Min Lea esta cansada de todo. Quiere terminar de una vez por todas con la persona que tanto daño la hizo.
El hombre que le arrebató toda su esperanza, su confianza, su integridad y en parte también su inocencia.
Esta dispuesta a todo, con tal de t...
Llevaba unas dos semanas acercándome a Sishiu, pasó bastante por su habitación para llevarle alcohol. Intento ganarme su confianza desde el primer día que coincidimos cuando limpiaba la habitación de enfrente a la suya.
El siempre tiene puesto el cartel de no molestar y pidió expresamente que nadie limpiará su habitación. Ese día intente ser amable y le di toallas de recambio, de esa forma él no tuvo que bajar a pedirlas en recepción.
Desde ahí me apodo "El niño de las toallas". Me cuesta bastante sonreír y mostrarme amigable con el, pero debo hacerlo.
Pase de nuevo por su habitación, le vi abrir la puerta para sacar las toallas sucias y dejarlas en el carrito de la limpieza que llevaba yo.
Me acerqué sonriente hasta él y le mostré una mini botella de vodka.
—- ¡Hey chico de las toallas! Ya sabes como me gusta el vodka… Porque no te vienes un rato al bar de enfrente, tu turno debe estar por terminar.
—- Amh me gustaría, pero debo ir ya a casa, debo atender a mi hijo.
No me sentía listo para salir con él aún, aparte de que no tenía preparado nada para grabarle en caso de que me confesaré algo.
—- Oh no sabía que eras padre, pareces muy joven.
—- Me adelanté bastante… pero podemos tomar esa copa mañana, señor.
—- Me agradas, noto furia y rebeldía en tus ojos. Bien, mañana tomaremos esa copa y dime Sishiu, deja las formalidades a un lado.
—- Entendido, Sishiu. Tenga buena noche.
Me despedí haciéndole una reverencia y me alejé de allí llevando el carrito. Tras terminar de ordenar todo en el pequeño cuartillo salí del motel y me dirigí a casa.
De nuevo el pequeño revoltoso era quien me recibía con los brazos abiertos. Sonreí involuntariamente mientras daba una vuelta con él en brazos.
Sonrisa que desapareció al encontrar a Lea de pie en la sala. Me quedé petrificado al verla y ella tardó en reaccionar de igual modo.
Con cierta timidez se acercó a mí, abrí mi brazo libre y ella me abrazó sin dudarlo, escondiendo su cara en mi pecho y bajo la atenta mirada del pequeño.
Lea estaba aquí, estaba en casa. Y yo no podía creerlo, me parecía un sueño debido al canario de llevar trabajando físicamente más de un mes.
Pero no, esto era real. Min Leania estaba entre mis brazos después de tanto tiempo.
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Capítulo cortito jsjs
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