hasta bien porque conseguía limpiar en unas horas lo que me costaba una semana.


Yo:

Sí.


Y así había estado, mintiéndole para no tener que verle. Ni siquiera el día que me tocaba a mí el patio, aun sabiendo que él trabajaba por la tarde, había salido ahí. Había ido al trabajo y vuelto. Solo eso. La tarde me la pasaba tirada en el sillón intentando pensar en otra cosa, leyendo, viendo películas y comiendo helados.

Y ese día me sentí fatal por haber estado mintiéndole cuando llamó a mi puerta antes de comer. Yo aún no me había preparado para ir a la comida con Adrián, y me estaba planteando decirle que al final no podía, pero era una oportunidad para salir de casa y despejarme.

–Te he traído una sopa –me dijo nada más abrir la puerta. Miré la olla que tenía entre sus manos.

–No tenías por qué –dije, sintiéndome culpable por hacerle creer que estaba enferma.

–No me molesta, estás mala y... pensé que no te apetecería cocinar.

Es que era tonta, lo juro, estaba siendo muy injusta con ese chico que me había demostrado una y mil veces que se preocupaba por mí.

–Gracias, eres muy amable. ¿No lleva...

–Es de verduras, no tienes de qué preocuparte –sonreí, agradecida porque recordara que no comía carne.

–Ya me encuentro mejor –le dije.

–Cuando te comas la sopa seguro que te recuperas del todo –me la tendió y la dejé en la mesa de la cocina. Volví para terminar la conversación con él.

–El lunes ya estaré bien para seguir con el entrenamiento, si es que quieres seguir con ello. Aunque, bueno, lo entendería si no quieres después de todo lo que ha pasado...

–El lunes nos vemos –y supe que eso quería decir que sí, que quería seguir con ello, que después de lo tonta que era, de lo injusta, quería seguir viéndome. Se marchó sin decir nada más y cerré la puerta.

Me apoyé en ella y me mentalicé de que el lunes tendría que darle una explicación, que tendría que hablar con él de qué pensaba. Pero hasta el lunes podría pensar en ello, ya que ni yo misma lo tenía claro.

Miré la hora y fui a vestirme rápidamente, ya que Adrián estaría a punto de preguntarme si estaba lista. Le había pedido que fuera a recogerme para que Ethan no viera que mi coche no estaba. Antes de ir a la habitación me permití oler la olla que Ethan había preparado, que me duraría unos dos o tres días, y es que olía aún mejor que las tortitas. Ese chico tenía un don, estaba segura.

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