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—Gilraen, la bella.

—La Reina Elentari.

—Es un placer verla de nuevo.

—El placer es todo mío.

—¿Dónde está vuestro querido hijo?

—Paseando por los jardines.

—Quisiera llamarlo para que conozca a Eldar, mi hijo.

—No se me comunicó su embarazo.

—Creí que le dijo Glorfindel cuando lo llamaron de emergencia al Bosque Negro.

—¿Y la princesa Dís?

—Ya también lo conoció.

—Bien, pues le diré los pormenores mientras nos preparan la cena— aceptó al bebé en brazos, un niño tan plácido que, a pesar de tener unos meses de nacido, no lloraba ni hacía ruido alguno—. Elrond ha revelado su nombre a mi hijo.

—¿Y Estel cómo se sintió al respecto?

—Quizá aliviado, honrado, feliz... no alberga memoria de su padre— acariciaba la espalda de Eldar con la yema de su pulgar—, fue lo mejor que pude hacer para protegerlo.

—Pero...

—Es un Hombre, un mortal a final de cuentas y...

—¿Se ha enamorado de una Elfa? — no sonaba preocupada, sino que recalcó lo obvio.

—Elrond no consentirá una unión entre su hija y mi hijo.

—Teme que les ocurra lo mismo que a Beren y Luthien, pero deberá aprender que su hija tomará la decisión que crea correcta. Es Medio Elfo y nadie se opuso a su casamiento con Celebrian, ¿por qué habría de ser distinto?

—Madre...

—Hola, Aragorn— sonrió Elentari al recién llegado.

EldarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora