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La visita a la casa de su padre fue larga. JiMin pasó todo el domingo jugando tenis y perdiendo por una evidente ventaja y experiencia del mayor. Los domingos con él son muy agradables y más ahora que no comparten mucho tiempo desde que se independizó y se mudó al departamento de Seúl, sin embargo, eso no significa que no ama a su padre con el alma, después de todo se ha hecho cargo de él desde que su madre murió cuando tenía quince años. Hay días en los que la extraña demasiado, pero su padre se encarga de llenar cualquier vacío que pudiese tener.

Park SeokJin, aún con el cargo que tiene como legislador de Corea del Sur, siempre abre un espacio en su agenda para atender las necesidades de JiMin, por más absurdas o caprichosas que fuesen. Lo ha apoyado incansablemente con su sueño de ser bailarín y le ha dado su espacio como le ha pedido. Bien sabe que podría pagar a los mejores coreógrafos del mundo para que lo instruyeran o incluso podría comprar un contrato con la agencia más prestigiosa del país para que lo recluten y lo conviertan en una estrella de fama mundial, sin embargo, pese a que JiMin nació en una cuna de oro y ha tenido todo a manos llenas, sus padres le inculcaron buenos valores y con el tiempo adquirió su propio criterio. Por esa razón le pidió a su padre que no se entrometiera ni que mucho menos influenciara la situación para ayudarle. JiMin quería esforzarse y ganar lo suyo con sus propias capacidades, que le reconocieran por su talento, más no por ser hijo del gran Park SeokJin y uno de los miembros de la dinastía Park que era una de las familias más reconocidas de Corea del Sur por ser buenos políticos y abogados que contribuyeron con el progreso de la sociedad surcoreana.

Sí, JiMin cargaba con un apellido importante, sin en cambio, le ha restado importancia y sólo se dedica a vivir su vida como mejor le parece. Gracias a los cielos su padre le apoya y le complace, aunque ahora no estaba muy contento, porque al ser quien es, supo que su hijo estaba en una relación de seis meses con un chico al que ya mandó a investigar, pero del que no obtuvo mucha información. Sólo sabe que trabaja en un restaurante como mesero, que proviene de Busan y que es dos años mayor que JiMin. Realmente, SeokJin no le toma importancia a las clases sociales ni mucho menos a la edad, lo que le preocupa es que ese chico emana mucho misterio.

Tuvo una larga plática con su hijo sobre eso y le cuestionó la razón por la cual no ha llevado a JungKook para conocerlo. Se excusó muy rápido con que sentía que era muy pronto y que, aún más importante, no le ha dicho sobre su posición social. JiMin sabe que su novio lucha todos los días por ganarse la vida y no quisiera que se intimidara por eso. Tal vez sonaba muy sensato, pero SeokJin no estaba satisfecho; él necesitaba saber de JungKook y sus raíces. Quería tener la certeza de que su hijo estaba a salvo.

Quizá el pelinegro no representaba ningún peligro, de hecho, JiMin confía en él aunque últimamente tiene sus dudas, naturalmente, no es algo que le pueda confiar a su padre.

Desde aquella noche tan salvaje que le dio, no ha parado de pensar en que estaba demasiado alterado. No se veía como otras veces y aunque le encantó el sexo rudo que tuvieron, pudo pensar con detenimiento que algo no estaba bien. Claramente JiMin quizá está libre de vicios, pero no es tonto y le está haciendo caso a sus instintos, pero antes necesita contárselo a su única persona de confianza; su mejor amigo, Jung HoSeok.

Desde sus tiempos escolares, JiMin siempre ha sido muy sociable y ha tenido muchos amigos en el proceso, sin embargo, no fue hasta que ingresó a la universidad que conoció a HoSeok a quien considera su hermano jurado y alma gemela. Desde el inicio, sintió que tenían una conexión especial y muy amistosa. Todos estos años en la universidad los han pasado juntos y para su suerte están en el mismo estudio de baile.

Ghostin (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora