🌹Prólogo🌹

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Seúl no parecía tan interesante un miércoles por la noche. Mientras las gotas se deslizan por el vaso de cristal que JungKook sostiene en sus manos, él las observa con detenimiento intentando ahogar su aburrimiento de los últimos días.

Por fin consiguió otro empleo donde tiene más tiempo para perderse por las noches. Había adquirido el turno de la mañana y creía en la posibilidad de terminar la preparatoria yendo a estudiar por las tardes, pero eso nunca ha sido su prioridad desde que se mudó a la ciudad.

Con exactitud tiene cinco años viviendo aquí. Su vida en Busan era algo que ya no quería recordar, pero que siempre terminaba por atormentarlo. Parecía que sus problemas desaparecían con un buen vaso de alcohol o con un simple lineazo de cocaína. Considera que no es un adicto, es sólo un mero pasatiempo, aunque ha disminuido su consumo considerablemente en este último mes. Sin embargo, ni haciendo todo eso puede sentirse un poco más lleno o vivo. No tiene un propósito en la vida ni a nadie que lo acompañe. Está solo.

Se prometió sólo tomar dos vasos de whisky, además de que sólo eso le permite su bolsillo. Con suerte, la siguiente semana tendrá más dinero y podrá pagar el alquiler atrasado. No ha sido fácil mantenerse en los trabajos debido a su ira que no suele controlar tan fácilmente. Sólo espera que no lo echen de ese restaurante.

Cuando pensaba que todo era demasiado aburrido para continuar perdiendo el tiempo en el bar, una cabellera rubia apareció en su campo de visión y el portador se sentó a un lado de él luciendo exactamente como un ángel con esa sudadera blanca holgada y su pantalón ajustado que no dejaba a la imaginación sus muslos tonificados. Sus labios esponjosos brillando en un tono rosado y sus mejillas regordetas ligeramente ruborizadas. Para los ojos de JungKook, ese chico, era lo más hermoso que nunca jamás vio en su podrida vida.

—Un agua mineral, por favor.

Se escuchó la voz melodiosa de ese rubio bajito quien dejó al descubierto una sonrisa amable. Y JungKook... él no podía apartar sus ojos de ese hermoso ser. De algún modo necesitaba saber su nombre.

—¿Qué tan mal estuvo tu día para venir a un bar a pedir agua mineral? —inquirió el pelinegro deslizándose sobre la barra para juntarse un poco con el otro chico.

El rubio dejó salir una risita burlona y se giró para hacer contacto visual con el dueño de esa voz grave y sexy, porque claramente lo percibió así. Lo contempló unos cuantos segundos sin dejar de sonreír y no pudo evitar sentirse sumamente atraído por esa aura tan dominante que emanaba; con ese ceño fruncido de manera burlona, con su cabello oscuro y ese mechón que pasa por en medio de su frente. Sus labios delgados, pero sobre todo, su sonrisa que deja a la vista unos bonitos y blancos dientes de conejo. El rubio lo relacionó con eso.

—En realidad— se giró en torno a él— fue bastante aburrido y un tanto cansado, pero es miércoles y lo que menos quiero en mi sistema es un trago, mejor sería...— sonrió coqueto— algo para relajarme.

—Tal vez...— se acercó un poco más— yo pueda ayudarte con eso— acudió con el mismo gesto coqueto.

A través de sus miradas, ambos experimentaban algo que no podían explicar y que nunca antes habían sentido. Sus ojos se mezclaban entre sí y se observaban con esmero. Era un momento donde la tensión, más que sexual, sentimental, se podía palpar si querías tocarla. Ninguno se dio cuenta, pero crearon una burbuja a su alrededor olvidando por completo que un mesero curioso los observaba con una sonrisa mientras que personas a su alrededor bebían y platicaban muy ensimismados en sus asuntos. Ese sentimiento que les embargó no era algo que olvidarían después de esta noche de miércoles.

Ghostin (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora