XIII

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Su mirada estaba perdida en un águila que surcaba el cielo. Libre y probablemente feliz, una sonrisa apareció en sus labios y esta se ensanchó al ver a la mujer de largo cabello castaño aparecer frente a él.

─¡Mamá! ─Gritó con emoción y rápidamente se acercó hasta ella, saltando a sus brazos con total alegría. La mujer, gustosa, le atrapó y con una gran sonrisa, dejó un amoroso beso en la pálida frente del niño.

─¿Cómo está mi pequeño guerrero? ─Aquella pregunta vino acompañada de una estruendosa y pequeña carcajada, misma que soltó el menor cuando su madre lo lanzó al aire y volvió a atraparlo.

─Vi a un lobo, mami, también vi un águila. ─Respondió con entusiasmo. La castaña acomodó en su espalda la escopeta que llevaba, y en uno de sus brazos cargo al pequeño, mientras que su otro brazo se ocupaba de cargar la canasta con frutas que había recolectado, de esta forma, comenzó a caminar de regreso a la ciudad, mientras el sol se ponía sobre sus cabezas.

─¿En serio, bebé? Eso es increíble, recuerda que debemos respetar a los animalitos, ellos son una parte importante de nuestro mundo, y debemos de cuidarlos también. ─La voz de la mujer salía tan serena, completamente ajena de quien los miraba desde los arbustos.

─Yo los cuidaré mucho, mami, lo prometo. ─Aquellas palabras tan seguras ocasionaron una risa enternecida por parte de la mayor.

─Confío en que lo harás, mi vida. ─Y frotó sus narices con mucho cariño, las tardes eran el momento del día en que ella convivía con felicidad al lado de su pequeño rayito de sol, antes de que el caos se desatará, siempre se aseguraba de estar con su pequeño, pero las cosas cambiarían desde el día de hoy.

El pequeño abrazó el cuello de su madre, descansando su barbilla en el hombro de esta. Sus pequeños ojitos se llenaron de pánico al ver aquel enorme monstruo de color blanco apresurarse hacia ellos. Con un jadeo se separó un poco de la mayor.

─Ma...Mi...

─¿Qué sucede? ─Se giró un poco y sus ojos se abrieron con sorpresa. En un instante, la canasta había terminado en el suelo, junto al pequeño quien miraba horrorizado como aquel monstruo se retorcía cuando la bala había atravesado su áspera piel, pero aquello no iba a detenerlo. Su mirada asustada fue a parar en su madre, los ojos de esta ya no detonaban el amor y la calidez de momento atrás. 

La castaña le miró por encima de su hombro, con aquella mirada fría y aterrada, antes de gritar con voz fuerte y exigente.

─¡Sehun, corre!

Sus ojos se abrieron de sorpresa, encontrándose con el metálico techo del auto en el que viajaba. El motor se apagó y por fin despertó por completo, miró a sus compañeros, quienes retenían una risa.

─¿Qué? ─Preguntó de forma tosca y malhumorado. Los chicos rieron fuerte y negaron suavemente.

─Nada, solo que roncas mucho. ─Y todos volvieron a reír, ganándose un bufido por parte de Sehun.

─Ya dejen de molestar al pobre mocoso, tenemos cosas que hacer, así que concéntrense. ─Exigió Narsha, logrando que todos dentro del auto guardaran silencio. Sehun miró por la ventana, soltando un suspiro pesado, había pasado tanto tiempo de aquel fatídico día, y no había vuelto a pensar en este desde que había cumplido doce años. Tal vez se debía a todo lo que estaba pasando; estaba muy preocupado por Tao.

Se preguntaba, ¿Comerá bien? ¿Aquel vampiro lo habrá lastimado? ¿Querrá regresar a casa? ¿Se vería diferente ahora? ¿Se convirtió en vampiro? O... ¿Aún está con vida? 

𝗢𝗨𝗥 𝗣𝗔𝗥𝗔𝗗𝗜𝗦𝗘 ↷ 𝗞𝗿𝗶𝘀𝗧𝗮𝗼⏐𝖠𝖣𝖠𝖯𝖳𝖠𝖢𝖨𝖮́𝖭⏐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora