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NOTA: Escuchar la canción para ambientar un poco.



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JiMin navegaba en una pequeña lancha sobre el lago. Llevaba un buen tiempo esperando a JungKook, pero no importaba, porque al final del día siempre volvía a él.

Se concentró en remar un poco y en apreciar el cielo azul soleado. Después llevó sus ojos hacia donde habían unos rosales plantados, entonces, pudo verlo; a su hermoso y encantador Kookie, quien vestía de blanco y traía una rosa del mismo color. Le sonreía contento, como nunca antes lo había hecho.

Con premura, JiMin se aproximó rápidamente a la orilla para llegar a su encuentro, pero cuando pudo tocar tierra firme, JungKook comenzó a alejarse de él. Sintió pánico y logró reaccionar corriendo detrás suyo, pero parecía que no podía alcanzarlo. Entre más avanzaba, más se alejaba.

—¡No te vayas, Kookie!

Gritó desesperadamente sin dejar de correr por el sendero de rosas que, a su paso, cada una iba marchitándose. Eso le dolía aún más, era como la sensación a la pérdida de la única persona que ha amado en su vida. No podía permitir que se fuera. Era su mundo, su vida, su todo.

—¡Kookie, vuelve a mí!

El cuerpo de JungKook detuvo su andar y se giró lentamente hacia JiMin. Lo miró aún con una sonrisa y ojos brillantes, como si no le preocupara nada. Eso le causó conflicto al rubio quien sólo podía derramar lágrimas de pánico y desasosiego.

—Volveré pronto— el pelinegro habló con voz aterciopelada— Sé feliz, Minie.

Su silueta desapareció con una repentina neblina y JiMin se dejó caer sobre el suelo gritando de dolor.

Cuando pudo abrir sus ojos, el dolor fue aún más profundo e insoportable. Había vuelto a su realidad en donde estaba enfrentando la muerte del amor de su vida. Parecía irreal que estuviese en ese ataúd, sólo podía mirarlo desde el sofá donde estaba acostado pensando que su vida no volverá a ser igual que antes.

Quizá no todo fue malo con JungKook y tal vez eso era lo que dolía. Aquellos buenos recuerdos que crearon y el amor que se demostraron en gran medida, era algo que se le clavaban como cuchillas en el pecho. Debió aferrarse a eso y a la lucha de poder ayudar a JungKook para salir del infierno de donde estaba. Muchas veces le dijo que "él era el único que podía calmar a sus demonios" y tenía razón. JiMin lo sabía, por eso siempre intentaba comportarse dulce y lo consentía como si fuese un niño pequeño. No sabe que tan difícil pudo haber sido la infancia del pelinegro, pero debió ser algo muy catastrófico como para terminar con su propia vida.

—¿Acaso no pensó en que yo me derrumbaría? —inquirió JiMin sin despegar la vista del ataúd— ¿De verdad no pensó en que esto sería para mí como una muerte lenta? —sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Me imagino que el dolor puede ser cegador— respondió Hobi tomando la mano del rubio para acariciarla— JungKook debió tener muchas más razones para tomar esa decisión.

—Él no tuvo una vida normal— respondió NamJoon— estaba completamente hundido y creyó enserio que esto aliviaría su dolor— explicó calmadamente.

JiMin tuvo la impresión de que NamJoon conocía mejor a JungKook. Había cosas que quizá no quería decirle y eso le molestaba mucho. Pero más que eso, se sentía mal por no haber causado esa confianza en el pelinegro para que le contara todo lo que le afligía. Siempre lo vio esbozar su sonrisa de conejo y reír a carcajadas, ¿en qué momento del día sentía ese vacío en su interior? Aunque al final lo vio enojado y reclamando todo el tiempo, ahora entiende que atravesaba un sinfín de cosas que le provocaban inseguridad, ira, tristeza y que todo eso lo llevó a refugiarse en las drogas. Tal vez no es excusa, pero tampoco minimizará el dolor que sintió cuando estaba vivo. Aunque sólo él podrá saber cómo era realmente.

Ghostin (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora