Me puse ropa de deporte; una camiseta de tirantes y unas mallas apretadas. Aunque, bueno, supongo que todas las mallas son apretadas. Al llegar y ver que Ethan había quitado todos los post it del coche pero que el arañazo seguía ahí me sentí hasta mal. Porque el arañazo sí que fue sin querer y sin intención de nada. Había sido un accidente. Quizá algún día se lo diría...
Maldije a mi amiga, pensando que ojalá le salieran veinte granos en el culo y se olvidara toda la semana de regresar al gimnasio y así no tener que ir yo también. Pero ese día me lo comía seguro.
Entramos en la clase de zumba a la que mi amiga iba cada día, e intenté ponerme en la última fila para ocultarme cuanto más tiempo mejor de su campo visual. Del del entrenador, quiero decir. Caye lo respetó y se puso a mi lado, para no forzar aún más la situación, suponía.
–No sé cómo me dejo engañar para estas cosas –me crucé de brazos y suspiré sonoramente.
–Porque me quieres demasiado –sonrió y puso cara de angelito sin culpa.
–Cuando te meta un puñetazo accidental en la cara porque no tengo ni una pizca de coordinación en el cuerpo, me lo cuentas, guapa –y lo decía completamente en serio. Mira que me gustaba a mí el just dance porque te echas unas risas con amigos, pero con amigos, en casa, donde ninguna persona no deseada se ría de ti. Pero es que una cosa era eso y otra muy distinta estar en una clase con gente que se sabe todos los bailes y yo que no había ido a ninguna clase de esas. Y si ya le sumabas el hecho de que era míster cachas el que estaría al mando de la clase, pues... veía mucho más apetecible repetir lo de las hormigas, qué quieres que te diga.
Al entrar por la puerta saludó animadamente a todas y ni siquiera reparó en mi presencia, aunque me había visto y ambos lo sabíamos, pero agradecí su discreción. Creo que nuestra tregua empezaba fuera de casa y del patio, así que por mí maravilloso.
Comenzamos con un calentamiento al ritmo de bachata, que seguro que sería lo único que sabría bailar de toda la clase, ya que me encantaba la bachata. Cuando la cosa se puso intensa con reggaetón del duro y los pies y los brazos debían moverse a la vez... ya eso sí que se me iba de las manos. Pisé tres veces a Cayetana, pero esta no le dio importancia, continuaba con sus pasos como si nada. Y la compañera del otro lado se llevó dos manotazos que sí que no le hicieron gracia, y esta no disimulaba, la tía.
Y llegó un momento en el que dije; hasta aquí hemos llegado. En una vuelta de lo más complicada e innecesaria me caí de culo de una forma en que todas se me quedaron mirando. No había pasado tanta vergüenza en toda mi vida. Me levanté como pude y la clase continuó haciendo como si nada hubiese pasado.
–Te espero haciendo máquinas afuera –susurré mientras cogía mis cosas para salir de la bochornosa clase.
–No, porfa, si lo estabas pillando justo ahora –intentó convencerme.
–Sí, el culetazo lo he pillado de maravilla –y me fui sin darle tiempo a recriminarme nada. Porque ella me había dicho que yo tenía que ir al gimnasio... pero no a qué parte del gimnasio. Que bien podrían haber sido los aparcamientos, pero bueno, me contuve y fui a una de las máquinas esas para el culo, que era lo único que a mí podría interesarme.
Una vez fuera respiré con normalidad. Hasta que vi que había veinte chicos bastante musculados y unas cuantas chicas también bastante fuertes ocupando algunas de las máquinas. Ninguno miraba a los demás; cada uno estaba pendiente a sus repeticiones con sus cascos escuchando música. Y eso me lo apunté; debía coger unos para la siguiente vez que volviera y parecer toda una entendida. Pero aunque nadie mirara lo que el resto hacía era una sensación extraña el estar sola en medio de tanto profesional. Así que hice como si yo también supiera lo que estaba haciendo y me fui a una de las máquinas de estirar y encoger la pierna para trabajar los glúteos. O eso creía.
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Patio compartido
Humor¿Quién me iba a decir que en cuanto me independizase conviviría con el mismísmo diablo? Abril no es exactamente el prototipo de triunfadora que tenemos en la cabeza, pero oye, hace lo que puede. Y sí, Abril soy yo, una graduada en lenguas muertas q...