Al llegar al centro de rehabilitación no pude evitar mirar los alrededores del edificio. En la entrada había un gran jardín, realmente era una mansión preparada para hacer de centro de rehabilitación.
Sinceramente lo prefería, no son fan de los hospitales o los edificios de ese tipo. Todo aquí parecía más calmado y tranquilo al estar a las afueras.
Había seguridad de sobra y teníamos un hospital a menos de veinte minutos en coche. Además de tener médicos las veinticuatro horas del día. No parecía un mal sitio para pasar un par de meses. Y eso esperaba yo.
Entre agarrando el brazo de mi padre, quien llevaba mi maleta con su otro brazo. Nos paramos justo en la recepción después de haber pasado un pequeño control en la entrada.
—- Estás temblando, tranquila Lea. Aquí ciudadanía bien de ti. La señorita kumoto me prometió cuidar de ti y ella nunca incumple sus promesas.
—- No puedo dejar de sentirme nerviosa, llevo mucho sin interactuar con gente y aquí seré obligada a ello.
No me agradaba la idea de estar en una mansión encerrada con otras personas. Más habiendo también chicos, aunque deduzco que todos estamos aquí por lo mismo. Querer mejorar nuestra mierda de vida.
La señora Kumoto no tardó en aparecer. Nunca había visto en persona a esa mujer, pero sí en fotos. Era una vieja amiga de mi padre y también de mi madre. Fue al instituto con mi padre y su amistad tiene muchísimos años, tanto que fue la primera persona que se enteró de la relación de mi padre y mi madre en su día. Ellas dos se hicieron muy buenas amigas.
La mujer llevaba una falda de tubo y una camisa blanca, además de su bata de médico. Al llegar a nosotros no tardó en abrazar a mi padre con añoranza. Según lo que me comentó mi padre, ellos dos llevaban sin verse desde la muerte de mi madre.
Fue bonito ver a mi padre sonreír mientras hablaba con su amiga. Por un momento ambos se olvidaron de mí, no me importó, de hecho me gustó estar ausente y ver como ambos eran naturales.
No puedo negar que me gustaría que mi padre reabierto su vida, mamá ya lleva años sin estar con nosotros y no me gustaría que mi padre pasara el resto de su vida solo. Se que para él también es dura la soledad.
Ambos repararon al fin en mí, me vi obligada a hacer una reverencia al instante. Ella me sonrió y devolvió el saludo respetuoso.
—- Ella debe ser Lea, tiene la misma sonrisa que su madre.
Me gustó tanto escuchar ese halago, porque amaba la sonrisa que tenía mi madre. Le sonreí con añoranza y sinceridad.
—- Encantada de conocerla, doctora Kumoto.
La mujer me devolvió la sonrisa y nos señaló el pasillo, para que la siguiéramos. Volví a agarrarme a mi padre mientras la seguíamos, me sentía más protegida así.
—- Os mostraré la que será tu habitación, la tendrás que compartir con Hoshi.
-—- Espera Kumoto ¿debe compartir con un chico? —se adelantó a preguntar mi padre.
—- Si, pero no te preocupes Min. Hoshi es un chico especial, aún está adaptando su cuerpo a ser hombre. No tendrá problemas con la adicción de Lea.
Entendí que compartiría habitación con una persona trans, no tenía problemas con eso. Mi único problema eran los penes y la falta de autocontrol masculina.
—- Comprendo, confío en ti como doctora así que no me opondré a nada. —volvió a decir mi padre.
Entramos a la que sería mi habitación en el pasillo de arriba. Era bastante amplia y había una cama en cada lado. Hoshi estaba sentado en su cama con su portátil, al vernos se puso en pie.

ESTÁS LEYENDO
Wᴇʟᴄᴏᴍᴇ Aɢᴇɴᴛ Jᴇᴏɴ +18
RandomMin Lea esta cansada de todo. Quiere terminar de una vez por todas con la persona que tanto daño la hizo. El hombre que le arrebató toda su esperanza, su confianza, su integridad y en parte también su inocencia. Esta dispuesta a todo, con tal de t...