Han pasado cuatro meses desde que Luna y sus hermanos llegaron a Gig Habor. Este pequeño pueblo le ha traído alegrías y penas, ha sufrido mucho pero ha sido recompensada con buenos amigos y un amor puro y verdadero que lo puede todo... O quizá no. U...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Creo que es la mejor decisión que he tomado hasta el momento. Me da un poco de miedo contarle mi vida a un desconocido y que opine sobre ella porque, al fin y al cabo, sólo yo sé lo que siento y por mucho que intente entenderme no lo verá como yo. Pero al menos me servirá para desahogarme y si además me ayuda a gestionar mis emociones o me da trucos o consejos de relajación pues mejor. Llevaba pensándolo un tiempo pero no me atrevía a dar el paso, tampoco lo veía necesario porque pensaba que yo sola podía con todo pero, de nuevo, me he equivocado. Tenía que haber aprendido la lección cuando lo de Mary me explotó en la cara pero yo soy así, pretendo solucionarlo todo sola y me cuesta reconocer que necesito ayuda. Esta vez sí pedí ayuda a mis hermanos en varias ocasiones pero necesito otro tipo de ayuda. Derek está encantado con mi decisión, seguro que él también lo ha pensado y conociéndole se lo habrá propuesto a mis hermanos. No me molesta, al contrario, me gusta que se preocupe por mí porque me siento protegida con él. Entiendo que quizá le diese miedo decirme él lo del psicólogo y poniéndome en su lugar yo tampoco se lo habría dicho, es algo que debe hacer su familia.
El sonido de mi móvil me devuelve a la tierra.
— Hola amor — saludo al ver que es Derek quien llama.
— Hola princesa, ¿cómo estás? — Tan adorable como siempre.
— Bien, tirada en la cama. Voy a ponerme a repasar un rato, ¿y tú?
— No, de eso nada. Ahora mismo vamos a ir a dar una vuelta.
— Pero...
— Nada de peros, necesitamos desconectar. Además, lo llevas todo bien estudiado y yo, gracias a ti, también, así que vamos a quedar con los demás y a pasar una tarde de relax.
— ¿No me preguntas si me apetece? — Pregunto divertida.
— No, porque sé que te apetece.
— ¿Cómo estás tan seguro?
— Porque yo voy a estar ahí — dice muy seguro.
— Vale, me has convencido — respondo riendo.
— Te recojo en unos minutos, ve preparándote.
— Vale rey, ahora te veo.
— Te quiero — dice con voz melosa.
— Y yo a ti.
«No sabes cuánto» pienso cuando cuelgo. No sé qué habría hecho sin él. Bueno sí lo sé, probablemente habría hecho las maletas y me habría largado de aquí, habría hablado con el director y los profesores, habría terminado el curso online y me mandarían mi diploma por correo. La verdad es que no me arrepiento de quedarme porque estoy rodeada de gente maravillosa.
Veinte minutos después suena el timbre y bajo corriendo las escaleras. Sam ha abierto la puerta y está saludando a Derek. En cuanto se aparta me lanzo a sus brazos.
