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Su sabor era amargo, como si hubiera estado bebiendo algún licor muy fuerte y todo su cuerpo le decía que se detuviera, que tenía que alejarse de el a toda costa. Pero su sabor, su toque y la forma en la que su corazón latía, era como si todo el terror guardado en esos años explotara de golpe, aunque también sentía la necesidad de refugiarse en el.

Se sentía embriagada, como enamorada.

Las lágrimas le salieron solas mientras que se aferraba a su camisa como si fuera una niña de nuevo, era como sentir la calidez una vez más, su corazón estaba contento, pero su cerebro le pedía que se detuviera.

Cuando el se separó de Laila, ella pudo tener de nuevo una vista completa de su rostro. Estaba mayor y llevaba una barba espesa, pero estaba guapísimo y quería que volviera a besarla.

Te ves tan mayor.

— Ya no tengo doce.

La voz apenas le salía sin que el hipo la interrumpiera, entonces el volvió a abrazarla y ella ya no pudo soportarlo más, terminando por dejarse caer en sus brazos mientras que se sentía como esa niña de doce años que temblaba mientras que el pacientemente la consolaba.

Vamos, tenemos mucho de que hablar.

La ayudó a levantarse y no pudo evitar fijarse en su rostro. Llevaba las ojeras marcadas y las mejillas hundidas, apenas y tenía color en el rostro, además de los labios resecos. Nunca la había visto tan mal, sin duda se estaba metiendo todo lo que pudiera, pero eso solo era un punto del cual el podía tirar y sin duda iba a hacerlo.

Una vez dentro del coche comenzó a acariciar su cabello mientras Laila se acurrucaba sobre su regazo sin terminar de temblar.

[°°°]

Pronto llegaron a la cabaña que habían rentado, Laila fue llevada hasta la habitación. El la dejó en la cama. Estaba más delgada, pero a su vista seguía estando "buena", estaba loco por querer desvestirla y no se iba a contener después de tanto tiempo sin verla.

Se acercó y una vez que empezó a desabotonar su camisa, pero ella tembló aún más y comenzó a sollozar descontroladamente.

Tengo miedo. -murmuró con los ojos llorosos y bien abiertos, aterrados. Le pareció tan adorable como siempre.

Te cuidaré.

A medida que su piel era revelada ante el, pudo notar que las viejas y encantadoras cicatrices ya no estaban, su piel, más pálida de lo habitual, tenía chupetones, mordidas y moretones por todos lados. No lo pudo evitar, la furia corrió como un veneno por todo su cuerpo y de un momento a otro su mano estampó la mejilla de Laila, haciéndola voltear el rostro y que su llanto se hiciera más profundo.

¿Así que ahora eres una puta que va por ahí acostándose con cualquiera? Pero si venir a este país hizo que te conviertas en una zorra, ¿O ya lo eras de antes? -su mandíbula estaba apretada y la tomó con fuerza de la mandíbula, acercándo su rostro al de ella violentamente- ¿Quién fue el pendejo al que te cogiste?

N-nadie. -susurró aterrada, con todo el cuerpo temblandole.

El suspiró fastidiado y de la cintura del pantalón tomó su Glock apuntando directamente a la frente de Laila, quien soltó un chillido y cerró los ojos.

Dime porque si no te va a cargar la chingada a ti y a él.

Es que no lo conozco.

Por supuesto que no le creyó, pero aún así guardó de nuevo la Glock y le dió un pequeño beso en la frente para después soltar su rostro con brusquedad, haciendo que caiga de nuevo en la cama.

𝐴𝑛𝑜𝑡ℎ𝑒𝑟 𝑊𝑜𝑟𝑙𝑑 / 𝐿𝑜𝑜𝑘𝑖𝑠𝑚 𝐹𝑒𝑚 𝑅𝑒𝑎𝑑𝑒𝑟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora