—¡Buen día! — Gandalf habló al Mediano Portador del Anillo, claro que todos lo escucharon—. Pues al fin es de día, no me equivoqué. Estamos muy arriba en el lado este de Moria. Antes de que termine la jornada tenemos que encontrar las Grandes Puertas y ver ante nosotros las aguas del Lago Espejo, en el Valle del Arrojo Sombrío.
—Me alegro— dijo Gimli—. Ya he visto Moria, es muy grande, pero se ha convertido en un sitio oscuro y terrible, y no hemos encontrado señales de mi gente. Dudo ahora que Balin haya estado alguna vez aquí.
—Estamos fatigados, pero descansaremos mejor una vez que nos encontremos afuera— dijo Gandalf una vez que llevaron tiempo en marcha—. Creo que ninguno de nosotros desearía pasar otra noche en Moria.
—¡No en verdad! — dijo Boromir—. ¿Qué camino tomaremos? ¿Ese arco que apunta al este?
—Quizá— dijo Gandalf—. Pero aún no sé exactamente dónde nos encontramos. Si no he perdido el rumbo, creo que estamos encima de las Grandes Puertas, un poco al norte; quizá no sea fácil encontrar el camino que baja a las puertas. El arco del este tal vez se la ruta adecuada, pero antes de decidirnos, miraremos un poco alrededor. Vayamos hacia aquella luz de la puerta norte. Si pudiéramos encontrar una ventana, mejor que mejor, pero me temo que la luz descienda sólo a través de largas aberturas.
Siguiendo a Gandalf, la Compañía pasó bajo el arco del norte. Se encontraban ahora en un amplio corredor. A medida que avanzaban el resplandor iba aumentando, vieron que venía de un portal de la derecha. Era alto, plano arriba, la puerta de piedra colgaba todavía de los goznes, a medio cerrar. Del otro lado había un cuarto grande y cuadrado. Estaba apenas iluminado, pero a los ojos de la Compañía, luego de haber pasado tanto tiempo en la oscuridad, era de una luminosidad enceguecedora, y todos parpadearon al entrar.
El suelo estaba cubierto por una espesa capa de polvo, la Compañía tropezó en el umbral con muchas cosas que estaban allí tiradas y cuyas formas no pudieron reconocer al principio. Una abertura alta y amplia de la pared del este iluminaba la cámara. Atravesaba oblicuamente la pared, del otro lado, lejos y arriba, podía verse un cuadrito del cielo azul. La luz caía de forma directa sobre una mesa en medio del cuarto: una piedra oblonga, de dos pies de alto, sobre lo que habían puesto una losa de piedra blanca.
—Parece una tumba— murmuró Frodo, y se inclinó hacia adelante, sintió un raro presentimiento, para mirar desde más cerca. Gandalf se acercó rápidamente. Sobre la losa había unas runas grabadas.
—Son Runas de Daeron, como se usaban antiguamente en Moria— dijo el Istari—. Dice aquí en las lenguas de los Hombres y los Enanos:
BALIN, HIJO DE FUNDIN
SEÑOR DE MORIA
—Está muerto, entonces— dijo Frodo, Gimli se echó la capucha sobre la cara y Eldar sollozó, hasta atrás para que no lo vieran.
La Compañía del Anillo permaneció en silencio junto a la tumba de Balin, Eldar fue el único que se atrevía a romper quel silencio. El Medio Elfo pensaba en su madre, en esa bella amistad que tuvo con el Enano, en las visitas que seguido hacía a la Montaña, antes de que partiera a Moria con su gente y la Reina partiera a la casa de Elrond. En aquel cuarto polvoriento de la montaña parecía que eso había ocurrido hacia mil años en el otro extremo del mundo.
Por último se movieron y levantaron los ojos, buscaron algún indicio que pudiera explicarles la muerte de Balin, o qué había sido de su gente. Había otra puerta más pequeña en el lado opuesto de la cámara, bajo la abertura, junto a las dos puertas podían ver muchos huesos desparramados, entre ellos espadas y hachas rotas, escudos y cascos hendidos. Algunas de las espadas eran curvas: cimitarras de orcos con hojas negras.

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Eldar
Fanfiction*Basado en la adaptación cinematográfica de El señor de los anillos y los libros escritos por Tolkien* *No es necesario leer la primera parte para entender esta* Elentari luchó en tantas batallas y la última fue tan significativa porque significaba...