Han pasado cuatro meses desde que Luna y sus hermanos llegaron a Gig Habor. Este pequeño pueblo le ha traído alegrías y penas, ha sufrido mucho pero ha sido recompensada con buenos amigos y un amor puro y verdadero que lo puede todo... O quizá no. U...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Y eso hacemos. Pasamos todas las horas libres en la biblioteca o estudiando en mi casa o en la de Derek. Estamos aprovechando el tiempo al máximo porque este fin de semana quiero ir a mi antiguo apartamento. Tengo que encontrar algo, alguna pista que me indique el camino por el que debo ir.
El viernes por la tarde llevamos a Tom al aeropuerto. Nos hemos despedido ya varias veces desde que llegamos al pueblo pero eso no quiere decir que no me duela. Al menos esta vez no me quedo con mal sabor de boca, me llevo mejor con mis hermanos, hemos recuperado la relación que teníamos aunque no estamos al 100% aún pero siento que puedo confiar en ellos. En este asunto no del todo, pero en el resto sí. Es algo que perdí por completo.
Derek me agarra fuerte la mano cuando llegamos al arco de metales, el lugar donde debemos despedirnos de él.
— Bueno preciosa, es el momento — dice Tom con pena.
— Ten mucho cuidado y avísanos cuando llegues — le pido.
Realmente quien tiene que tener cuidado es el piloto del avión pero me ha salido así. Tom me sonríe y me abraza.
— Tranquila cariño, no va a pasar nada. Te aviso en cuanto llegue. Tomaos con calma el fin de semana — dice mirando a Derek — habéis estudiado mucho esta semana y merecéis un poco de descanso. Los exámenes son importantes pero no lo son todo.
— Bueno, ahora sí. En estos momentos sí lo son todo — apunta Derek sonriendo.
— Ya me entendéis.
Y tiene razón. Después de todo lo que hemos pasado merecemos desconectar un poco. Los exámenes son importantes pero hay más cosas. ¿De qué sirve preparse bien todas las pruebas si cuando llegue el momento de hacerlas estamos descentrados pensando en otras cosas, agobiados o estresados? Igualmente no tenía pensado estudiar sábado y domingo. O no estudiar la materia, si no otras cosas.
— Que vaya todo bien — Derek le da un apretón de manos y Tom le acerca y le abraza.
— Cuídala — oigo que le susurra al oído.
— Adiós precioso.
— Adiós preciosa.
Nos abrazamos de nuevo y con mucha pena le dejo marchar.
— ¿Vamos a la sala de espera a verle despegar?
— No, no hace falta. Vámonos a casa.
— Sí, vamos a la sala de espera.
Me coge de la mano y juntos vamos a verle despegar. Esta vez no tarda mucho, vemos su avión recorrer la pista y despegar. Cuando ya apenas podemos verle miro a Derek.
— Es hora de volver a casa.
Derek sonríe y limpia una lágrima que no sabía que caía por mi mejilla.